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El Holocausto bajo la lupa

Testimonios oculares versus leyes de la naturaleza


Por Jürgen Graf

[ 1 ] [ 2 ] [ 3 ] [todo en pdf]

 

            Y cuando ya todos los demás aceptaban la mentira impuesta por el partido -- cuando todos los informes decian lo mismo -- entonces la mentira se introdujo en la historia y se hizo verdad.
            George Orwell,
            1984.


A Robert Faurisson y Wilhelm Stäglich, en recuerdo del 20 y 21 de septiembre de 1992 en Badenweiler.





INDICE

Introducción a la edición en castellano .....9
Prefacio .....11
1. El único tabú .....15
2. Los revisionistas .....16
3. Las dudas referentes al holocausto ison, en suma, posibles? .....17
4. Cómo reaccionan los «historiadores oficiales» frente al revisionismo .....17
5. Represión en vez de diálogo .....18
6. Por qué temen el diálogo los exterministas .....20
7. ¿Cuestionan los revisionistas la persecución de los judíos durante la época de Hitler? .....20
8. «Solución final del problema judío»: ¿qué entendian los nazis con esta frase? .....22
9. Los campos de concentración .....24
10. Las masacres en el fiente oriental .....30
11. ¿Por qué las potencias vencedoras agregaron el invento del holocausto y las cámaras de gas a las atrocidades efectivamente cometidas por los alemanes? .....31
12. La imagen oficial del holocausto .....32
13. La falta de documentos de cualquier tipo sobre el holocausto y las cámaras de gas.....34
14. El talón de Aquiles de las camarillas de falsificadores de la historia .....36
15. Las cámaras de gas estadounidenses .....37
16. El Zyklon B y las cámaras de desinsectación alemanas .....38
17. Tres testigos principales de Auschwitz .....40
18. ¿Estuvieron derogadas las leyes de la naturaleza entre 1941 y 1944? .....45
19. El Informe Leuchter .....48
20. El elefante invisible .....52
21. Más pruebas .....54
22. Propaganda de guerra: iHolocausto! .....55
23. Las fosas con llamas del sefior Elie Wiesel .....57
24. Belzec, campo de exterminio fantasma .....58
25. El absurdo de Treblinka .....64
26. Las cámaras de gas de Majdanek: de cero a siete .....68
27. Las cámaras de gas en el territorio del Reich .....69
28. Origen de la mentira de Auschwitz .....72
29. Citas de Hitler como «prueba» del holocausto .....76
30. El juicio de Nuremberg .....77
31. Los procesos en Alemania Occidental relacionados con los campos de concentracion .....80
32. Frank Walus e lván Dernjanjuk ......84
33. Las cosas que cuentan los judíos «sobrevivientes del holocausto» .....85
34. ¿Dónde están los millones que «desaparecieron»? .....92
35. La respuesta .....95
36. El guarismo de seis millones .....96
37. La clave para la solución de la cuestión demográfica está en la URSS .....98
38. Destinos individuales .....99
39. El encuentro familiar de los Steinberg .....102
40. Un holocausto solo no fue suficiente para los reeducadores .....103
41. El dictamen de Robert Faurisson sobre la leyenda del holocausto .....104
42. «¿Cómo se ganan millones con tando cuentos?» ......105
43. ¿Por qué el establishment alemán y el austriaco terrien la verdad histórica como el liablo el agua bendita? .....106
44. ¿Por qué están interesados los gobernantes y los formadores de la opinión pública de las democracias occidentales en que se siga mintiendo? .....107
45. ¿Por qué poco menos que la totalidad de los no involucrados cree en el holocausto? .....108
46. ¿Es perjudícial para la mayoria de los judíos el fin de la mentira del holocausto? .....109
47. ¿Por qué debemos sobreponernos a la mentira del holocausto? .....109
48. ¿Podrá la estafa del siglo sobrevivir a éste? .....110
49. Delirio de brujeria del siglo XX: El credo del holocausto .....111
50. Preguntas a los exterministas .....114
Bibliografia .....119



INTRODUCCION A LA EDICION EN CASTELLANO

En el mundo de habla hispana tamblén hay una nueva generación que está convencida de que la libertad de pensar y de expresar su opinión es uno de los pilares de la democracia. Este pilar corre peligro si se comienza a perseguir a ciudadanos cuya opinion respecto de sucesos históricos no concuerda con la «historia oficial».
Los argumentos que presenta Jürgen Graf en este libro pueden ser valederos. Los que creen en la democracla deberian poder presenciar un debate entre los que él llama «exterimnistas» y «revisionistas». Al no poder hacerlo, la supresión de todo tipo de cuestionamiento acerca del holocausto, sea por leyes «ad hoc», sea por la fuerza fisica, son de por si fuertes argumentos en favor de los revisionistas.
Dice la leyenda que el prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento, al cruzar la Cordillera de los Andes para exiliarse en Chile, escribió en una roca: «Bárbaros, las ideas no se matan.»
Que asi sea.
T.E.A.M.


"Libertad de pensamiento signifïca tener el derecho de decirle a la gente cosas que no quiere oir". George Orwell

[11]

PREFACIO

Este libro es un resumen de la obra básica, mucho más extensa, del mismo autor que será publicada próximamente. Trata sobre los crimenes nacionalsocialistas y sus consecuencias.
De todos los crímenes nacionalsocialistas, el genocidio de los judíos, el «holocausto», es el que produjo el mayor impacto en la conciencia de la humanidad. Para la generación actual resulta incomprensible que, a la sazón, el mundo entero haya guardado silencio aun al percibir Io que pasaba y se hiciera así cómplice del crimen.
La dimensión real de estas atrocidades sólo quedó revelada a través de los juicios por crimenes de guerra.
Los testimonios de los testigos y las confesiones de los perpetradores pusieron en descubierto un escenario del horror que ha sacudido a la humanidad. Los hechos comprobados por las indagaciones judíciales y el examen de pruebas eran tan elocuentes que los tribunales alemanes rechazan hoy dia categóricamente toda proposición de prueba por la no existencia de cámaras de gas, dada la «notoriedad del estado de cosas».
El holocausto marcó moral y politicamente la época de posguerra; se Io incluye en todos los textos escolares como un hecho inamovible. Millones de personas peregrinan hacia los lugares conmemorativos (Auschwitz, Dachau, etc.), para manifestar su consternación.
Sin embargo, una y otra vez surgen voces que expresan dudas acerca de la presentación oficial de la historia y cuestionan la confiabilidad de las fuentes utilizadas.
¿Podria ser que haya habido cosas que pasaron inadvertidas en cuanto al holocausto? ¿Seria posible que aquéllos que hasta ahora
[12]
se habían ocupado de esta temática, se hayan dejado influir por la aparente «notoriedad del estado de cosas», hasta tal punto que desistieron de verificar algo que ya había quedado fijado en los libros de historia en forma terminante y obligatorla por siempre jamás?
En resumidas cuentas, ¿es aún posible tener dudas? ¿Serian acaso una afrenta al sentido común de la gente?
Sobre la base de las «innumerables pruebas», deberia de ser fácil refutar los argumentos de los que dudan.
¿Por qué se teme como el diablo el agua bendita un debate público sobre el holocausto con los revisionistas?
Ciertos Estados promulgaron leyes especiales para restringir la libre expresión tan sólo con respecto al holocausto. ¿Deberia, acaso, la mordaza reemplazar la falta de argumentos? ¿Quién podría estar interesado en convertir en tabú el holocausto -- como único hecho histórico -- y sustraerlo a una critica investigación histórica?
Acaso, ¿no notamos que existen episodios históricos que son apreciados sólo después de décadas, a veces sólo depués de siglos, con la indispensable distancia emocional y con la adecuada escrupulosidad cientifica? Ejemplos no faltan. Tan sólo en las últimas décadas, la parte romántica de la fundación de la Conféderación Helvética, que nos narraba el ataque a las fortalezas feudales y la expulsión de los tiranos. se remitió al reino de las leyendas. Hoy sabemos que la hasta entonces válida exposición tenía el propósito de crear un mito nacional por medio de una «indoctrinación políticonacional».
Gracias a un minucioso estudio de las fuentes, también se ha Iogrado ver la historia reciente desde un nuevo enfoque.
Generales como GUISAN y WILLE, consejales federales como PILEZ-GOLAZ se vuelven a analizar. La investigación histórica obliga a un continuo análisis («revisión») del concepto de la historia. A partir de los diarios de Goebbels sabemos que el Reichstag (Parlamento alemán) fue incendiado por van der Lubbe solo. Por el asesinato en masa de 4000 oficiales polacos en Katyn (1940) habían sido culpados los nazis, hoy está comprobado que Stalin fue quien lo ordenó.
[13]
No hay tema en la historia que no pueda discutirse abiertamente --¡excepto el holocausto!
¿Qué hubiera sido si se hubie se prohibido, so severa pena, toda investigación ulterior y discusión pública referente a todas las personas y acontecimientos histórcos anteriormente mencionados? ¿Cuán serios pueden ser los tratados de historia si «trabajos historiográficos» negligentes o tendenciosos de la primera hora son adoptados en forma irreflexiva por generaciones de historiadores posteriores, copiándose y citándose simplemente lo ya publicado? ¿Qué puede esperarse de historiadores que por «razones de pedagogia social» pretenden escatimar al público nuevos conocimientos, porque la versión conocida hasta la fecha, que no responde a la verdad, sustenta mejor la tambaleante estructura del edificio ideoIógico? ¿Modelamiento de la historia para mantener una determinada vislón politica del mundo?
El autor de este libro no es un historiador académico, sólo ha recopilado material existente de las fuentes -- especialmente los testimonios de testigos oculares --, llegando de esta manera a resultados univocos.
Los testimonios absurdos de los testigos se contradicen con las leyes de la naturaleza y la lógica humana. Si se da crédito a las exposiciones de los testigos oculares, en el holocausto se trataria de un MILAGRO, pues las leyes de la fisica, la quimica y de la técnica quedarian anuladas.
¿Se pretenderá ahora convertir este «milagro» en dogma, sustrayéndolo a toda critica?
En el anteproyecto a la «ley antirracismo», que el Consejo Federal suizo presentó al Parlamento, ¡se penaliza toda critica referente a la veracidad del holocausto con multa o prisión!
¿Se quiere censurar nuestros pensamientos y perseguir a disidentes por su «opinion equivocada»? ¿Querernos establecer una inquisición para la caza de herejes, imitando a los fundamentalistas islámicos que han fijado una recompensa por la cabeza de Salman Rushdie? ¡Orwell los saluda!
[14]
Lea críticamente este libro bien docurnentado para que pueda formarse una opinión propia.
Si tiene preguntas o cornentarios, escriba al autor; él se alegrará por un diálogo constructivo.
Navidad de 1992
Artur Karl Vogt


El 25 de septiembre de 1994 tuvo lugar un referéndum para todos los ciudadanos de nacionalidad suiza, en pronunciamiento popular acerca de la modificación del 18 de junio de 1993 del Código penal suizo y del Código penal militar (prohibición de la discriminaci6n racial).
A raíz del resultado convalidado del plebiscito (54,65 % a favor y 45,35 en contra, con una participación del 45,90 %), este libro ya no puede editarse ni comercializarse en Suiza. (N.d.T.)

[15]

1. El único tabú
En una sociedad pluralista los historiadores no están al servicio de la politica. La libre investigación está garantizada al igual que la libertad de expresión.
Consecuenternente, nuestra visión de épocas anteriores está expuesta a modificaciones. Nuevas conclusiones históricas nos obligan periódicamente a replantearnos nuestra visión de la historia. Es totalmente licito analizar errores históricos con métodos de las ciencias exactas.
Hasta hace poco, en Suiza se tomaba corno un hecho que después de la jura de Rütli en 1291 comenzó el «Burgenbruch», el ataque y la toma de las fortalezas de los Habsburgo. Sobre la base de excavaciones se comprobó que dichas fortalezas habían sido abandonadas sin combate previo, ya bastante tiempo antes o bien mucho tiempo después de 1291. Por lo tanto, el «Burgenbruch» es un mito. (W. Meyer: 1291. Die Geschichte. [1291. La historia]). No por ello hemos oído que los historiadores que guiaban las excavaciones hayan sido denunciados por «denostar a sus antepasados».
En Turín, millones de peregrinos devotos veneraron el «sudario de Cristo», hasta que mediante investigaciones en laboratorios se llegó a comprobar que el paño provenía de la Edad Media. A nuestro saber, el Papa no excomulgó a los cientificos encargados de llevar adelante esta investigación.
Hay un solo periodo histórico para el cual, en la sociedad democrática occidental, queda invalidado el principio de la libre investigación. Quien pone en duda el concepto corriente sobre ese periodo, arriesga exponerse a sanciones legales y al desprecio de la sociedad, como asimisrno a la pérdida de su existencia profesional. En lugar del razonamiento critico y la libre investigación, lo que vale para ese periodo es el dogma ordenado por el estado, siendo pecado la aplicación de métodos cientificos. Nos referirnos a los años de 1941 hasta 1945.
[16]

2. Los revisionistas
Las victimas de la represión y del desprecio que mencionamos son los «revisionistas». En relación con la Segunda Guerra Mundial, esta denominación se aplica en sentido más amplio a aquellos historiadores que no aceptan el concepto corriente de la culpa unilateral de Alemania y del Japón en el desencadenamiento de esa guerra, y en un sentido más estricto a aquéllos que cuestionan el «holocausto», o sea la exterminación sistemática de los judíos bajo Hitler, como también la existencia de cámaras de gas en los campos de concentración nazi.
(Aclaración: La palabra «holocausto» deriva de la palabra en griego que significa «victima de incendio»; se impuso en los paises de habla alemana después de la proyección masiva del film estadounidense del mismo nombre. De aqui en más, el concepto de «cámaras de gas» se reférirá únicamente a aquellas para el aniquilamiento de seres humanos y no a las cárriaras para la desinsectación de las prendas de vestir, cuya existencia es indiscutida. En la presente publicación, en la que no habrá de tocarse la cuestión de la culpabilidad referente a la Segunda Guerra Mundial, la expresión «revisionismo» siempre tendrá el significado restringido de «revisionismo del holocausto».)
El fundador del revisionismo fue el francés Paul Rassinier, socialista, combatiente en la resistencia francesa y prisionero en los campos de concentracion de Buchenwald y Dora-Mittelbau. Después de su liberación, Rassinier escribió el libro Le Mensonge d'Ulysse, en el cual analiza criticamente los relatos de ex-prisioneros de los campos de concentración nazi. El titulo alude al deseo humano de fabular, al referirse al piadoso embustero Ulises, quien, a los cien tormentos realmente sufridos, les añadió otros mil inventados.
Al escribir Le Mensonge d'Ulysse, Rassinier todavia opinaba que las cámaras de gas habrian existido, pues donde hay humo hay fuego; sin embargo, sus extensas investigaciones lo llevaron cada vez más a la convicción de que las matanzas por gas no existieron o en todo caso fueron obra de unos pocos maniáticos. Rassinier fallecio en 1967. Sus sucesores, los revisionistas, si bien hoy dia siguen siendo una pequeña minoria, se van fortaleciendo cada vez más y cuentan
[17]
desde 1988 en sus filas al inglés David Irving, seguramente el mejor conocedor de Hitler y del Tercer Reich.
3. Las dudas referentes al holocausto, ¿son, en suma, posibles?
Prácticamente todo el mundo cree en el asesinato de millones de judíos bajo Hitler y en las cámaras de gas nazi. Miles de libros y cientos de miles de articulos de diarios tratan sobre la temática del holocausto, además de una inconiable cantidad de películas. Es más: ¡Unos cuantos acusados han confirmado la existencia de las cámaras de gas durante diversos juicios! ¿Cómo es posible que se dude todavía, ante estas pruebas tan avasalladoras?
Permítaseme decir que de la misma manera podríamos probar que existen brujas. Durante siglos toda Europa creía en las brujas. Voluminosos libros, escritos por sabios, desenmascaraban el malvado accionar de las brujas. Al fin y al cabo, numerosas brujas confesaron ante sus jueces que montadas sobre sus escobas, cabalgaron por los aires en la noche de Walpurgis (1o de mayo, N.d.T.) para llegar a la cumbre del monte «Brocken», donde tenfan relaciones sexuales con el mismísimo diablo. Conclusión: Las brujas existen.
¿Estamos realmente seguros de que el hombre, al cabo de varios siglos, logró ser más inteligente? ¿No creería hoy día también la mayoría de la gente en la existencia de brujas, si les contaran desde su infancia historias horripilantes sobre brujas, y los medios de comunicación recalcaran día tras día el nefasto actuar de las mismas?
4. Cómo reaccionan los «historiadores oficiales» frente al revisionismo
Quien no se ha ocupado especificamente del destino de los judíos en el Tercer Reich y en los campos de concentración, quisiera tal vez escuchar un debate entre un revisionista y un exterminista (asi llaman los revisionistas a los representantes de la teoria del exterminio). Lamentablemente no se le presentará esta oportunidad,
[18]
dado que los exterministas no están dispuestos a participar en semejante debate. Mientras los revisionistas emplean gran parte de su tiempo para leer los libros de sus contrincantes y analizar las teorias de éstos, los historiadores ortodoxos se conforman con declaraciones superficiales e injurias. He aqui algunos de sus «argumentos" estándar:
-- «El holocausto es un hecho inamovible.» -- Durante miles de años fue un hecho inamovible que el sol giraba alrededor de la tierra.
-- «El que duda de la existencia de las cámaras de gas se burla de las victimas de la dictadura nazi,» -- ¿ Realmente les rendimos honor a las 32.000 personas que encontraron la muerte en Dachau si incrementamos esa cifra a 238.000, como se había hecho en los primeros años de la posguerra?
-- «Los revisionistas son antisemitas y nazis.» -- El socialista y prisionero de campo de concentrazión Rassinier, ¿ fue nazi? Es cierto que dentro del revisionismo hay algunas personas que se identifican con el nacional- socialismo. Pero dos más dos son cuatro, aunque lo diga un nacionalsocialista.
-- «Los revisionistas son como aquella gente que afirma que la tierra es plana.» -- Efectivamente: Todavia hay personas que creen que la tierra es plana. Pero curiosamente nadie se inmuta por éstas; a nadie se le ocurriria perseguirlos judícialmente. Nadie los toma en serio; se los considéra como delirantes inofensivos. Pero a los revisionistas no se los considera delirantes inofensivos, sino que se los toma muy en serio. ¿ Por qué, si no, se dictan leyes especialmente en contra de ellos?

5. Represión en vez de diálogo

En Francia, en 1990, se promulgó la «Ley Gayssot», que amenaza con tyres años de prisión a personas que expresen dudas con respecto al exterminio judío. Una ley similar, dictada en Austria en 1992, prevé penas de prisión de hasta diez años por la negación del holocausto.
[19]
En otros países, los duefios del poder hacen uso de artículos de ley, de interpretación muy amplia, como «incitación popular» o «profanación del recuerdo de los muertos». Un párrafo tal, de interpretación muy elástica, se prevé imponer también en Suiza por voluntad del Consejo Fédéral. (Ver nota al final del prefacio, N.d.T)
En algunos países están prohibidos los libros y revistas revisionistas. El politólogo alemán Udo Walendy, editor de la revista Historische Tatsachen («Hechos históricos»), se ve involucrado en una incesante lucha con la censura que, de acuerdo con la constitución de la Republica Fédéral de Alemania (RFA), ni siquiera existe. Al juez Wilhelm Stäglich, autor del libro Der Auschwitz-Mythos ("El mito de Auschwitz"), se le redujo la pensión y se le revocó el título académico, ¡basándose en una ley del año 1939 firmada personalmente por Hitler sobre la revocación de títulos académicos! Robert Faurisson, quien junto con el norteamericano Arthur Butz es el líder del pensamiento revisionista, es molestado y maltratado continuamente desde 1979. Perdió sa puesto como profesor de literatura francesa y analista de textos en la Universidad de Lyon, porque supuestamente la universidad no podía garantizarle su seguridad fisica; los medios lo tapan con lodo y no publican sus objeciones; los juzgados le imponen elevadas multas, con el propósito de quebrarlo financieramente; su familia vive en un continuo temor.
Llegado 1989, los «antifascistas» demostraron la fuerza ofensiva de sus argumentos. Tres hombres musculosos del grupo «Fils de la mémoire Juive» asaltaron a Faurisson durante un paseo, golpeándoIo brutalmente. Con todo, pudo salvar su vida -- no así el profesor de historia François Duprat, que murió a causa de una autobomba.
Repressión y terror fisico, hasta llegar al asesinato, en lugar de diálogo, prohibición oficial de toda discusión publica -- esto es lo que nos tiene que hacer dudar. ¿Por qué defiende el establishment del «mundo libre» con tanto furor las cámaras de gas? ¿Pertenecen éstas acaso a la herencia cultural de la humanidad como las pirámides, o la catedral de San Pedro? ¿Quedaria menos bello el mundo de no existir las cámaras de gas de Auschwitz, donde se habrian matado con ácido cianhidrico, como si fueran parásitos, a un millón de hombres, mujeres y niños judíos indefensos? ¿Qué clase de verdad histórica es ésta, si tiene que ser protegida por una ley penal?
[20]

6. ¿Por qué temen el diálogo los exterministas?
El motivo por el cual el debate público no llega a consumarse, es fácil de entender. Desde que el «experto del holocausto» -- el alemán Wolfgang Scheffler -- aceptó un debate con Faurisson, transmitido por un canal de televisión del Tésino, Suiza, en 1979, donde no pudo contra los argumentos del historiador francés, ningún exterminista quiere volver a exponerse al ridiculo. Los «historiadores oficiales» saben muy bien que, en un debate sobre esta temática, no tendrian la más mínima posibilidad de convencer. La tesis creída por casi todos, debido al continuo lavado de cerebro, de que los alemanes del Tercer Reich habrian gaseado a millones de judíos, resulta tan absurda al analizarla un poco más en profundidad que es imposible defenderla contra un contrincante conocedor del tema. Uno se pregunta por qué esta mentira se mantiene en pie y por qué sólo poca gente sabe algo sobre los revisionistas y sus argumentos. El motivo es el siguiente: La difusión de las conclusiones a que llegaron los revisionistas es impedida por la más perfecta censura que haya existido en la historia, una censura de la cual prácticamente nadie sabe que existe. A quién favorece esta censura, para quién es imprescindible, cómo se la ejerce, por qué existe el gran tabú del holocausto en nuestra sociedad supuestamente libre de tabúes, por qué hoy día podemos dudar de todo y de todos, hasta del Padre celestial, su Hijo Jesucristo y del Espiritu Santo, pero no de las cámaras de gas de Auschwitz y Treblinka -- todas éstas son preguntas que analizaremos más adelante.
7.¿Cuestionan los revisionistas la persecución de los judíos durante la época de Hitler?
De ninguna manera. A partir de 1933, los judíos fueron oprimidos y privados de sus derechos de manera creciente en el transcurrir del tiempo; fueron expulsados al exilio; aquéllos que en 1941 y más tarde se hallaban todavía en territorio bajo dominio alemán, fueron internados en gran parte en campos de trabajo, acorralados en guetos, deportados a Polonia y Rusia, perdiendo todos sus bienes. Durante
[21]
la campaña del Este, partes de las tropas alemanas, las llamadas «Einsatzgruppen» (grupos móviles), fusilaron a muchos judíos (determinar cifras exactas resulta hoy imposible, pero debe rondar en varias decenas de miles).
Estas persecuciones son hechos históricos probados. En cambio, no son hechos históricos, sino mentiras propagandisticas las siguientes afirmaciones:
a) Que existía un plan para el exterminio físico de los judíos.
b) Que en los campos de concentración existian cámaras de gas para el aniquilamiento de seres humanos.
c) Que durante el dominio de Hitler encontraron la muerte 5 a 6 millones de judíos.

Es actualmente imposible determinar cuántos judíos perecieron por la guerra y las persecuciones, ya que no se permite la libre investigación y a ningún historiador independiente se le permite el acceso a los archivos alemanes, polacos, rusos e israelíes. Consecuentemente hay que conformarse con estimaciones. Rassinier evalua el número de víctimas judías, a causa de medidas de guerra y de persecución en el territorio bajo la influencia de Hitler, en aproximadamente un millón. Otros revisionistas, como por ejemplo Walter Sanning, que se basa en su estudio demográfico The Dissolution of Eastern European Jewry casi exclusivamiente sobre fuentes aliadas y judías, parten de números muy por debajo de éste. Varios cientos de miles, posiblemente hasta un millon de judíos murieron en guetos y campos, principalmente a causa ce epidemias y debilitamiento, o fueron víctimas de actos de guerra y crímenes de guerra como la destrucción del gueto de Varsovia o masacres llevadas a cabo por las «Einsatzgruppen», o bien murieron durante los pogromos. Todos estos acontecimientos son terribles por demás, de modo que no existe ni el más mínimo motivo que justifique aumentar de seis a doce veces el numero de victimas por motivos políticos y propagandísticos e inventar las cámaras de gas.
[22]

8. "Solución final del problema judío": ¿qué entendian los nazis con esta frase ?
Cuando en 1933 Hitler llegó al poder, todos sabían que ahora un feroz antisemita había llegado a tomar las riendas del mando. Discursos de odio contra los judíos ocupan un apreciable espacio en el libro de Hitler Mein Kampf («Mi lucha»), y según el programa del partido nacionalsocialista ningún judío podía considerarse compatriota alemán.
Las diversas molestias a las que estuvieron expuestos los judíos tenfan el propósito de hacerlos emigrar. Para favorecer la emigración judía, los nacionalsocialistas colaboraban estrechamente con círculos sionistas, que tenían interés en hacer emigrar la mayor cantidad posible de judíos a Palestina (esta colaboración, que hoy dia generalmente se calla, es tratada por Heinz Höhne en su obra sobre las SS Der Orden unter dem Totenkopf"(«La cofradía bajo el signo de la calavera»).
Aún antes de que Hitler hubiese promulgado su primera ley antijudía, las organizaciones judías en los Estados Unidos, Inglaterra y otros países desencadenaron una brutal campaña de boicot que causó un enorme daño económico a Alemania. Dado que los nazis no podían apresar a los causantes de este boicot, descargaban su furia sobre los judíos en Alemania. La intención de los sionistas era de provocar a Hitler para que éste intensificara cada vez más las medidas de represión antijudías y asi acelerar la emigración de los judíos alemanes a Palestina.
Hasta 1941, cuando se prohibió la emigración (aunque esta prohibición no fue de cumplimiento estricto), dos tercios de la población judía alemana habían ido al exilio; las que quedaron en el pais eran mayoritariamente personas de edad avanzada. También los judíos austriacos emigraron en gran medida después de la anexión, al igual que gran parte de los judíos de Chezoslovaquia después de la desintegración de su país en el año 1939.
Luego del inicio de la Segunda Guerra Mundial parecía poder concretarse el plan de Madagascar, que preveía la creación de un estado judío en la isla de Madagascar. Pero Pétain no quería ceder
[23]
la isla y los británicos controlaban las rutas marítimas. Por eso se consideró entonces la creación de un territorio para el asentamiento judío en el este de Europa.
En 1941 comenzaron las deportaciones en masa. Cientos de miles de judíos fueron llevados a campos de trabajo o mandados a Rusia (para ello se instalaron en Polonia campos para permanencia temporaria). Las causas de esta politica eran las siguientes:
-- Los alemanes necesitaban urgentemente mano de obra, ya que casi todos los hombres aptos para el servicio militar estaban en el frente.
-- Los judíos, que lógicamente respaldaban a los aliados, eran considerados como un factor de riesgo.
-- La guerra le brindaba a los nazis una buena oportunidad de llevar adelante «la solución final del problema judío».
El hecho de que para los nacionalsocialistas esta «solución final» no significaba la exterminación física de los judíos, sino su asentamiento en el este, se deduce claramente de sus documentos. El 31 de julio de 1941 Góring le escribía a Heydrich:
    Complementando la tarea que le fuera encomendada a usted por Decreto del 24.1.1939, para llegar en la cuestión de los judíos a una solución lo más favorable posible según las circunstancias actuales enforma de su emigración o evacuación, le encargo por la presente tomar todas las medidas preliminares necesarias de organización y de índole material para la solución integral del problema judío dentro de la zona de influencia alemana en Europa... Le encargo, además, presentarme a la brevedad un proyecto integral referente a tales medidas para dar cumplimiento a la deseada solución final del problema judío. (Citado según Raul Hilberg, Die Vernichtung der europäischen Juden [«La aniquilación de los judíos europeos»], Editorial Fischer, 1990, p. 420).
En la conferencia del 20 de enero de 1942 de Wannsee, en Berlín, en la que, según la leyenda, se habría acordado la exterminación de los judíos, se trató en realidad el tema de su emigración, como consta claramente en el acta de la sesión (por otra parte, algunos revisionistas como Stäglich y Walendy dudan de la autenticidad de este documento). Y el 21 de agosto de 1942 uno de los participantes de esa
[24]
conférencia, Martin Luther, del Ministerio de Asuntos Exteriores, escribía en un memorándum:
    El principio de la politica alemana referente al tema judío, después de la toma del poder, consistió en fomentar la emigración judía por todos los medios... La guerra actual le otorga a Alemania la posibilidad y tainbién el deber de solucionar el problema judío en Europa... Sobre la base de la citada directiva del Führer se ha comenzado con la evacuación de los judíos de Alemania. Resultaba apropiado incluir en estas acciones a los ciudadanos judíos de los demas países que también habían tomado medidas respecto de los judíos... La cantidad de judíos desplazados de esta manera hacia el este no alcanzaba a cubrir allá la mano de obra necesaria (Documento de Nuremberg NG-2586).
Los historiadores ortodoxos se arreglan con la explicación ridicula de que los términos «evacuación», «desplazamiento» y «emigración» sólo eran palabras de camuflaje para el gaseo. De hecho se habrían enviado probablemente bastante más de un millón de judíos a Rusia, según consta en documentos alemanes. Ante la carencia total de documentacién escrita sobre el exterminio judío y las cámaras de gas, los señores exterministas se ven obligados a incluir en los documentos interpretaciones de cosas que no figuran en ninguna parte,

9. Los campos de concentración.
Escasos dos meses después de la toma del poder por Hitler fue erigido en Dachau el primer campo de concentración, seguido por otros. (N.d.T. de ahora en adelante se usará la abreviación alemana «KZ» para designar los campos de concentración [Konzentrationslager]). Antes de la guerra, los campos no revestían importancia económica, Servian para aislar a personas a las que el gobierno nacionalsocialista consideraba peligrosas. Había distintas categorías de detenidos: los políticos («rojos»), los criminales («verdes»), los «asociales» o los «negros» (mendigos, linyeras, prostitutas, etc.), los «exploradores de la Biblia» (miembros de sectas que se negaban a cumplir el servicio militar) y los homosexuales. Hasta 1938 se internaba a judíos únicamente si pertenecían a uno de estos grupos.
[25]
En noviembre de 1938, después del asesinato de un diplomático alemán en París y de la tristemente célebre «noche de los cristales», fue cuando por primera vez se enviaron judíos en forma masiva a los KZ por el mero hecho de ser judíos; sin embargo, al poco tiempo, de más de 30.000 detenidos casi la totalidad fue liberada.
Antes de la guerra, la cantidad total de detenidos (inclusive los criminales) oscilaba entre algunos miles y unas decenas de miles.
Después del comienzo de la guerra apareció un gran número de nuevos campos en todo el territorio europeo bajo dominio alemán, desde Struthof/Natzweiler en Alsacia hasta Majdanek en el «General-gouvernement» (la Gobernación General), en la Polonia ocupada. Hubo finalmente un total de 14 campos de concentración grandes y algunos más pequeños. Existían, además, unos 500 «campos de trabajo» con algunos cientos hasta más de 1000 prisioneros en cada uno. Estos «campos de trabajo» estaban anexados a plantas fabriles a las que se entregaban los obreros que debian realizar el trabajo forzado. Los detenidos fallecidos en los campos de trabajo figuran en las estadisticas de los KZ de donde provenían.
Para la industria bélica, los campos tenían una importancia sustancial. En Auschwitz, el KZ más grande, se elaboraba entre otros productos el «Buria», un caucho sintético para la producción de neumáticos y, por ende, de importancia vital para la guerra. En el KZ Dora-Mittelbau, especialmente temido por las condiciones de trabajo extremadamente duras, se construían los cohetes, en los que Hitler fundaba, aún en 1944, si esperanza en un vuelco favorable en la guerra.
El maltrato de los prisioneros no era una politica de estado, puesto que el régimen tenía pleno interés en conservar su mano de obra en buen estado de salud. Sin embargo, se cometían reiteradamente torturas y atrocidades. Todo reglamento vale tanto como las personas que lo tienen que aplicar, y las que se presentaban para prestar servicios en los campos de concentración no provenían de la elite de la sociedad ni mucho menos. En muchos campos, las peores brutalidades ni siquiera eran cometidas por las SS sino por los criminales que aterrorizaban sin tregua a los presos políticos. En el campo austríaco de Mauthausen se llegó a récords en inhumanidad.
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Oportunamente se procedia con toda severidad contra incorrecciones de superiores de las SS. El comindante de Buchenwald, Karl Koch, fue fusilado por corrupción y asesinato; Hermann Florstedt, comandante de Majdanek de pésima fama, fue ahorcado en presencia de los detenidos.
Como surge de una estadística elaborada por el general de la Waffen-SS Oswald Pohl para Himmler, murieron 110.812 prisioneros de KZ entre el 1 de julio de 1942 y el 30 de junio de 1943. El motivo por el cual los campos no se vaciaban radicaba en que las «bajas» eran continuamente reemplazadas por «altas». En agosto de 1943, la cantidad total de internos de los KZ ascendia a 224.000, un año más tarde a 524.000 (sin tener en cuenta los campos de tránsito).
La mayoria de las muertes se debía a epidemias. Especialmente temido era el tifus exantemático que es transmitido por el piojo. Para combatirlo se usaba un insecticida denominado «Zyklon B», que luego los embusteros del holocausto rebautizaron como el producto para el exterminio de seres humanos,
Sin considerar el caos de los últimos meses de la guerra, la época más terrible en los campos fue la del verano y otoño de 1942. Durante esos meses murieron en Auschwitz, a causa del tifus, a veces más de 300 personas por dia. La epidemia cobraba también sus victimas entre el personal de las SS. Dentro del complejo de Auschwitz, la mayor cantidad de muertes se registró en Birkenau, un campo situado a 3 km al oeste del campo principal y que cumplia la función de un campo para enfermos. Durante algunos períodos morían en Birkenau más personas que en todos los demás campos juntos. A este «campo de la muerte», donde perecieron probablemente 100.000 hasta 120.000 detenidos principalmente a causa de enfermedades (también hubo ejecuciones y asesinatos), se debe la leyenda de un «campo de exterminio», donde, dependiendo del «historiador» de turno, fueron asesinadas entre uno y cuatro millones de personas. Para incinerar a las victimas de las epidemias hubo que construir crematorios, y para el depósito de los cadáveres, obitorios y morgues que los mitólogos del genocidio transformaron luego en «cámaras de gas». También las duchas se convirtieron así, al menos parcialmente, en «cámaras de gas». Y de la separación de los detenidos en
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aptos y no aptos para el trabajo se inventó la «selección para las cámaras de gas». Así nació la mentira de mayor trascendencia de nuestro siglo, la mentira de Auschwitz.
La catástrofe total se produjo en los terribles ultimos meses de la guerra. En 1945, cuando los ingleses y los norteamericanos liberaron un campo tras otro, se encontraron con miles de cadáveres no sepultados como también con decenas de miles de detenidos completamente desnutridos. Las fotos de estos desgraciados dieron la vuelta al mundo como prueba de asesinatos en masa sin precedentes, En la realidad, estas muertes no tenían nada que ver con una consciente política de exterminio. Esto es fácilmente camprobable a través de las muertes registradas en los distintos campos; a continuación, las cifras de Dachau (fuente: Paul Berben, Dachau 1933-1945. The Official History, The Norfolk Press, 1975).
1940: 1.515 muertos
1941: 2.576 muertos
1942: 2,470 muertos
1943: 1.100 muertos
1944: 4.794 muertos
1945: 15.384 muertos
En los últimos cuatro meses de existencia de este campo, ¡murieron mas prisioneros que en todas los años de guerra precedentes en conjunto! Aun después de la liberación por los norteamericanos, murieron por inanición alrededor de 2.000 detenidos; 1.588 personas murieron en los primeros 17 dias de mayo.
Los motivos para estas terribles muertes en masa eran las siguientes: 1) En vez de dejar a los prisioneros a la merced de las tropas rusas que venían avanzando desde el este, los nazis los evacuaban hacia el oeste. Como las vías ferroviarias habían sido bombardeadas casi en su totalidad, decenas de miles de prisioneros fueron obligados a caminatas durante semanas, atravesando nieve e hielo para llegar al interior de Alemania; gran parte de ellos no llegó con vida al fin de la guerra. Y en los campos, donde recibían a los evacuados sobrevivientes, faltaban barracas, letrinas, comida, medicamentos, en suma: faltaba de todo. El motivo de esta política de evacuaciÓn absurda habrá sido que se quería evitar que los soviéticos encontra-
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sen mano de obra y soldados. A los enfermos, por ejemplo, se los dejó en Auschwitz y fueron liberados por el ejército rojo.
2) A partir del otoño de 1944 fluían hacia el oeste millones de fugitivos de los territorias alemanes del este, conquistados por los soviéticos. Al mismo tiempo, bombarderos angloamericanos transformaban ciudad tras ciudad en escombros, destruyendo la infraestructura. En estas circunstancias moría también un sinnúmero de personas en libertad a causa de epidemias y debilidad.
Chuck Yeager, que traspasó como primer piloto la barrera del sonido, escribe en su autobiografia (Yeager: An Autobiography, New York, Bantam Books, 1985, p. 79-80) que su escuadra había recibido la orden de ametrallar todo cuanto se moviera dentro de un territorio de 50 km2. «Alemania no podía dividirse tan fácilmente en civiles inocentes y militares. Porque el campesino trabajando su campo estaba alimentando a tropas alemanas.» Resulta evidente que los aliados, mediante sus bombardeos de terror, provocaban la hambruna con toda premeditación, ¡reprochando luego a los vencidos que no habían alimentado suficientemente a los detenidos en los KZ!
A pesar de todo, los aliados encontraron en los campos como Bergen-Belsen, Buchenwald y Dachau, además de montones de cadáveres y esqueletos ambulantes, también a decenas de miles de detenidos relativamente sanos y bien alimentados, pero se cuidaron muy bien de publicar las fotos de estos últimos.
Existen paralelas históricas de la mortandad epidémica de los campos de concentración nazi, como por ejemplo las de la guerra civil norteamericana. En los campos de prisioneros Camp-Douglas y Rock Island de los Estados del norte, hubo una tasa mensual de mortalidad del 2 al 4% y, más al sur, en Andersonville, de 52.000 soldados del norte perecieron 13.000. Durante la guerra anglo-boer, los británicos internaron alrededor de 120.000 boeres civiles como también decenas de miles de africanos negros. De éstos murieron aproximadamente la sexta parte. Ni los prisioneros de la guerra civil norteamericana, ni los de la guerra anglo-boer fueron exterminados premeditadamente; casi todos sucumbían a raíz de epidemias que no se lograban controlar. Aquellas cifras de mortalidad son perfectamente comparables con las de Dachau (84% sobrevivientes, 16% muertos) y Buchenwald (86% sobrevivientes, 14% muertos).
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El registro civil especial en Arolsen (RFA) registra las defunciones documentadas en los campos de concentración. A continuación, un balance hasta fines de 1990:
Mauthausen 78.851 muertos
Auschwitz 57.353 muertos
Buchenwald 20.686 muertos
Dachau 18.455 muertos
Flossenbürg 18.334 muertos
Stutthof 12.628 muertos
Gross-Rosen 10.950 muertos
Majdanek 8.826 muertos
Dora-Mittelbau 7.467 muertos
Bergen-Belsen 6.853 muertos
Neuengamme 5.780 muertos
Sachsenhausen -Oranienburg 5.013 muertos
Natzweiler/Struthof 4.431 muertos
Ravensbrück 3.640 muertos
En la estadística de Arolsen figura también Theresienstadt con 29.339 muertos, que en realidad no era un KZ, sino un gueto, principalmente para judíos ancianos y privilegiados.
Arolsen indica que la estadística es incompleta. Defunciones ya registradas en otros registros civiles no se vuelven a registrar y falta parte de la documentación de algunos campos.
Si se quisiera calcular la cantidad de personas que perdieron la vida en los campos de concentración can una aproximación de error por unos miles, nadie seria más indica do que la oficina de Arolsen, dado que cuenta con más documentación que cualquier otro registro en el mundo. Sin embargo, Arolsen está al servicio del gobierno alemán, y éste teme la verdad histórica como el diablo el agua bendita. Por eso, Arolsen no le permite a investigadores independientes el acceso a sus archivos y difunde en sus publicaciones tonterías, como por ejemplo que no se lográ salvar documentación de los campos de exterminio. Sin embargo, nadie mejor que Arolsen mismo sabe que esta documentaci6n no existe, ya que nunca existieron campos de exterminio.
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Según nuestros conocimientos, la cantidad de muertos para Dachau y Buchenwald es indiscutida (32.000 y 33.000, respectivamente). En el año 1990, los rusos le permitieron a la Cruz Roja Internaclonal el acceso a los hasta entonces ocultados registros de defunciones de Auschwitz. Estos cubren, con algunos blancos, el lapso desde agosto de 1941 hasta diciembre de 1943 y contienen 74.000 nombres. Según dicen, se desconoce dónde se hallan los registros restantes. Consecuentemente, la cantidad de víctimas de Auschwitz podría rondar por los 150.000. De Io anteriormente dicho podemos sacar las siguientes conclusiones:
    1. Posiblemente murieron desde 1933 hasta 1945 de 600.000 a 800.000 personas en los campos de concentración nazi.
    2. Menos de la mitad de las víctimas eran judíos, dado que, en algunos campos, éstos representaban sólo una pequeña minoria (hacia el fin de la guerra, la proporción de detenidos judíos en Auschwitz si alcanzaba a casi un 80 %).
    3. Con toda probabilidad fueron más los judíos que encontraron la muerte fuera de los campos que dentro de ellos.

10. Las masacres en el frente oriental
El 22 de junio de 1941, el ejército alemán marchó contra la URSS y se adelantó así unos 14 días al planeado ataque ruso (una prueba irrefutable de que en esta guerra se trataba de un golpe preventivo, la da el ruso Viktor Suworow en su ensayo Der Eisbrecher. Hitler in Stalins Kalkül («El rompehielos. Hitler en los cálculos de Stalin»).
Desde sus comienzos, esta guerra fue librada con singular brutalidad. Detrás de las lineas alemanas, los soviéticos desencadenaron una lucha guerrillera (violando el derecho internacional), y los alemanes reaccionaron de la misma manera como más tarde los franceses en Argelia, los norteamericanos en Vietnam y los rusos en Afganistán: con terror despiadado también contra inocentes. Quien desee impedir tales crimenes de guerra, debe impedir la guerra.
Comisarios, es decir funcionarios comunistas, con frecuencia eran liquidados enseguida después de haber sido apresados. Los parti-
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sanos también eran fusilados o colgados en el acto. En definitiva, la ejecución de rehenes como represalia por atentados contra soldados alemanes estaba a la orden del dia. Los comisarios casi siempre eran judíos. Estos, como Io revelan fuentes soviéticas, también estaban ampliamente representados en los movimientos guerrilleros, y los oficiales que tenían encomendada la ejecución de rehenes habrán elegido preferentemente a judíos antes que a no-judíos.
Sin lugar a dudas se habrá matado «preventivamente» también a muchos judíos, que no eran ni comisarios, ni partisanos, ni rehenes, por considerarlos a priori «sospechosos de ser bolcheviques». Aqui se diluyen los limites entre la lucha contra la guerrilla y el asesinato racista.
En cuanto a los Einsatzberichte («informes de los grupos móviles»), según los cuales habrían sido liquidados dos millones de judíos soviéticos por estos grupos (Einsatzgruppen) tan sólo en los primeros años de guerra, evidentemente se trata de una burda falsificación (ni siquiera el «experto número uno del holocausto», Raul Hilberg, los toma en serio), pero los hechos son sombríos por demás: decenas de miles de judíos, entre ellos mujeres y niños, como también muchísimos no-judíos fueron asesinados.
11 ¿Por qué las potencias vencedoras agregaron el invento del holocausto y de las cámaras de gas a las atrocidades efectivamente cometidas por los alemanes?
Después de dos guerras mundiales, en cuyo transcurso los aliados tuvieron sus grandes problemas con los alemanes, quisieron aislar a Alemania del resto del mundo por décadas y desmoralizar al pueblo alemán de tal manera que en un futuro previsible ya no se atrevería a ejercer una politica autónoma. Sin embargo, los crímenes efectivamente cometidos por los alemancs no alcanzaban para tal fin, ya que los vencidos estaban en condiciones de confrontar a los vencedores con un terco: «tu quoque!» -- « ¡tú también!». Los alemanes podían contraponer a la expulsión de los judíos entre 1933 y 1941 la de los alemanes del este y de los Sudetes a partir de 1944, esta
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última llevada a cabo con una brutalidad incomparablemente mayor; podían comparar a los campos de concentración nacionalsocialistas con los del archipiélago GULAG, en los cuales pereció una cantidad de hombres y mujeres muchísimo mayor a la sucumbida en los KZ y, finalmente, podían equiparar al barbarismo de la destrucción totalmente inútil del punto de vista militar de Varsovia con la destrucción no menos bárbara y militarmente absurda de Dresde.
Es así como los vencedores inventaron un crimen único en la historia de la humanidad: el holocausto, el aniquilamiento sistemático de un pueblo entero, del bebé recién nacido a la bisabuela centenaria, en cámaras de gas.

12. La imagen oficial del holocausto
Según la historiografia ortodoxa, la masacre de los judíos comenzó a perpetrarse a partir de 1941, pero en 1942 -- en la conferencia de Wannsee (Berlín) -- se decidió el ocaso de la población judía de Europa. Entre 5 y 6 millones de judíos habrían encontrado la muerte durante el régimen de Hitler. Solamente una minoría de las victimas habría muerto de hambre o debido a enfermedades en los guetos y campos de concentración, mientras que la mayoría habría sido asesinada: en la Unión Soviética por fusilamientos en masa, o por intermedio de camiones gaseadores, alimentados por caños de escape conducidos a su interior, y en seis «campos de exterminio» por medio de gas.
Esos seis «campos de la muerte», según la terminologia de los historiadores del establishment, se encontraban en territorio polaco anexado por Alemania en 1939. Se trataba de los campos de Auschwitz, Majdanek, Belzec, Sobibor, Treblinka y Chelmno. En Chelmno las masacres se habrían consumado en camiones gaseadores, en las restantes cinco «fábricas de la muerte», en cámaras de gas fijas.
En el caso de Auschwitz y de Majdanek se habría tratado de «campos mixtos», en los cuales los judíos aptos para trabajar eran obligados a trabajos forzados, mientras que los no aptos eran gaseados después de haber sido seleccionados. A diferencia de estos
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«campos mixtos», los otros cuatro habrían sido puros centros de matanza. Los únicos judíos a los que se les permitía sobrevivir por un periodo de tiempo más bien breve, eran los así llamados «judíos de trabajo» que se necesitaban para trabajos de peón.
Por razones de seguridad, estos «judíos de trabajo» habrían sido gaseados periódicamente y sustituidos por otros. Por esta razón, de los 600.000 judíos ingresados en el campo de Belzec, solamente uno habría sobrevivido. (Kogon/Rückerl/Langbein: Nationalsozialistische Massentötungen durch Giftgas. [«Matanzas en masa nacionalsocialistas por medio de gas venenoso»]. Fischer Taschenbuchverlag 1989, p. 183). La distinción entre «campos de concentración normales» y «campos de aniquilamiento» sólo se hace a partir de 1960 aproximadamente. Antes se tenía por cierto que casi cada KZ tenía una cámara de gas, siendo así un campo de aniquilamiento más o menos grande. En Dachau pudo verse por algunos años una plaqueta que recordaba a los 238.000 muertos de ese campo, y todo aquél que en la RFA de la década de los años cincuenta dudara en alta voz de la existencia de la cámara de gas de Dachau, arriesgaba ser encarcelado. Interin y ya hace tiempo, se ha impuesto el concepto revisionista que establece que en Dachau la cantidad de víctimas no fue de 238.000 sino de 32.000 y que ningún prisionero de ese campo fue gaseado. Los revisionistas no tienen otra meta que la de conseguir, en cuanto a Auschwitz, lo que en el caso de Dachau es de aceptación general: reducen la cantidad de víctimas a un séptimo (de un millón a aproximadamente 150.000) y declaran que las cámaras de gas de Auschwitz son una mentira, así como lo eran las de Dachau.
El «especialista en materia de holocausto», Wolfgang Scheffler, publica en su libro Judenverfolgung lm Dritten Reich («Persecución de los judíos en el Tercer Reich», Colloquium Verlag, 1964, p. 40), las siguientes «estimaciones cautelosas» sobre el número mínimo de víctimas:
Auschwitz.........................«mucho más de un millón»
Treblinka................................750.000 muertos
Belzec.....................................600.000
Chelmno.................................300.000
Sobibor...................................250.000
Majdanek...............................250.000
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La mayoría abrumadora de los asesinados habrían sido judíos, lo que significa, según esta estadistica, que más de 3 millones de judíos fueron gaseados en los 6 campos.
13. La falta de documentos de cualquier tipo sobre el holocausto y las cámaras de gas
Los nazis practicaron hasta el exceso la famosa escrupulosidad alemana; todo y cualquier cosa se registraba. Es así como casi 3.000 toneladas de documentos del Tercer Reich han quedado conservadas. Varias matanzas ordenadas personalmente por Hitler están perfectamente documentadas, como p. ej. la «Acción Eutanasia», es decir, la matanza de enfermos terminales. Dado que un operativo tan gigantesco como lo sería el asesinato de varios millones de personas en las cámaras de gas forzosamente tendría que estar acompañado de un enorme despliegue administrativo, uno pensaría que en relación al holocausto debería existir un sinnúmero de documentos. La verdad, empero, es que no existe ni un solo documento alemán acerca de un plan sobre la exterminación de los judíos o de proyectos sobre la construcción de cámaras de gas, excepto de aquellas destinadas a la exterminación de piojos. Este hecho es aceptado hasta por los exterministas. El «experto en materia de holocausto», el judío León Poliakov, escribe en su libro Bréviaire de la haine (Edición completa, edición de bolsillo de 1986, p. 124):
    Los archivos del Tercer Reich, como asi también las aclaraciones y relatos de los jefes nazis, nos permiten reconstruir en detalle el origen y el desarrollo de los pianes de agresión, de las campañas militares, además de toda la gama de medidas por las cuales los nazis quisieron reformar el mundo a su gusto. Unicamente la exterminación de los Judios queda en las penumbras, tanto referente a su concepto, básico como en cuanto a muchos otros puntos. Deducciones y razonamientos sicológicos, relatos de tercera y cuarta mano, nos permiten, no obstante, reconstruir casi exactamente el desarrollo de ese plan. Sin embargo, muchos detalles quedarán para siempre desconocidos. En lo que respecta al concepto mismo del plan para
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el exterminio total, los tres o cuatro culpables principales han muerto. No ha quedado ningún documento -- hasta puede ser que nunca haya existido alguno.
Comparando las cifras de muertos citadas por Wolfgang Scheffler con la estadística de Arolsen, comprobamos que en el caso de Auschwitz y de Majdanek solamente quedó registrada una fracción de las presuntas víctimas, mientras que los cuatro «campos de la muerte» propiamente dichos, Belzec, Sobibor. Treblinka y Chelmno faltan en su totalidad de la estadística de Arolsen (a menos que figuren bajo «Varios», donde se enumeran 4.704 muertes comprobadas). Mientras que el número de 4.431 muertos en un KZ relativamente pequeño como Struthof/Natzweiler está perfectamente registrado, falta todo rastro de los 1,9 millones de asesinados en los cuatro «campos de la muerte propiamente dichos», Los 1,9 millones de cadáveres han desaparecido y no dejaron ni rastro de cenizas, como que de las cámaras de gas no ha quedado ni una piedrita. ¿Cómo explican los exterministas estas cosas curiosas?
Los nazis -- así dicen -- quisieron mantener en secreto el asesinato de los judíos ante el pueblo alemán y el mundo. Por eso, las órdenes de gaseos fueron dadas sólo verbalmente, y si en algún caso eran indispensables algunos documentos, éstos fueron destruidos a tiempo. Los cadáveres de los gaseados habrían sido quemados, las cenizas esparcidas, las cámaras de gas destruidas (con excepción de las de Majdanek y las de Auschwitz, cuya destrucción no pudo llevarse a cabo por falta de tiempo). Las cuatio cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau habrían podido ser voladas, no lográndose ya remover los escombros.
A esta altura vale la pena llevar a cabo un pequeño experimento mental: Supongamos que el gobierno suizo decida asesinar a todos los extranjeros residentes en Suiza, es decir más o menos 1,4 millones de personas. Para encubrir esa atrocidad, todas las órdenes de matar y de remover inmediatamente los cadáveres serian dadas verbalmente. ¿No saldría a la luz esa masacre gigantesca? ¿Es que nadie se daría cuenta de que en Suiza de repente ya no viven más extranjeros?
Basta con este ejemplo. No importa que Al emania ganase o perdiese la guerra, el genocidio tenia que haber salido a la luz de todos modos. ¿Para qué entonces todo ese secreto ridículo?
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14. El talón de Aquiles de las camarillas de falsificadores de la historia
La mayoria de las personas criadas en la sociedad occidental cree en las cámaras de gas. Casi ninguna de ellas tiene conciencia de los siguientes hechos:
-- En todo proceso por homicidio debe elaborarse un dictamen pericial sobre el arma con el que se censumó el crimen, se trate de un revólver o un cuchillo, de un martillo o una hacha. Sin embargo, en ninguno de los juicios contra los nazis, en los que se trataba supuestamente de millones de asesinados, se ordenó elaborar tal dictamen.
-- Ningún químico, ningún ingeni ero, llegó a examinar jamás ni las cámaras de gas de Majdanek y Auschwitz, ni los escombros de las cámaras de gas de Birkenau, antes de que el ingeniero norteamericano especialista en cámaras de gas, Fred Leuchter, viajase en febrero de 1988 con un pequeño equipo a Polonia para escudrifiar las cámaras de gas. Pero Leuchter actuaba por cuenta de los revisionistas.
-- Ninguna autopsia de un prisionero muerto en un KZ dio por resultado: muerto por gas.
Léanse las obras fundamentales de la literatura holocáustica: Vernichtung der europäischen Juden («Aniquilación de los judíos europeos») de Hilberg; Endlösung («Solución final») de Reitlinger, Bréviaire de la haine, de Poliakov; The War Against the Jews, de Lucy Dawidowicz; Menschen in Auschwitz («Hombres en Auschwitz») de Langbein; SS-Staat («El Estado de las SS») de Kogon; o el compendio editado en 1991 por Wolfgang Benz: Dimension des Völkermords («Dimensiones del genocidio»). En ninguna de estas obras estándar se publica un plano o un croquis de una cámara de gas nazi y en ninguna se explica, aun someramente, el funcionamiento de esos espantosos instrumentos de matanza. Ni siquiera Georges Wellers en Les chambres à gaz ont existé o J. C. Pressac en Technique and Operation qf the Gas Chambers nos presentan una imagen de esas cámaras de la muerte. Después de haber estudiado a fondo los libros mencionados, léanse otros diez, veinte, cincuenta o cien librotes sobre el holocausto; léanse docenas

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o centenares de «relatos de sobrevivientes», -- ¡en ningún lado será posible encontrar una descripción técnica de las cámaras de gas! Los únicos que se ocuparon de los requisitos técnicos necesarios para el funcionamiento de una cámara de gas, son los revisionistas. Ditlieb Felderer, un sueco descendiente de austriacos y Testigo de Jehová, comenzó a ocuparse de los campos de concentración alemanes, investigando la suerte corrida por unos 60.000 correligionarios suyos supuestamente asesinados por los nazis. En el transcurso de varios años de pesquisas, Felderer encontró que los nazis no habían asesinado a 60.000 Testigos de Jehová, sino exactamente a 203. Tomó 30.000 fotografías en el terreno de los «campos de aniquilamiento» y examinó a fondo los hernos crematorios y las «cámaras de gas». Felderer llegó a la conclusión de que las »cámaras de gas» nunca jamás hubieran podido funcionar, que los relatos de «testigos oculares» sobre gaseos no eran más que una tanda interminable de sandeces y que los hornos crematorios no hubieran podido, bajo condición alguna y ni por aproximación, llevar a cabo la tarea atribuida. Como castigo por sus investigaciones, Felderer fue encarcelado y, siguiendo el procedimiento soviético-comunista, sometido por la fuerza a una revisación siquiátrica.
El francés Robert Faurisson, profesor de literalura y análisis de textos, estaba convencido de que todo estudio serio del problema de las cámaras de gas debía tener por punto de partida el estudio de las técnicas de gaseo y del insecticida Zyklon B, presuntamente utilizado para el homicidio en masa:
    «Quise saber cómo se gaseaba a visones de cria, cómo se gaseaba a cuevas de zorro, cómo se llevaban a cabo las ejecuciones por gas en los Estados Unidos. Comprobé que en la gran mayoria de los casos se usaba gas cianhidrico.» (Entrevista de Faurisson para la revista italiana Storia lllustrata, citada en Vérité historique ou vérité politique?, de Serge Thion, La Vieille Taupe, 1980, p. 174.)

15. Las cámaras de gas estadounidenses
Como primer investigador, Robert Faurisson llegó a la conclusión de que un trabajo sobre las presuntas cámaras de ejecución alemanas
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debía comenzarse con un estudio de las cámaras de gas estadounidenses.
La primera ejecución de un asesino por medio de gas, se llevo a cabo en Nevada, en el año 1924. A continuación, otros estados norteamericanos adoptaron ese método de ejecución por considerarlo el más humano. Como herramienta de matanza se usa el gas cianhídrico. Una ejecución por medio de gas es un proceso altamente complicado. Los preparativos de la ejecución, ésta en si, así como la limpieza posterior de la cámara mortal, duran varias horas. En el presidio de Baltimore/Maryland por ejemplo, el proceso completo se compone ni más ni menos que de 47 pasos, algunos de ellos muy complejos. La cámara de gas debe estar herméticamente cerrada, ya que de otra manera la ejecucion se convertiria en un juego mortal tanto para el personal del presidio como para los testigos.
El candidato a la muerte es amarrado fuertemente a una silla. Después se dejan caer bolitas de cianuro en un recipiente con ácido sulfúrico diluido. Las bolitas se disuelven y el gas mortal es liberado. El condenado aspira el gas y se desvanece después de aproximadamente 45 segundos; tres minutos más tarde muere. El gas es neutralizado en un purificador de aire y conducido al exterior. La cámara debe ser ventilada meticulosamente durante 20 minutos antes de que puedan entrar un médico y dos auxiliares en traje de protección, con guantes protectores y con másearas de gas para sacar el cadáver. Dado que es imposible excluii toda posibilidad de escape, siempre se dispone de un equipo de primeros auxilios para las personas presentes fuera de la cámara.
¿A quién le sorprende, entonces, que más y más estados norteamericanos abandonen este tipo de ejecución absurdamente caro, complicado y peligroso para sustituirlo por otro, la inyección letal? (Fuente: Thion, p. 301 y sig.)
16. El Zyklon B y las cámaras de desinsectación alemanas
El insecticida Zyklon B se utiliza hasta el dia de hoy para la desinsectación de graneros, barcos, etc., pero también, con el fin de com-
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batir la rabia, para gasear las cuevas del zorro. Durante la Segunda Guerra Mundial fue empleado en muchos campos de concentración, también en aquellos de los que ya ningún historiador asevera que en ellos hayan existido cámaras de ejecución. Se calcula que la rapa de unos 25 millones de personas fue despiojada con Zyklon B. Sin lugar a dudas, esta medida sanitaria salvó de una muerte por tifus a cientos de miles de prisioneros, entre ellos a no pocos cautivos judíos de KZ.
El Zyklon B se entregaba en forma de pastillas o bolitas herméticamente envueltas. Como sustrato servían fibras de madera o diagranulado, una masa pardo-rojiza granulada. En contacto con el aire, el gas es liberado. La duración de ese proceso qui mico depende de la temperatura ambiente. Al ser alcanzado el punto de ebullición de 25,7 grados centígrados, tarda aproximadamente media hora hasta que la mayor parte del gas se haya evaporado, pero mucho más tiempo si la temperatura es más baja.

Veamos ahora cómo se usaba el Zyklon B en la práctica, según dos documentos alemanes de la época de la Segunda Guerra Mundial.
Para el despioje de ropa se empleaban en gran escala las cámaras de desinsectación construidas por la DEGESCH (Sociedad alemana para la lucha contra los parásitos). Esas cámaras tenían un volumen normal de 10 m3 y podían ser cerradas herméticamente.
La ropa a despiojar se colgaba en una vara o se la colocaba en un carro que podía ser movido para adentro y sacado de la cámara.
La cámara se calentaba a una temperatura de entre 25 y 35 grados centigrados. Por un sistema de circulación se esparcía el gas que emanaba de los granos de Zyklon. El mismo sistema servía para ventilar con rapidez la cámara con aire precalentado. Al poner en funcionamiento el sistema de circulación, la lata con el Zyklon se abría automáticamente y su contenido se vaciaba sobre un soporte; así se quería evitar que al limpiar la cámara, algunos granos esparcidos por el suelo, que aún después de horas seguían emitiendo gas, pasasen desapercibidos, poniendo en peligro a seres humanos.
Et tiempo de gaseo era de una hora como mínimo y el de ventilación de 15 minutos. A continuación, la ropa despiojada se dejaba ventilar al aire libre. El manejo de las cámaras se permitia solamente a personas especializadas.
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(Fuente: E Pantigam, H. Breymesser, E. Bernfus: Blausäuregaskammern zur Fleckfieberabwehr («Cámaras de gas cianhídrico para la lucha contra el tifus»), publicación extraordinaria del Reichsarbeitsblatt, Berlín 1943).
Otras premisas valían naturalmente cuando se trataba de la desinsectación de recintos que no podían ser ni calentados ni cerrados herméticamente, como son viviendas, barcos, etc. Cómo debía procederse en la práctica para gasear un edificio está descripto en un folleto de instracciones editado en 1942 por la institución sanitaría del Protectorado de Bohemia y Moravia, con el título: «Pautas para el empleo del ácido cianhídrico (Zyklon) para la exterminación de insectos.» Según ese folleto, la desinsectación con Zyklon solamen!e podía ser llevada i cabo por un equipo compuesto por lo menos per dos hombres capacitados. Cada especialista en desinfección debía llevar una máscara antigás con dos filtros especiales contra el ácido cianhídrico, un medidor de vestigios de gas, una inyección con antídoto y además un permiso especial para ese tipo de trabajo. Antes de comenzar la tarea se debía pegar un rótulo de aviso, por caso en varios idiomas e identificado por una calavera, sobre la puerta del edificio a desinsectizar. Una guardia cuidaba de que no se acercase nadie que no estuviese autorizado. Según el folleto mencionado, la parte más peligrosa del proceso era la ventilación que debía durar por Io menos 20 horas.
Este folleto de instrucciones fue usado, caso curioso, por la fiscalía en el proceso de Nuremberg como documento No NI-9912, a pesar de que cualquier observador atento se debía dar cuenta de que las indicaciones sobre las propiedades del Zyklon B contenidas en él revelaban que las declaraciories de testigos sobre gaseos en masa eran absurdas.

17. Tres testigos principales de Auschwitz
Vamos a citar ahora partes de las declaraciones hechas por los tres testigos oculares más importantes que dicen haber presenciado los presuntos gaseos de Auschwitz. Rudolf Höss fue comandante de ese campo de concentración desde 1940 hasta fines de noviembre de
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1943. Después de la guerra desaparecló del mapa, pero fue descubierto por los ingleses en marzo de 1946. Después de tres días de interrogatorio dio a protocolo su confesión sobre el gaseo de 2,5 millones de personas en Auschwitz, la que, hasta el dia de hoy, es considerado como uno de los pilares de la historia del holocausto. Más tarde Höss fue extraditado a Polonia, antes de su ejecución en abril de 1947, se le permitió escribir en la prisión de Cracovia sus «Notas autobiográficas». En su confesión dice Höss:
    Cuando construí el edificio de aniquilamiento en Auschwitz, utilicé el Zyklon B, un ácido cianhídrico cristalino que echábamos a la cámara de la muerte por una pequeña abertura. Se necesitaban 3 a 15 minutos, según las condiciones climaticas, para matar a las personas dentro de la cámara de la muerte. Sabianios que las personas habían muerto cuando terminaba el griterio. Generalmente esperábamos media hora antes de abrir las puertas para sacar los cadáveres. Después de alejar los cadáveres, nuestros comandos especiales les quitaban los anillos y les extraían el oro de los dientes. Otra mejora en comparacion con Treblinka fue que construimos cámaras de gas con capacidad para 2.000 personas, mientras que en cada una de las 10 cámaras de gas de Treblinka solamente cabían 200 personas. (Documento de Nuremberg NO 3868-PS).
(Nota: Según su confesión, Höss visitó Treblinka en junio de 1941. El campo se inauguró el 23 de julio de 1942. Höss menciona en su confésión tamblén otro campo de exterminio «Wolzek», del cual desde aquel entonces nunca más se oyó hablar.)
En cuanto a los «comandos especiales», se trataba, según Höss, de judíos que manejaban las cámaras de gas y que después de un periodo de tiempo determinado eran gaseados ellos mismos y sustituidos por otros. La horrorosa práctica de profanación de cadáveres es descripta por Höss en sus notas autobiográficas (Höss, Rudolf: Kommandant in Auschwitz [«Comandante en Auschwitz»], introducción y comentario de M. Broszat, Deutsche Verlagsanstalt, 1958, p. 126):
    Después, sacar los cadáveres de las cátnaras, extraerles los dientes de oro, cortarles el pelo, arrastrarlos hasta las fosas o hasta los hornos creniatorios. La alinientación delftiego en las fosas, el verter de la grasa acumulada, el hurgar en las pilas de cadáveres que se
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    cremaban para asegurar la provision de aire. Todos estos trabajos los hacían con cierta impasibilidad apática, como si fuera una cosa trivial. Mientras arrastraban los cadáveres, comían o fumaban.
Un miembro del comando especial, el judío eslovaco Filip Müller sobrevivio de manera milagrosa a no menos de cinco acciones de aniquilamiento. En su libro Sonderbehandlung («Tratamiento especial»), Editorial Steinhausen, 1979, Müller describe su primera acción:
    Delante de mí yacia el cadáver, de una mujer. Primero le quité los zapatos: al hacerlo, mis manos temblaban y mi cuerpo, entero se estremecia cuando comencé a sacarle las medias... Los seis hornos estaban ardiendo, cuando Stark dio la orden de arrastrar los cadáveres desnudos por el piso de hormigón mojado. Fischl iba de un muerto a otro y a cada uno le abría la boca con una barra de hierro sirviendo de escoplo. Al descubrir un diente de oro, lo arrancaba con una tenaza y Io echaba dentro de una lata. (p. 23 y sig.).
En la página 215, Müller relata cuanto tiempo transcurría entre el asesinato por gas y la profanacién de los cadáveres:
    Desde la víspera habían desaparecido tres transportes, uno cada cuatro horas aproximadamente, en las cámaras de gas del crematorio V, donde fueron gaseados. Después de que los gritos, los gemidos y los estertores habían cesado, las cámaras de gas se ventilaban por unos minutos. Después la gente de las SS empujaba a los comandos de prisioneros adentro de las cámaras para que saquen los cadáveres.
Como tercer testigo principal de los gaseos en masa de Auschwitz queremos citar a Rudolf Vrba. Vrba, un judío eslovaco cuyo nombre original era Rosenberg, de joven estuvo aprisionado en el campo. En abril de 1944 logró huir. Sus declaraciones sobre los sucesos de Auschwitz fueron publicados, conjuntamente con las de otros testigos, en noviembre de 1944, por el «World Refugee Board», una organización fundada bajo el auspicio del ministro de finanzas de los EE.UU., Henry Morgenthau. En ese informe del WRB se basaron los fiscales de Nuremberg y ahi se halla el origen de la imagen que hoy en día tenemos de Auschwitz.
En un párrafo de su libro I Cannot Forgive (Bantam, Toronto, 1964, p. 10 a 13), que citamos a continuación, Vrba hace el relato

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de una visita de Himmler en Auschwitz en enero de 1943, En esa oportunidad habría sido inaugurado un nuevo crematorio en Birkenau con el gaseo de 3.000 judíos. (Nota, Himmler estuvo por última vez en Auschwitz en julio de 1942 y el primer crematorio de Birkenau entró en funcionamiento en marzo de 1943). Cedamos la palabra ahora a Vrba, ese importantísimo testigo principal del holocausto:
    Heinrich Himmler visitó el campo de Auschwitz una vez en enero de 1943. Debía presenciar la primera matanza en masa del mundo practicada a escala industrial, al estilo de la cinta transportadora, y participar en la inauguracion del flamante juguete del comandante del campo, Höss: su crematorio. Era sin lugar a dudas algo grandioso. 100 yardas de longitud, 50 yardas de anchura, con 15 hornos crematorios, cada uno capaz de cremar tres cadáveres en 20 minutos simultáneamente, un monumento de hormigón armado a su constructor, el señor Walter Dejaco... El (Himmler) vio efectivamente una démostración impresionante, afectada unicamente por un atraso en el horario que hubiese causado disgusto en cualquier estación de ferrocarril en Alemania. El comandante Höss, ansioso por poner a prueba la eficiencia de su nuevo juguete, había hecho llegar un transporte extraordinario de 3.000 judios polacos destinados a ser aniquilados por el método alemán moderno.
    Aquella mañana Himmler llegó a las ocho y el show debía de empezar una hora mas tarde. A las nueve menos cuarto las nuevas cámaras de gas con su simulacro de duchas y sus carteles que rezaban «Cuidar la limpieza» o «Mantener la tranquilidad», etc., estaban atestadas de gente.
    Las guardias de las SS habían tenido cuidado de que ni un centimetro de lugar quedase desocupado y para ello dispararon algunos tiros en la entrada. Asustados, los que ya estaban dentro de la cámara se movieron para atrás y mas victimas fueron empujadas hacia adentro. Después arrojaron a lactantes y a los niños sobre las cabezas de los mayores, las puertas se cerraron y se les echó el cerrojo. Un hombre de las SS con una pesada máscara antigás estaba parado sobre el techo de la cámara esperando el permiso de echar las bolitas de Zyklon B. Aquel día su oficio era un puesto de honor, ya
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que no todos los dias tenía invitados tan ilustres, y con seguridad estaba tan nervioso conio el estarter de una carrera de caballos al dar la señal de partida...
    El hombre con la máscara antigas manipulaba sus latas de Zyklon. Debajo de él se encontraba una sala repleta. Pero ni rastros del Reichsführer (Himmler) que había ido a desayunar con el comandante Höss.
    En algun lado sonó un teléfono. Todas las cabezas se movieron en esa dirección... La información decía: «El Reichsführer todavia no terminó de desayunar... » En la cámara de gas los hombres y las mujeres, locos de desesperación y que finalmente habían comprendido lo que significaba una ducha en Auschwitz, empezaron a gritar, aullar y a golpear débilmente contra la puerta, pero afuera nadie los oia, ya que la nueva cámara no solamente estaba aislada contra el gas, sino también contra ruido...
    Pero a las once, con dos horas de atraso, arribó un automóvil. Himmler y Höss bajaron y conversaron un momento con los oficiales de mayor rango. Himmler los escuchó con atención cuando le explicaron detalladamente el procedimiento. Caminó sin apuro hasta la puerta cerrada, echó una mirada por el grueso vidrio de la pequeña mirilla a la gente que gritaba dentro de la cámara y se dirigió después otra vez a sus subordinados para hacerles algunas preguntas más. Por fin podía comenzar el baile. Una orden en tono cortante fue dada al hombre de las SS parado sobre el techo. Este levantó una tapa redonda y dejo caer las bolillas sobre las cabezas debajo de él. Sabia, como todos los demas, que el calor producido por los cuerpos apretujados haría que el gas emanase de las bolillas al cabo de unos pocos minutos. Por eso cerró la escotilla inmediatamente.
    El gaseo había comenzado. Höss esperó un rato, para que el gas pudiese circular bien, y cortésmente invitó a su invitado a echar una nueva mirada por la mirilla. Himmler miró algo embobado, y obviamente impresionado al interior de la cámara de la muerte y se dirigió con renovado interés al comandante, haciéndole una serie de nuevas preguntas.
    Lo que había visto pareció haberlo satisfecho y puesto de buen
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    humor. A pesar de que raras veces fumaba, aceptó un cigarillo de un oficial y mientras lo chupaba torpemente, se reía y bromeaba.
    Esa atmósfera más relajada por supuesto no significaba perder de vista lo más importante. Más de una vez se alejó del grupo de oficiales para cerciorarse del progreso de la acción y cuando todos estaban muertos, se interesó vivamente por el procedimiento siguiente.
    Ascensores especiales transportaban a los cadáveres al crematorio, pero la cremación no se llevé a cabo inmediatamente. Había que extraer los dientes de oro. De las cabezas de las mujeres había que cortar el cabello que serviría como material de empaque para los cabezales de torpedos. Se había tomado nota previamente de los judíos ricos, cuyos cadáveres ahora eran separados para su posterior disección. No podía descartarse que algun pillo entre ellos hubiese escondido joyas -- aun diamantes -- en alguna abertura de su cuerpo.
Era sin duda una tarea complicada, pero la nueva maquinaria funcionaba perfectamente, manejada por obreros diestros. Himmler esperó hasta que el humo sobre las chimeneas se pusiera espeso y después echó una mirada a su reloj: era la una de la tarde, ¡Tiempo para almorzar!





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"Israel en tanto que estado judío constituye un peligro no sólo para sí mismo y sus habitantes sino para todos los judíos y para todos los demás pueblos y estados de Oriente Medio y de más allá de esta región."

- Prof. Israel Shahak, autor antisionista israelí.


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