El 4 de octubre 1997 falleció en su exilio en España el General Otto Remer, cuya vida y cuyo legado de Lealtad y Valor son sin duda el modelo a seguir por las nuevas generaciones. Precedido por un breve resumen biográfico, reproducimos el reportaje a su esposa e inseparable compañera, Anneliese Remer, realizado por Radio Islam un año antes de la muerte del General y cuyo contenido revelará datos y facetas desconocidas por muchos. Este es nuestro modesto homenaje a un Camarada extraordinario.
La biografía de un PatriotaOtto Ernst Remer nació el 18 de agosto de 1912 en Neubrandenburd. Con 18 años ingresa a la Wehrmacht, entonces reducida por el tratado de Versailles a una fuerza de 100.000 hombres. Remer llegó a ser no sólo uno de los generales más brillantes sino el más joven, con apenas 32 años. Jamás perteneció al NSDAP.
Remer obtuvo altas condecoraciones militares, cuyo sentido simbólico queda en un mundo que fue otro: la Cruz de Caballero con Hojas de Encina, el emblema dorado de herido en batalla (por ocho ocasiones en que fuera herido en acción), la insignia de plata de Nahkampf (por 48 participaciones en combates cuerpo a cuerpo). Participó en la ofensiva de las Ardenas y decidió grandes batallas en el Este; en Jägerdorf-Troppen a principios de 1945, al mando de la Führer-Begleitsdivision, destruyó varias armadas soviéticas.
Como comandante del Regimiento de Guardia en Berlin desbarató el intento golpista del 20 de julio de 1944. Hitler, tras el atentado, le otorgó por teléfono poderes plenipotenciarios para abatir a los conspiradores y militares rebeldes; Remer no tuvo necesidad de disparar un solo tiro y en pocas horas restableció el orden en la capital del Reich. Finalmente, como jefe de la Führer-Begleitsdivision, tiene sólo a Hitler por su superior militar.
Prisionero de guerra, al regreso del cautiverio se dedicó a la organización del Sozialistische Reichspartei (SRP), que obtuvo grandes éxitos electorales en el norte de Alemania. El canciller federal Konrad Adenauer, en la época del rearme, le propuso una integración del SRP en coalición con el partido demócrata cristiano. Remer se opuso a esas maniobras, que exigían la subordinación de Alemania a las fuerzas de ocupación de USA. A causa de ello en 1952 Adenauer prohíbe el SRP. El Gral. Remer fue en exilio a Siria, donde vivió por 6 años. En 1953-1954 actuó en Egipto como asesor militar de Nasser.
De regreso a Alemania efectuó una importante tarea publicística, honesta e insobornable. Enemigo del bolchevismo, pero consciente de las realidades geopolíticas, propuso un entendimiento ruso-alemán, para alejar a las potencias extra-continentales y reafirmar la soberanía de Alemania.
Desde los años 80 se dedicó con creciente resonancia a desentrañar las implicancias políticas del Holocausto, a sus ojos un arma propagandística para la dominación de Alemania por sus enemigos, e hizo labrar un peritaje científico de las supuestas Cámaras de Gas de Auschwitz. En una acción perfectamente sincronizada distribuyó los resultados del estudio a todos los altos funcionarios y personalidades de la República Federal Alemana, exigiendo de ellos una toma de posición ante las nuevas evidencias.
A consecuencia de esta última batalla en defensa del honor alemán Remer fue acusado por los fiscales del Sistema y condenado por jueces que no le permitían su defensa. A instancias de su familia decide en 1994 escapar a España, donde recibe asilo político. Hasta el último momento las autoridades alemanas intentaron extraditarlo. El 4 de octubre 1997 fallece el General en España a la edad de 85 años.
Habla Anneliese Remer Reproducimos aquí para los lectores el reportaje de Radio Islam (RI) a Anneliese Remer (AR), emitido el 31.5.96 en Estocolmo.
RI: Sra. Remer, usted y su marido viven en España como refugiados políticos. ¿Por qué?
AR: Es una historia larga de contar... Nosotros éramos amigos de Burg, cuyo verdadero nombre era Ginsburg, él era judío. Él lucho constantemente por la verdad y especialmente por la verdad sobre Auschwitz. Burg le dijo a mi marido: "Quiero que me dé su palabra de honor, como oficial, de que si yo muero usted proseguirá mi trabajo. Estoy por la verdad y por ella tenemos que luchar". Como Burg no se sentía muy seguro en la residencia de ancianos donde vivía había planeado venir a vivir hasta su muerte con nosotros. Recuerdo que él tenía que llegar un sábado, pero poco antes, en la noche del jueves, murió repentinamente. Escribió varios libros bajo el pseudónimo J. G. Burg, también sobre Auschwitz.
RI: Pero ¿de dónde provenía Burg?
AR: Burg había sido miembro de la comisión de investigaciones de los KZ después de la guerra. El investigó Auschwitz y otros KZ. Con los conocimientos que allí obtuvo se volvió un revisionista. En sus libros plantea cosas que después confirmó Germar Rudolf. Lamentablemente, a causa de la actual legislación, no estoy en condiciones de revelar más detalles.
RI: Pero su marido, el Gral. Remer, ¿fue condenando por dar a conocer lo que Burg sabía?
AR: Sí. Después de la muerte de Burg se preocupó de encargar una peritaje científico sobre Auschwitz. Así surgió el informe del químico Germar Rudolf sobre Auschwitz; algo que normalmente, como trabajo científico, quedaría amparado por la libertad de prensa.
RI: ¿Qué pena se impuso a su marido por esa publicación?
AR: Veintidós meses de prisión efectiva.
RI: ¿Dónde se lo juzgó y que edad tenía él entonces?
AR: En el juzgado provincial de Schweinfurt, presididido por el juez Siebenburg. Mi marido tenía 80 años y había sobrevido una hemiplejía. Estaba con pleno dotes de sus facultades mentales, eso sí, pero debilitado corporalmente.
RI: ¿No condujeron todas esas acciones a un empeoramiento de su salud?
AR: Claro, por supuesto. Continuamente allanaban nuestra casa, recibíamos amenazas telefónicas desde Israel, amenazas de muerte, también desde Alemania. Lo peor era el robo de nuestro correo. Fueron robadas muchísimas cartas donde se nos enviaba dinero, que era necesario para afrontar los costos de los procesos. Cada proceso cuesta miles de marcos y se habían descargado sobre nosotros montones de procesos. Y así, los amigos y la gente que simpatizaba con nosotros nos enviaban cheques al portador y dinero en las cartas, para poder sortear los procesos. Con medios propios no se podía, ya que nos habían dejado sólo la jubilación ínfima. Y déjeme explicar por qué la gente que nos ayudaba recurría a las cartas. Nos habían anulado la cuenta en el Dresdner Bank. Yo abrí una cuenta en el Bayerische Vereinsbank, pero pronto pasó lo mismo. Además el Correo de Hannover disolvió nuestra cuenta de giro postal.
RI: ¿Qué motivos les dieron los bancos para disolver sus cuentas?
AR: En cada caso exigí hablar con el director del banco, para obtener alguna explicación. Los responsables en los bancos siempre se hicieron negar. El Dresdner Bank adujo el parágrafo de créditos: si yo hubiera tenido un crédito impago el Banco éste poseería el derecho de anular la cuenta. Es decir, en caso de no cumplir nosotros con obligaciones contraídas. Pero no habíamos tomado ningún crédito ni sobregirado la cuenta.
RI: ¿Qué explicación tenía el Correo para abrir cartas privadas, substraer dineros o cheques?
AR: De parte del Correo no hubo ninguna explicación. Casi nuestra entera correspondencia, incluso cartas, fue robada. ¿Por quién? No sé. Nos dimos cuenta cuando nuestro amigos nos preguntaban por teléfono o cuando la gente que nos visitaba preguntaba si habían llegado sus envíos.
RI: ¿No inició usted un proceso contra el Correo?
AR: ¿Para qué? Los Remers no tienen derechos. Esta situación muestra el valor de la garantías constitucionales en Alemania.
RI: Entonces el Gral. Remer fue acusado de expresar opiniones que en Alemania no están permitidas. Esto parece un juicio medieval de brujería. Mi pregunta es: en esos procesos, ¿tuvo el gral. Remer la posibilidad de defenderse jurídicamente?
AR: No. Él no tenía la posibilidad de defenderse. Todos los pedidos de aceptación de pruebas de la verdad de sus afirmaciones fueron invariablemente rechazados. El perito Germar Rudolf estaba presente en la sala, como testigo y experto, pero no le dejaron tomar la palabra. Con eso le quitaron a mi marido el derecho de defensa y la dignidad personal que queda a cada acusado. Ése es el motivo por el cual, cuando le preguntaron por sus palabras finales (en Alemania un derecho otorgado a cada acusado), simplemente contestó: "Ante un tribunal del Sistema, un tribunal que me impide cada prueba, yo no tengo nada que decir".
RI: Después del juicio al Gral. Remer ustedes se prepararon a abandonar Alemania ¿Por qué?
AR: Él estaba dispuesto a ir a prisión. Pero yo sé cómo se muere en las prisiones alemanas. Yo insistí para que nos fuéramos a España.
RI: Y ahora están ustedes aquí como refugiados políticos. ¿Tuvieron muchas dificultades?
AR: No al contrario. Todos los españoles que conocemos, vecinos, funcionarios, etc. no pueden comprender que un hombre de 83 años tenga que ir a prisión por una certificación científica.
RI: ¿Y cómo se halla el General de salud?
AR: Debido a la brutal persecución en Alemania y la huida a España su estado de salud se perjudicó. Lo internaron ya dos veces en la clínica de Marbella. Necesita 15 horas por día oxígeno y asistencia continua. A pesar de eso, las autoridades alemanas quisieran ponerlo en prisión.
RI: Señora Remer, ¿cómo hay que interpretar lo que usted esta diciendo? ¿Quiere decir usted de verdad que las autoridades alemanas continuan con el intento de llevar a prisión?
AR: En 1994, poco despues de nuestra llegada a España, las autoridades alemanas enviaron una orden de captura internacional a los tribunas de Málaga. Así detuvieron a mi marido en el aeropuerto de Málaga. Los españoles no habían sido informados en la orden de captura que él había pedido asilo político. Cuando el juez que tenía que llevar adelante la extradición a Alemania se enteró del pedido de asilo pendiente suspendió la extradición. Desde entonces permanecimos sin ser molestados. Y en febrero de 1996 la Corte Suprema de España decidió que el delito imputado no constituye delito según el derecho penal español. Por supuesto, si él llegara a Alemania, lo primero que harían sería ponerlo preso, pese a su mal estado de salud. Por ejemplo, el año pasado: cuando en Westfalia del Norte se creyó que mi marido se encontraba en una conferencia en Vlotho, dieron orden de cercar el lugar e hicieron que una tropa de 160 soldados, con armamento de combate. irrumpiera al asalto en el lugar, para buscarlo.
RI: ¿Y cómo les resulta posible la vida en España?
AR: Bajo Adenauer le quitaron a mi marido su jubilación con grado de oficial, aduciendo que él no era un buen demócrata. En realidad se trataba de una represalia porque él, como dirigente del Sozialistische Reichspartei (Partido Socialista del Reich) se oponía al rearme alemán bajo conducción norteamericana. Por el momento nos queda la pequeña jubilación de soldado raso. Los tribunales alemanes intentan ahora embargar la mitad de la suma. Bueno, digamos que vivimos en condiciones espartanas.
RI: Señora Remer: ¿cómo se siente ustedes viviendo tan lejos de su patria?
AR: Dos veces en nuestra vida nos hemos sentido como seres humanos. La primera vez fue la etapa hasta 1945, a pesar de la guerra y los asesinatos masivos por el bombardeo aliado. La segunda etapa empezó cuando, en 1994, llegamos a España como refugiados sin recursos, y dura hasta ahora. El tiempo después de 1945 se volvio en Alemania, año a año, cada vez peor, tomó dimensiones terribles la persecución del pensamiento libre, de la palabra libre. ¿Dónde en el mundo sería posible que un anciano de 83 años tuviera que ir a prisión por cuestiones científicas? A mi marido le sangra el corazón cuando piensa en su pueblo, engañado y oprimido. Se trata de la opresión del espíritu y del lenguaje, la peor opresión que hay. Cuando despertó en la sala de terapia intensiva, nunca lo voy a olvidar, me decía: "¿podrá algún día nuestro pueblo volver a reir, volver a estar contento?" Y si nos fuera posible volveríamos a nuestra patria si la opresión tuviera un fin, si el pueblo alemán pudiera volver a vivir en libertad. España, un país de libertad, honor y justicia, es para nosotros, los refugiados, a la vez paz y esperanza
RI: Señora Remer, muchas gracias por el reportaje. Sus sufrimientos simbolizan el sufrimiento de un pueblo entero. Con ustedes, vive el alma de su pueblo, en exilio. Pero soy optimista: el pueblo alemán renacerá. ¿Hay algo más que usted desearía añadir?
AR: Sí. Libertad y paz sólo puede haberla mediante la verdad.
General Remer y Ahmed Rami