PRESENTACION
Un documento, conocido con el nombre de Bormann Vermerke
(Apuntes Bormann), ha sido publicado en diversos países
en el curso de los años 1952 y 1953; por lo que toca a
Francia; apareció en dos grandes volúmenes y bajo
el título Conversaciones Libres sobre la Guerra y la
Paz (Flammarion, éd.). En este documento se
consignan las conversaciones sostenidas por Adolfo Hitler, del
5 de julio de 1941 al 30 de noviembre de 1944, transcritas a lo
vivo por colaboradores de Martin Bormann, y releídas,
anotadas y clasificadas por éste. Estas notas son, por
decirlo así, cotidianas hasta ad 7 de septiembre de
1942. Después se convierten en poco numerosas y muy
espaciadas. Sabemos que Bormann le otorgaba una importancia
considerable a este documento, al cual juzgaba "de
interés capital para lo porvenir". '
1. Apuntes Bormann.
Las páginas que presentamos, descubiertas
recientemente, forman parte de los Bormann Vermerke. Se
refieren a un periodo corto, pero son de un interés
excepcional. Desgraciadamente, se limitan a dieciocho notas (de
las cuales diecisiete se escalonan del 4 al 26 de febrero de
1945, con cierta regularidad, y la décima octava lleva
por fecha la del 2 de abril de 1945). La particularidad
común a todas es la de haber sido transcritas por el
mismo Bormann, cosa que él no hubiera hecho sino a
título fortuito en el curso de los años
precedentes. Por una parte, las condiciones de vida en
él sótano de la Cancillería no se
prestaban, por cierto, para una colaboración de
transcriptores subalternos. Considerados los temas que se
abordaron, resulta muy verosímil, por otra parte, que el
Führer hablara en aquellos momentos sólo enfrente
de rarísimos privilegiados y, acaso, hasta en la
presencia sólo de Bormann. Eso explicaría el que
Bormann haya sido el único transcriptor de estas
últimas conversaciones. No hemos de olvidar, en efecto,
que algunas semanas más tarde Hitler hacía de
él su sucesor a la cabeza del Partido, y su ejecutor
testamentario. Quizás pudiéramos llegar hasta
concebir qué Bormann haya tomado por su propia cuenta la
iniciativa de conservarle a la posteridad estos últimos
pensamientos del Führer sobre los acontecimientos, sobre
el estado del mundo apenas a unas cuantas semanas del fin y
sobre el porvenir de Alemania. Sin embargo, es muy probable que
Bormann las haya anotado a petición del Führer,
porque nos parece bien que se trasluzca en estas notas,
desgraciadamente demasiado raras, el designio determinado de
dar a conocer un pensamiento afirmado con toda
claridad sobre algunos asuntos que permanecían,
hasta entonces, en la reserva más
absoluta. Aquí se trata, visiblemente, de asumir ciertas
posiciones que el Führer se
abstenía de dar a conocer sistemáticamente en el
curso de algunos meses anteriores;
digamos mejor algunas se- manas, por
fidelidad formal a determinadas convicciones
acaso, o también por voluntad de perpetuar en su
círculo íntimo e inmediato
la creencia en ciertos mitos.
Sea como fuere, siempre resultará que, al darle
a estos textos el título de
Testamento Político, se le aplica
el título que les conviene y que Hitler,
implícitamente, debiera haberles
dado: Nuestra convicción personal es
que el Führer y Bormann, obrando como lo han
hecho, han proclamado claramente sus
deseos de entregar, in extremis, un
mensaje para el caso de una derrota que
ambos debían prever necesariamente en el curso
de estas últimas semanas, por
más que rehusasen a darse por
enterados de ella enfrente de terceras personas.
Es sumamente cierto que cara a cara con
Bormann, su último confidente y el más
íntimo, el Führer podía expresarse con
libertad completa. En todo caso, un rasgo que
nos llama la atención, cuando comparamos estas
notas postreras con las de los
años anteriores, es que incluyen
menos encrucijadas y menos digresiones; es decir,
van de manera más recta por su
camino. Por cuanto a la eventualidad de
una derrota sin remedio, Bormann se
convierte en eco de tal cosa en una carta dirigida a
su esposa el 4 de febrero de 1945: "A ti
te puedo decir cuán poco
estimulante es nuestra situación; con toda honradez, me
parece desesperada". Ahora bien, nadie duda de que Bormann
siempre ha reflejado el pensamiento del je f e al cual se
había entregado en cuerpo y alma.
Según lo que se ha podido saber, Bormann se
instaló, para permanecer en el sótano de la
Cancillería, en los alrededores del 2 de febrero de
1945, y desde entonces se le asignó allí una
alcoba. No es, pues, de asombrar, que la primera de las
dieciocho notas que forman el contenido de esta obra tenga por
fecha la del 4 de febrero. ¿Por qué se detiene el
26 de febrero? ¿Por qué esta interrupción de
treinta y cinco días entre la decimoséptima y la
decimoctava? ¿Por qué, después de este largo
silencio, esta nota sola y única de fecha del 2 de
abril. . . y luego nada?
No hemos hallado explicación decisiva respecto a esta
interrupción. La atención de los negocios
cotidianos, la situación que se agrava con rapidez, el
sentimiento que acaso abrigó Bormann de que el
Führer acababa de entregarle lo esencial de su pensamiento
sobre todos los temas de interés capital,. ¿por
cuál decidirnos? También es posible concebir que
Bormann, sorprendido por los acontecimientos de los
últimos días, no haya contado con oportunidad
para poner al abrigo cualesquier otras notas que hubiese
tomado. Hay lugar para suponer que estas preguntas nunca
conocerán respuesta de ninguna clase.
François Genoud