La falsificación de la realidad La Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío
Por Norberto Ceresole
Capítulo 5º - Capítulo 6º - Capítulo 7º - Anexo al Capítulo 7º - Epílogo
CAPÍTULO 5
LOS JUDÍOS EN LA ARGENTINA.El factor histórico: España y los judíos
Mucho tiempo ha transcurrido desde los comienzos de la formación de la Gran España Americana-Mediterránea (o Atlántico-Árabe) que es diseñada por los Reyes Católicos -en especial por Isabel, cabeza del Estado del Reino de Castilla-, hasta la Pequeña España post-OTAN, hasta esta España desgarrada de nuestros días. Sin embargo, existe una posibilidad y una necesidad cada vez más imperiosa de relacionar ambas etapas históricas, porque la crisis contemporánea es cada vez más intensa, y la búsqueda de identidad, es decir, de ubicación en el mundo, cada vez más acuciante.
Abarcar un tan largo período de tiempo en una exposición forzosamente limitada nos obligará a realizar síntesis drásticas en el análisis histórico y en la exposición de teorías políticas. Hubiese querido, por ejemplo, explorar y explotar con mayor dedicación los excelentes dos volúmenes del eminente antropólogo español Don Julio Caro Baroja, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea. O sacar más provecho al magnífico trabajo del investigador argentino Federico Rivanera Carlés: Los conversos ¿Víctimas o victimarios de España? Esos cortes involuntarios provocarán en la mayoría de los casos deformaciones parecidas a las que impone la geometría a la cartografía: las proyecciones de una esfera sobre un plano produce siempre alteraciones en la representación de los espacios.
No pretendo ocultar que muchas de mis ideas están orientadas a los lectores católicos que ven con creciente preocupación como el catolicismo institucional se subordina progresivamente a la confluencia judío-evangélica (protestante), que es la ideología imperial de la potencia hegemónica. Hasta ahora en Europa y en Iberoamérica se ha subestimado a ese mundo católico, o se ha presupuesto, según las orientaciones ideológicas de la postmodernidad, que el mismo forma parte automática de lo que el iluminismo llamó "reacción".
Sin embargo el católico no institucional es un "revolucionario natural", porque su conciencia es una conciencia desgarrada. "Desde esa conciencia desgarrada, desde ese mundo pre-revolucionario puede surgir ahora una cultura resistente ante esta victoria provisional del neoliberalismo. La Teología y la Profecía católicas visionaron la nueva forma que hoy adopta, provisionalmente, la historia: su forma homogénea universal. Es el tiempo del Anticristo: 'El Anticristo usurpará simplemente este ideal de unidad del género humano en la institución perversa del Imperio Universal...'"(1).
Bajo esta perspectiva establecimos una relación entre la Inquisición de 1478 (entendida como continuidad lógica e institucional de la expulsión de 1492) y el "Holocausto" (Alemania, 1941-45), entendido este último como una verdadera expulsión.
La relación entre Inquisición y expulsión fue incluida, una vez más, recientemente, en la historia negra de España. La Inquisición fue definida y aceptada como el antecedente "ideológico" del "Holocausto", es decir de un Mito. De allí la necesidad de relacionar este Capítulo 5 con el 7, referido específicamente al "mito del Holocausto".
Nuestra definición es muy otra: una falsa imagen -la historia negra de España- es la apoyatura de un Mito cinco siglos después. Estamos pues no ante la historia, sino ante una teología de la historia. Las imágenes ocupan el lugar de los procesos reales, y la ciencia es reemplazada por la mitología. Imagen negra y Mito están en el subsuelo cultural de la destrucción de Europa. De una destrucción aceptada con tal de producir reconocimiento de cara a la perversa institución del Imperio Universal que se pretende edificar en base a la "ideología" judeo-cristiana.
Este libro no pretende, por supuesto, justificar ni mucho menos glorificar dos hechos moralmente reprobables, como lo son la expulsión de un grupo humano (España, 1492), y un genocidio de los tantos ocurridos en la historia de los hombres (Alemania, 1941-45). Pretende ser una réplica racional y una crítica radical a dos mitos construidos a posteriori de los hechos, y que en ambos casos son deformadores (constituyen interpretaciones deformadas) de esos hechos. Hablaremos, por lo tanto, de ideologías, y no de realidades. Esos mitos fueron construidos a partir de intereses políticos, mucho después de haber ocurrido los hechos a los que se refieren, y por lo tanto constituyen deformaciones específicas de la realidad. Son interpretaciones ideológicas de ambos procesos históricos, y no el proceso histórico propiamente dicho. En todo caso ello es lo que trataremos de demostrar en este trabajo.
Tanto la "Historia Negra de España" como el "Mito del Holocausto" tienen muy poco que ver, en tanto construcciones ideológicas ex post factum, con las respectivas realidades que intentan representar o expresar en términos simbólicos ambas interpretaciones historiográficas. Estamos hablando de mitos y no de realidades. Ambos mitos constituyen, en un sentido estricto del concepto, sacralizaciones, esto es, situaciones reales sacadas de contexto y llevadas al absoluto. Los hechos reales que ambos mitos pretenden representar, son moralmente condenables, pero dado que ocurrieron en un tiempo histórico y no sobrenatural, son explicables a partir de la utilización de los elementos elaborados por las ciencias sociales y, más específicamente, por la ciencia histórica. Son explicables, y no "justificables", a partir del análisis histórico racional.
Rechazamos la Historia Negra de España en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la historia de España. Rechazamos el Mito del Holocausto en tanto y en cuanto constituye la sacralización negativa de la historia contemporánea de Alemania. "Negamos" las sacralizaciones construidas para satisfacer fines eminentemente políticos generados mucho después de producidos los hechos.
Como sostiene el historiador alemán profesor Ernst Nolte, el pensamiento científico no puede callar por más tiempo. No existe el "crimen único" ni el "mal absoluto", como pretenden los mitófilos de cualquier signo. El principio más elemental de la ciencia sostiene que todos los fenómenos humanos guardan relación con otros fenómenos humanos. Todos ellos deben comprenderse a partir de esas relaciones. El principio más elemental de la ciencia sostiene que en el estudio de esas relaciones deben excluirse todas las reacciones emocionales, incluidas las religiosas, por muy legítimas o poderosas que ellas sean. "El pensamiento científico sostiene que el acto más inhumano es siempre 'humano' en el sentido antropológico; que el 'absoluto' de postulados y máximas morales, como por ejemplo: 'no matarás', no es tocado por la determinación histórica, en el sentido que desde los principios de la historia hasta el presente la matanza de hombres por hombres, la explotación de hombres por hombres, han sido realidades permanentes; que el historiador no debe ser un mero moralista... El absoluto, o sencillamente lo singular en la historia sería un 'numinosum', al que sólo debería uno acercarse en actitud religiosa, pero no con criterios científicos" (Sobre Ernst Nolte: ver pags. 360 y ss.).
La tarea del pensador es analizar las conexiones de los procesos históricos y sociales. Debe preservarse de las críticas de los que quieren confrontar el "mal absoluto" en nombre del "bien absoluto". "Sólo el análisis mismo y no profesiones de fe y aserciones prematuras logrará acercamientos progresivos a la realidad histórica" (Nolte).
Desde posiciones de poder en otros tiempos inimaginables, algunos hoy proceden de forma inmoral, y creen poder colocarse, sin más ni más, en la antítesis de la ciencia, ya sólo quieren admitir a determinados grupos humanos entre un sinnúmero de víctimas. Ello es así porque están convencidos de la existencia de una desigualdad esencial entre los seres humanos, a pesar de que ellos -"los elegidos"- son tan culpables como aquellos a los que acusan. "Se sobreentiende que no deben negarse las diferencias, porque en ella radica la esencia de la realidad. Sin embargo, el pensamiento histórico debe oponerse a la tendencia del pensamiento puramente ideológico y emocional, orientado a afianzar esas diferencias... La pretendida neutralidad del pensamiento histórico no puede ser de carácter divino y por ende estar a salvo de cualquier error... El pensamiento histórico debe estar dispuesto a revisarse, siempre y cuando se presenten buenas razones y no sólo voces de indignación renuentes a aceptar que es preciso explicarlo todo en la medida de lo posible, pero que no todo lo explicado es comprensible y no todo lo comprensible se justifica. Por otra parte es imposible renunciar a la propia existencia, y sólo de ella resulta una toma de partido directa y concreta" (Nolte).
Nuestro análisis sobre dos procesos concretos de expulsión de grupos humanos (España, Siglo XV; Alemania, Siglo XX) se fundamenta en el hecho absolutamente verificable de que el grupo social expulsador, plenamente mayoritario, era consciente de que a partir de la expulsión estaba preservando su "propia existencia". Esa mayoría social percibía al grupo expulsado como a un peligro muy grande para la continuidad de su propia existencia.
Esta es nuestra explicación relacional entre grupos humanos antagónicos, que trataremos de hacer comprensible, pero en ningún caso "justificadora". Es curioso que los mismos grupos humanos que pretenden negar por decreto lo que es un derecho natural de la vida misma, y no sólo del pensamiento científico, esto es, el ejercicio de la capacidad humana para revisar su propia historia, asumiendo la libertad y la responsabilidad de afirmar o de negar interpretaciones históricas controvertidas (situaciones humanas y no divinas, siempre relativas y nunca absolutas); es curioso que esos mismos grupos humanos ejerzan el poder político, en este mismo tiempo histórico contemporáneo, negando a "los otros" el derecho a la existencia. Eliminando a "los otros", torturándolos y masacrándolos. Como es el caso del simbólico y sacrosanto Estado de Israel, en cuyo nombre se construyeron los mitos criticados en este trabajo.
Contra la "distorsión de nuestro ser histórico"
(Heidegger)La grandeza de España nace con toda precisión en el año 1492. Con la misma exactitud es posible determinar las causas de esta grandeza. El Estado logra consolidar, en términos reales, es decir, en los niveles de la política práctica, y por primera vez en la historia europea, el concepto de homogeneidad nacional.
En 1492 España emerge como un Estado-nación central -en el sentido contemporáneo del concepto- ya que logra superar las principales discontinuidades que habrían prevalecido hasta ese momento, que fueron básicamente tres:
*Las discontinuidades político-geográficas;
*Las discontinuidades sociales y,
*Las discontinuidades culturales.
Discontinuidades geopolíticas Las discontinuidades político-geográficas estaban constituidas por la existencia de Estados soberanos independientes: el reino de Granada, que fue la expresión última de la antigua y poderosa cultura política de la España Musulmana, Navarra y Vizcaya, Galicia y Valencia, entre otros fueros no totalmente homogeneizados.
Respecto al Reino de Granada hay que destacar la voluntad integradora prevaleciente en la Gran España de 1492. "La minoría musulmana fue incrementada con la conquista del reino de Granada con todos los vencidos que no quisieron emigrar. La capitulación otorgada a los granadinos era muy generosa: podían seguir practicando libre y públicamente su religión, como también sus costumbres tradicionales, y el primer arzobispo de Granada, fray Hernando de Talavera, confesor y hombre de confianza de la reina Isabel, puso en práctica un programa de atracción y de evangelización por métodos suaves. Estimaba muy alto la calidad moral de los vencidos y se le atribuye la frase: 'Hermanos, tomad de nuestra fe y dadnos de vuestras costumbres'" (2).
Discontinuidades sociales Las discontinuidades sociales amenazaban la homogeneidad del nuevo Estado Central emergente con tanta intensidad como las discontinuidades político-geográficas. Esas discontinuidades sociales emergían de los conflictos sociales realmente existentes hacia 1492. El principal de ellos estaba representado por las sublevaciones populares cíclicas -y acumulativas- que eclosionan por lo menos durante los siglos XIII, XIV y XV, contra la "burguesía" judía.
Es Marcel Bataillon quien señala no sólo la naturaleza burguesa del judaísmo y del criptojudaísmo español ("Son familias -las conversas- que a menudo se han especializado en el manejo del dinero, y que constituyen el elemento más activo de la burguesía española"), sino también la relación estrecha que mantiene esa específica burguesía con la nobleza española ("Cuando se estudian las genealogías de los conversos en los procesos de la Inquisición, se queda uno asombrado de ver a tantos miembros de esas familias marranas al servicio de los grandes, especialmente en calidad de administradores, mayordomos y secretarios. Es como una simbiosis que une a los manejadores hereditarios del dinero y a los detentadores hereditarios de la fortuna territorial") (3).
Las cúpulas financieras judías en España -estrechamente relacionadas con sectores de la aristocracia y de las distintas "monarquías" regionales- eran percibidas, por el "pueblo bajo" (en un sentido estricto del término: por las clases populares y especialmente en los ciclos de restricciones y de crisis económica), como las causantes directas de esas crisis y de esas penurias económicas.
En España puede hablarse de movimientos populares antijudíos y darle a esa expresión el mismo significado "comunista" que tuvieron las insurrecciones campesinas de Thomas Münzer en Alemania (1524-1525, Turingia), realizadas bajo una "ideología" de naturaleza cristiano-mesiánica. Esos conflictos sociales representaban discontinuidades (fracturas de la nueva homogeneidad nacional) imposibles de soportar por el Estado "moderno" central cuya estructura emerge en 1492.
Son innumerables los autores, aun los judíos y los filojudíos, que subrayan la naturaleza popular (la furia de los campesinos y de los artesanos) de las insurrecciones antijudías en España, que eclosionan a lo largo de los siglos XIII, XIV y XV.
"El origen de estas persecuciones (antijudías) fue estrictamente popular. El pueblo humilde, agobiado por una situación económica insostenible, necesitaba recobrar por cualquier medio, incluso mediante la barbarie (4), las cartas judiegas de deudas, que tanto le preocupaban. La Iglesia, en cuanto institución, no provocó los desmanes, aunque algunos clérigos exaltados incitaron a los descontrolados cristianos" (5).
"Enrique II estaba comenzando a pulsar las consecuencias de su actitud antijudía que, apenas había sido favorecida por él, rápidamente había sido acogida con entusiasmo por las masas populares... los asaltos a las aljamas (ghetos) judaicas fueron protagonizados por el pueblo menudo de las ciudades de Castilla, así en Segovia, Ávila o Valladolid" (6).
Discontinuidades culturales ("La lengua siempre fue compañera del Imperio") Las discontinuidades culturales fueron enfrentadas por la Reina Isabel desde un ángulo poco conocido: consolidando el idioma castellano en el interior de un espacio nacional crecientemente homogeneizado (7).
No es casual que en tiempos inmediatos posteriores el idioma castellano haya sido la "ideología", esto es, la forma de expresión del catolicismo que, a partir de la consolidación de una institución fundamental llamada Inquisición (8), logra producir la Contrarreforma. La Contrarreforma es un movimiento cultural extremadamente vigoroso, que logra sostener -podríamos decir, "milagrosamente"- un movimiento de expansión imperial realizado por una demografía escasa y en su mayoría sustentada en actividades económicas primarias.
El lenguaje fue asumido como instrumento de expansión política, tal como lo expresó Antonio de Nebrija, el humanista y filólogo más importante del siglo XV español. Es elocuente y nos habla de una época luminosa el prólogo de su Gramática Castellana, dedicado a la reina Isabel. Nebrija sostiene con convicción que "...la lengua siempre fue compañera del Imperio" (9).
La España desgarrada o el retorno de los "Estados visigodos" hacia finales del Siglo XX. La nueva "barbarie" política En 1997 las discontinuidades y las fracturas vuelven a constituir el hecho dominante, que se impone por encima de la crisis de la homogeneidad nacional española fundada en 1492.
Para definir este período utilizaremos el concepto "desgarro", que expone Samuel Huntington (10), quien lo define como un fenómeno que afecta a sociedades y Estados en los cuales el proyecto de la élite no coincide -en el largo plazo- con los intereses de las mayorías sociales. Ese proyecto de la clase dirigente -la "modernización" turca es el caso prototípico- está orientado a re-definir la identidad cultural de la sociedad, para lo cual es necesario alterar los espacios estratégicos dentro de los cuales se desenvolvió hasta ese momento ese Estado.
Antes de 1492 no existían espacios estratégicos españoles (11) por la sencilla razón de que aún no existía un Estado nacional español homogéneo. A partir de 1492 ese espacio estratégico se construye bajo el signo de la universalidad dada la proximidad que se manifiesta entre una estrategia política -sobre todo la castellana- y un catolicismo reforzado que es "romano" sólo en ocasiones. Durante los años inmediatamente posteriores a 1492, la estrategia castellana explora y explota esa universalidad utilizando los dos ejes geoestratégicos que ella consideraba esenciales: el atlántico-americano y el mediterráneo-norafricano y oriental.
El tercer eje geoestratégico, el europeo, fue introducido inicialmente por los compromisos dinásticos del Reino de Navarra -por "los catalanes", como se decía en la época- que eran importantes sobre todo en Italia. Esos compromisos definieron, en primer lugar, la política hacia Francia del nuevo Estado homogéneo nacional. Los dos Austrias, Carlos I-V y Felipe II, subsidiarizan los desarrollos atlántico y mediterráneo al eje estrictamente europeo. Durante un siglo de aparente esplendor España es un Estado central en un sistema internacional dolorosamente unipolar (12).
El espacio estratégico que abarca esta política universal tri-dimensional hace que la época de la unipolaridad española constituya un sistema político internacional inestable, dado que los desarrollos de esos tres grandes ejes geopolíticos no se retroalimentaban entre sí, sino que dos de ellos estaban subordinados al tercero: a la política europea de los Austrias. El oro de América ingresaba a un circuito financiero que finalizaba en Amsterdam; esas riquezas que eran enviadas por conversos o marranos instalados en América, terminaban en manos de los sefardíes expulsados de España, en los Países Bajos.
En estos momentos en los cuales ya son manifiestos los signos del "crepúsculo de Occidente" (Huntington) es absolutamente lícito volver los ojos, con vigor y rigurosidad, hacia el punto de inflexión a partir del cual España se homogeiniza nacionalmente y se expande universalmente. Esas dos grandes operaciones estratégicas sucesivas se realizan en 1492 y se estructuran a partir de grandes decisiones no sólo legítimas sino, además, fundacionales, que son las eliminaciones prácticamente simultáneas de las discontinuidades inviabilizadoras antes señaladas.
A partir de 1492, España se convierte en la dueña del Atlántico y sienta las bases de una hegemonía mediterránea de cara a un Oriente continental y tan musulmán como lo había sido ella misma, en el esplendor de al-Andalus. Ambos desarrollos geoestratégicos se frustran por la entropía creciente que genera su política europea. Cinco siglos más tarde de ser la dueña del Atlántico, España pasa a ser un país atlantista, dependiente y desgarrado, con una cultura propia y una identidad cada vez más débiles.
Es por esa posición subalterna en Occidente y en Europa (13) que España es obligada a justificar hechos que en su momento fueron legítimos y fundacionales, y a pedir perdón por una expulsión, ocurrida 500 años antes, de una comunidad que vivió permanentemente escindida de la sociedad española -y que había sido opresora y conspirativa. No se puede vivir como país atlantista y desgarrado sin ese previo acto de contrición, que está exactamente en las antípodas de la grandeza de la homogeneización y de la universalización comenzada en 1492.
Hay un mundo de distancia entre dominar el Atlántico y ser un país atlantista con una disponibilidad de poder de tercer nivel. Es la misma enorme distancia que existe entre ser un país europeo y estar europeizado al estilo Maastricht.
Estas distancias diferenciales entre distintos momentos históricos y distintas configuraciones geoestratégicas se agudizan aún más en estos momentos crepusculares que vive Occidente (Abendland, para utilizar un concepto de Oswald Spengler). Esa decadencia se manifiesta en una progresiva indiferenciación cultural, a través de la cual la identidad católica original (14) se integra a la cultura judío-cristiana actual.
A partir de esta indiferenciación-integración se "legaliza" y legitima la revisión judía de la historia de una España que ha devenido occidental-atlantista. Esta revisión ya se está realizando y tiene por objeto invertir los hechos, en la misma relación en que ya se han invertido las ubicaciones geopolíticas. Las situaciones que fueron legítimas y fundacionales de un determinado espacio geopolítico se convierten en ilegítimas dentro de otro espacio estratégico, fundamentado en otros presupuestos "ideológicos".
Así, las magníficas cosmovisiones y las realizaciones racionales de los Reyes Católicos españoles hacia fines del siglo XV, se convierten, para la práctica totalidad de la bibliografía producida por los hispanistas judíos o judaizantes, en antecedentes inexorables del nazismo y/o del fascismo de mediados del siglo XX. Y, correlativamente, la Inquisición en el prólogo de la Gestapo, y la Contrarreforma aparece como la justificación ideológica de lo que los judíos llaman "Holocausto". Se establece así una "línea directa" entre Fernando e Isabel y el Tercer Reich, línea que debe ser aceptada por los dirigentes atlantistas de la España desgarrada de fines del siglo XX.
Aceptar la metodología perversa propuesta por la historiografía judía y/o judaizante en relación a la historia de Sefarad significa otorgar plena validez a la leyenda negra construida para falsificar la historia y justificar la "integración de España en el mundo occidental". En rigor de verdad, uno de los objetivos de esa Leyenda, la Inquisición, comparada con las acciones de terrorismo de Estado que realiza y legisla el poder político israelí, se nos aparece hoy como una verdadera institución de caridad. Bastaría comparar los procesos de la Inquisión con las denuncias de Amnesty International sobre casos de torturas en Israel. Ese Estado, como se sabe, es el único en el mundo entero donde existe una "tortura legal", llevada a límites -cuantitativos y cualitativos- jamás imaginados por ninguno de los responsables inquisitoriales.
Un documento que fue calificado de "capital, luminoso y decisivo" (15) para el estudio objetivo y científico del proceso histórico de la Inquisición, en este caso, en la América española, es el Memorial de Remedios para las Indias, redactado en 1516 por una figura estelar de la historia americana, el ilustre defensor de los indios fray Bartolomé de las Casas (16). Bartolomé de las Casas le hace al inquisidor general Cardenal Cisneros una petición casi desesperada: le urge a la instalación de la "Santa Inquisición" en las Indias, dada la situación de vandalismo que allí ya se vivía.
"Y asimismo suplico a Vuestra Reverendísima Señoría... que mande enviar a aquellas islas de Indias la Santa Inquisición, de la cual creo yo que hay muy grande necesidad, porque donde nuevamente se ha de implantar la fe, como en aquellas tierras, no haya quizá quien siembre alguna pésima cizaña de herejía, pues ya allá se han hallado y se han quemado dos herejes, y por ventura quedan más de catorce; y aquellos indios, como son gente simple y que luego creen, pudiera ser que alguna maligna y diabólica persona los trajese a su dañada doctrina y herética pravedad (17). Porque puede ser que muchos herejes se hayan huido de estos reinos y, pensando en salvarse, se hubieran pasado allá."
No queda la menor duda de que fray Bartolomé de las Casas pretende proteger a los indios americanos amparándose en la única institución eficaz existente en la época: la Inquisición.
Fray Bartolomé de las Casas señala con absoluta claridad a una "burguesía" criptojudía que acumula riquezas en base a las tres formas de explotación de la mano de obra indígena, la encomienda, el repartimiento y el peonaje. Esas formas económicas son tan crueles, que se produce un brusco descenso de las poblaciones indígenas. Es asimismo esa "brecha" demográfica la que promueve la "introducción" de mano de obra negra esclava procedente de África (en su mayor parte de las colonias portuguesas del África Occidental, cuestión que analizaremos un poco más adelante.
Fray Bartolomé de las Casas termina su súplica al Cardenal Cisneros con estas reveladoras palabras:
"Y la persona a quien tal cargo Vuestra Reverendísima Señoría diere, sea muy cristiana y celosa de nuestra fe y a quien allá no puedan con barras de oro cegar".
Una de las formas específicas que asume la acumulación capitalista era la explotación inmisericorde de la mano de obra indígena.
"El régimen de encomiendas quedó institucionalizado a partir del repartimiento de indios realizado en La Española en el año 1514 por el converso Rodrigo de Alburquerque, conjuntamente con su hermano de raza pasamonte. Los beneficiarios del reparto fueron, como es fácil imaginar, los integrantes del clan Marrano de la península y del Nuevo " (18). A partir de la promulgación de las Leyes de Burgos de 1512, "... los conversos, que no pudieron legalizar la esclavitud y trata de los indios y vieron amenazados los repartimientos de éstos... lograron salvar el principio esencial: la explotación del trabajo indígena. De hecho, el sistema convirtió la servidumbre en esclavitud. No puede sorprender, entonces, que uno de los autores de la legislación que creó las encomiendas, el representante de los esclavistas, haya sido un judío converso y que también poseyeran esa condición los funcionarios reales que realizaron el repartimiento que las puso en práctica" (19).
En este punto volvemos a Fray Bartolomé de las Casas y al cardenal Cisneros. El autor antes citado es preciso y certero en su juicio: "El omnímodo reinado de estos saqueadores llegó a su término cuando asumió la regencia el cardenal Cisneros" (op. cit., p.111).
En base al mito sangriento de la Inquisición, la historiografía judía intenta establecer una relación entre la España negra y el nacionalsocialismo alemán. La España negra es una imagen destinada a culpabilizar eternamente a los españoles todos, generación tras generación, por el hecho de que los Reyes Católicos ganaron la partida política contra un judaísmo y un criptojudaísmo que pretendía transformar a España, a través del control financiero (usura) y de sucesivas conspiraciones con complicidades profundas en sectores de la aristocracia, en una pre-Palestina, en una Nueva Jerusalén sometida al control del "pueblo elegido". El llamado "Holocausto", supuestamente cometido por el Tercer Reich, es asimismo otra imagen estructurada con un fin muy preciso: justificar la forma sangrienta a través de la cual fue construido, en la inmediata posguerra, el Estado de Israel en una Palestina cuya antigüedad histórico-cultural real puede fecharse con muchísima anterioridad a la posterior ocupación de las tribus hebreas (20).
Es rigurosamente cierto que existe una relación no entre ambas imágenes, sino entre ambos hechos históricos cuya naturaleza real ellas ocultan y pervierten. La destrucción de ambas imágenes, a partir de una metodología historiográfica no sólo rigurosa, sino también comprometida con los hechos contemporáneos, será una tarea imprescindible para el alumbramiento de una nueva época en la historia del mundo.
Breve historia de la España Atlántica En el siglo XVII, y como consecuencia directa de su "política europea" se producen los primeros síntomas evidentes del desplome de la España "tridimensional" o de la España "imperial". La etapa posterior, hasta el advenimiento de la República en la primera mitad del siglo XX podría ser denominada -de manera quizás excesivamente genérica- la etapa borbónica, que fue una época de pura decadencia.
Durante esa etapa, en el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII, se experimentó el "despotismo ilustrado", que hoy puede ser analizado como la antítesis de los movimientos identitarios contemporáneos, que buscan en las tradiciones populares la fuente del conocimiento político y las alternativas de transformación y de cambio. La figura prototípica de este movimiento fue Gaspar Melchor de Jovellanos, el miembro más eminente de un pequeño grupo de ilustrados que se había propuesto cambiar a España desde la filosofía de la modernidad, haciendo tábula rasa con una experiencia histórica típicamente española. Américo Castro fue uno de los grandes críticos de esa fracasada experiencia civilizatoria implementada contra la barbarie de la masa: "España es una realidad vitalmente singular y continua, imposible de ser estratificada o escindida en capas separadas unas de otras (como lo pretenden)... los racionalistas franceses... las categorías forjadas por los racionalistas franceses son inaplicables a la masa española" (España en su historia). La historia y el fracaso de los "ilustrados" españoles de finales del XVIII es una sorprendente anticipación de la misma suerte corrida por la "inteligentzia" rusa del siglo XIX.
Un antecedente estrictamente español de los "ilustrados" del siglo XVIII son los "iluminados" del siglo XVI. Como dice Marcel Bataillon, el Iluminismo español nació antes que el protestantismo de Lutero, y como movimiento independiente respecto de las "noventa y cinco tesis" del sacerdote alemán. En el movimiento de los "iluminados" españoles tienen una participación decisiva los "cristianos nuevos" o criptojudíos: "No es ciertamente mera casualidad el que todos los alumbrados cuyos orígenes familiares nos son conocidos pertenezcan a familias de cristianos nuevos" (Bataillon, Erasmo y España, p.180) (21).
Luego, España deambuló sin inserción internacional de ninguna clase. Fue un largo período de decadencia producido por la ausencia absoluta de proyectos. Es necesario esperar hasta el fin de la guerra civil (1939) para que aparezca la primera propuesta coherente de inserción internacional: estamos en los inicios del atlantismo limitado. Antes de 1936, los sucesivos gobiernos republicanos buscan también una relación aceptable con los principales países de Europa Occidental. Pero la fragilidad francesa y la todavía no aparición en el escenario mundial de los Estados Unidos imposibilitan esa maniobra.
Durante los años de la guerra civil el factor judío aparece en la España republicana bajo la forma de "brigadas internacionales". Más de la mitad de los brigadistas y prácticamente todos sus jefes eran judíos de obediencia soviética. Eran los últimos restos de los judíos marginales que nacieron con la socialdemocracia rusa (mencheviques y bolcheviques) y asumieron el poder político a partir de la revolución de octubre, hasta la rusificación (desjudaización) soviética impulsada por Stalin. De hecho, la casi totalidad de los generales y otros altos oficiales soviéticos que actuaron en España fueron fusilados por Stalin apenas regresaron a la URSS. (Sobre la participación de los judíos en el bando republicano de la guerra civil española ver: Arno Lustiger, Schalom-Libertad!: Juden im spanischen Bürgerkrieg, Athenäum, Frankfurt am Main, 1989).
Del "atlantismo limitado" del general Franco a la nulificación total del espacio estratégico español Hacia 1939, el régimen español triunfante en la guerra civil se consolida, nacional e internacionalmente, gracias al apoyo británico. El franquismo de 1939 es una de las más grandes creaciones de la diplomacia inglesa en el continente europeo.
Esta afirmación puede parecer temeraria y distorsionada dadas las ligazones que en la época existieron entre "algunas" de las "fuerzas nacionales" (22) y los regímenes alemán e italiano. Pero tanto la actitud británica durante la guerra civil como la evolución del franquismo durante la segunda guerra mundial y aun más allá de ella, permiten apreciar un nivel profundo en las relaciones británico-franquistas que, de cara al futuro, fue mucho más importante que la coyuntural y circunstancial convergencia de España con las potencias del Eje, apoyada casi en exclusiva por la Falange.
Franco apuesta definitivamente por algo que tuvo claro desde un principio: la victoria de Occidente contra las "potencias centrales"; es decir, inaugura una estrategia que podríamos definir como de "atlantismo limitado". Esa decisión ya había sido tomada con prolongada anterioridad a la Conferencia de Hendaya, que tuvo lugar el 23 de octubre de 1940.
El centro decisional más importante sobre el que se sustentó tal política occidentalista era el Ejército, que siempre mantuvo una lucha por el poder, muchas veces violenta, contra la Falange. Antes de viajar a Hendaya Franco mantuvo una reunión con seis generales a los que pidió su opinión sobre la línea a seguir en el encuentro de Hendaya. Esos generales eran parte de un grupo mayor de oficiales que mantenían una relación estrecha con la embajada británica. "Para entonces los británicos habían captado a diversos generales españoles, opuestos al predominio que estaba adquiriendo la Falange, y en particular Serrano Suñer, que acababa de desplazar en el ministerio de Asuntos Exteriores al coronel Beigbeder Los generales más antiguos habían formado una Junta Militar con el apoyo económico del Reino Unido, para impedir que la Falange fuera más allá de lo que estaban dispuestos a consentir. La Junta llegaría a contar en 1943 con cerca de treinta generales. Las ideas antiintervencionistas se fortalecieron con la entrega de fuertes sumas de dinero y un depósito adicional de diez millones de dólares, cantidad que los británicos depositaron en el Swiss Bank Corporation de Nueva York, y que sería hecha efectiva a medida que esos generales cumpliesen los acuerdos convenidos. La Junta Militar tuvo como cabezas de fila a Aranda, Kindelan, Orgaz y Queipo del Llano" (Antonio Marquina Barrio, España en la Política de Seguridad Occidental, 1939-1986, Ediciones Ejército, Madrid, 1986, p.38 y ss.)
Otro hecho decisivo que diferencia desde un comienzo al franquismo del nacionalsocialismo es la "cuestión judía". Franco no sólo es enormemente benevolente con los judíos desde el comienzo de la guerra civil. Su gobierno logra además proteger a numerosos judíos durante la segunda guerra mundial, otorgándoles la ciudadanía española sobre la base de que simplemente declararan, aunque fuese de manera muy oscura, su origen sefardí (Ver: Haim Avni, España, Franco y los judíos, Altalena, Madrid, 1982).
La comparación entre el "atlantismo limitado" de la etapa franquista y el "atlantismo dependiente" de la etapa "democrática", en especial en lo referente al mundo árabe e Iberoamérica, no deja lugar a dudas sobre las diferencias entre una y otra.
La política española del Foreign Office se inicia como un aspecto de la "política de apaciguamiento" de Chamberlain. En el orden interno británico, esa política tuvo su origen en un fuerte movimiento anticomunista protagonizado por importantes grupos muy ligados a la estructura del poder, que profesaban una ideología muy afín a la que posteriormente adoptarían las "fuerzas nacionales" en España.
Montado sobre el llamado "caso Campbell" y otro escándalo, la supuesta "carta de Zinoviev", Londres rompe relaciones comerciales con la URSS en 1924 (el F.O. sólo reconocía de iure a la URSS) y en las elecciones de octubre de 1924 se produce la victoria electoral conservadora. En 1927 Gran Bretaña rompe relaciones diplomáticas con la URSS con motivo de un supuesto apoyo soviético a una huelga de mineros en Inglaterra.
La no intervención británica en la guerra civil significó de hecho una actitud de apoyo al gobierno de Burgos, ya liderado por el general Franco. Ese apoyo se consolida económicamente con la "caída de Bilbao" y la reanudación de una fuerte actividad de intercambio económico entre el gobierno nacional e Inglaterra. Esta apertura comercial inglesa sería de la máxima importancia para el general Franco durante la guerra civil, pero lo sería aun más al finalizar ésta. Paralelamente, los servicios secretos británicos realizan un concienzudo trabajo entre grupos importantes de oficiales republicanos. Uno de los resultados más brillantes de este trabajo se materializaría luego, en 1939, en la actitud del coronel Casado, entregador de Madrid, que moriría en Londres, de viejo, en la década de los 70.
A partir de 1939, la estructura del comercio exterior español tiene un partner muy importante, la Gran Bretaña y los Estados Unidos: es decir, el núcleo del poder del Mundo Marítimo Occidental (23). Esta situación de mutua oxigenación no se interrumpe durante la IIGM. Franco resiste todas las presiones alemanas, que eran increíblemente fuertes por razones obvias, y finalmente triunfa en su negativa a poner en práctica la "Operación Fénix", que era un diseño militar alemán para realizar una acción conjunta germano-española destinada a la invasión de Gibraltar (24), que está a "tiro de piedra" del continente peninsular.
El Foreign Office es el gran escudo protector del franquismo en la posguerra. Churchill tenía muy claro quién era el enemigo principal en esa época. El último gran servicio que rinde la diplomacia británica al franquismo es el de actuar de puente entre España y los Estados Unidos en la década de los años 50. El general Eisenhower llega a Madrid de la mano del Foreign Office. Lo que sigue es historia conocida.
Los acontecimientos que comienzan con Chamberlain y sus pactos de apaciguamiento con Italia y Alemania, basados en el profundo anticomunismo del conservadurismo británico, tendrán una larga e importante consecuencia geopolítica y geoestratégica para España. La atlantización de España (primero bajo una forma limitada -franquismo- y luego bajo una forma total -democracia-) es una realidad estratégica -en ambos casos- muy alejada del espacio geopolítico que construye la España de finales del siglo XV. Aunque parezca paradójico, la atlantización absoluta y la rejudaización de España, es una de las grandes improntas históricas que impone la herencia del franquismo. La otra es de orden interior y tiene relación con la "revolución blanca" que encauza el pasaje de un país agrario a una sociedad industrial con excedentes de producción. Sin esa "revolución blanca" realizada por el franquismo, la posterior "transición democrática" hubiese sido imposible.
La restauración del régimen democrático, y dentro de él la actuación de la socialdemocracia española, no representa ni el reencuentro de España con las grandes expectativas populares de transformación de 1936, ni la continuidad del nacionalismo populista que acompaña a Franco sólo durante sus primeros tiempos de gobierno.
Sin embargo, la socialdemocracia española viene a racionalizar e institucionalizar dentro de un Estado de derecho, los logros de la "España nacional" que emergen a partir del "desarrollismo" franquista del Opus Dei. Sólo por eso accede al poder con un mínimo de resistencias externas e internas, pero con la obligación expresa de integrar a España en la OTAN y, consecuentemente, de reconocer al Estado de Israel (25).
La socialdemocracia española llega al poder dentro de un sistema de comunicación total con Washington, actual capital del Corazón del Mundo Marítimo. Durante los últimos días del agónico gobierno de la UCD, el entonces presidente del gobierno español Calvo Sotelo, concreta de facto la participación española en la OTAN. Tal decisión política es ratificada democráticamente dos años después por la socialdemocracia .
La restauración democrática es un tema que está absolutamente imbricado con la reinserción atlántica de España en situación de dependencia absoluta. Y con ella viene inexorablemente el reconocimiento del Estado de Israel. Es decir, implica y presupone la ruptura total con la tradicional política árabe-mediterránea de España, política de la que no se apartó el general Franco, a pesar de haber sido el generador del "atlantismo limitado" (26). No se nos escapa que estamos señalando un hecho que tiene una gravedad inusitada. El atlantismo "automático" y la democracia son las dos situaciones básicas a partir de la cuales se inicia un proceso que posibilita el retorno judío a Sefarad.
Hay que señalar que la presencia judía en España, durante un larguísimo período histórico que probablemente se inicie con las primeras colonias fenicias en las costas peninsulares, tuvo características especiales. Esa instalación demográfica fue percibida por los mismos judíos como algo definitivo. En ningún momento España fue percibida como "tierra de paso", sino como todo lo contrario. Fue vivida como una "pre-Palestina", como una segunda Jerusalén. Como una patria definitiva. Ello fue así tanto en la España musulmana como en la España cristiana.
Maimónides expresa y sintetiza su profunda vinculación con la España musulmana a lo largo de todo su exilio. "La vida de Moisés b. Rabbí Issac Maymun, conocido como Maimónides, fue dura y esforzada, como la de muchos hombres de ciencia y saber ... pero la tradición judía y él mismo la dieron un sentido sapiencial que comienza con el apego a su condición andalusí y en cierto gusto por recordarla; y ello cuando sólo vivió en al-Ándalus veinte o veintitrés años" (27).
Ya hemos señalado algunos entrelazamientos entre judíos prominentes y sectores importantes de la aristocracia y de la propia Iglesia cristiano-católica española. Esa convergencia de intereses coloca a la burguesía judío-española y a grandes sectores del "marranismo" en una situación de poder. En una posición desde la cual existían enormes posibilidades de imaginar la alternativa de una toma del poder. La posibilidad de que hayan existido, en ese sentido, numerosas conspiraciones -tal como lo sugieren algunos autores- torna aún más intelegible, en términos políticos, tanto la expulsión como la posterior Inquisición. Ambos fueron dos instrumentos, exitosos desde el punto de vista de la España cristiana, de una lucha política entre dos "clases" antagónicas dentro de una misma nación: la monarquía aliada con el pueblo, por un lado, y la "burguesía" judía aliada con sectores de la aristocracia y de la Iglesia, por otro. Son muchos los procesos de la Inquisición que pueden ser analizados desde ese ángulo.
El punto límite de la lucha por el poder, encubierta por un discurso teológico, entre judíos y cristianos en la España no musulmana lo contituyen las declaraciones del rabino Moise Ben Nacham, realizadas en Barcelona en 1263, en presencia del propio Jaime I, rey de Aragón:
"... es sabido que la doctrina en que creéis y los dogmas de vuestra fe son inaceptables a la razón. Son contrarios a la naturaleza; jamás han dicho nada los profetas que los pueda apoyar. Que el Creador de los cielos y la tierra se recluyese en las entrañas de una judía determinada y creciera en ella durante nueve meses, viniera al mundo como recién nacido, y una vez convertido en adulto fuese entregado en manos de sus peores enemigos que lo condenaron a muerte y ejecutaron, tras lo cual, tal como decís, resucitaría y volvería a la tierra son cosas que no pueden concebir el espíritu de un judío ni el de ninguna persona humana... Desde los tiempos de Jerusalén hasta nuestros días, el Mundo ha estado lleno de violencia y de rapiñas, y los cristianos han derramado todavía más sangre que los demás pueblos ¡Y lo difícil que iba a seros a vos, Majestad, y a vuestros caballeros, el sustraeros a emprender más guerras!" (28).
Pero es la España musulmana donde más evidencias conspirativas existen, todas ellas desarrolladas al calor de las numerosas "guerras civiles interárabes o árabes-bereberes" que en ese sector de la península se produjeron a lo largo de varios siglos. Esta actividad fue un acto de profunda deslealtad, ya que la España musulmana significó para los judíos una "... situación del todo nueva, excepcionalmente favorable, debido a que, a medida que iban avanzando, los conquistadores confiaban a los judíos la custodia de las ciudades que caían en su poder. Más adelante, en los siglos X y XI, dos de ellos, Hasdai Ibn Shaprut y Samuel Ibn Nagrila, recibieron de los califas el encargo de administrar sus relaciones internacionales como ministros de asuntos extranjeros..."(29).
Sobre esta cuestión Thomas F. Glick subraya: "Los aristócratas judíos, como Hasdai ibn Shaprut, sirvieron a los Omeyas en diversas funciones, muy frecuentemente como embajadores y médicos. Un caso especial de preferencia por los judíos surgió en la Granada del siglo XI cuando dos miembros de la familia Ibn Nagrila, José y Samuel, sirvieron como visires a los gobernantes bereberes ziríes. El poder que llegaron a adquirir esos hombres se basó en el precario equilibrio de fuerzas entre gobernantes bereberes y la élite árabe del reino. Los judíos representaban el poder económico de las clases medias de Granada... La España cristiana seguía un modelo similar. Los judíos servían a cada gobernante, en especial como cobradores de impuestos, a pesar de las protestas de los zelotes religiosos..." (30).
En las "dos Españas" los judíos aspiraron a construir la patria elegida, aprovechando los tres niveles de conflictos que se desarrollaron a lo largo de unos siete siglos: entre cristianos y musulmanes, entre los cristianos entre sí, y entre los musulmanes entre sí. "En la errante singladura del pueblo de la Biblia, Sefarad representa la edad de oro de la civilización de la diáspora..." (31).
La literatura producida actualmente por hispanistas judíos plantea con absoluta claridad la alternativa del Estado judío en Sefarad. Refiriéndose específicamente a al-Andalus, la ya citada Evelyne Kenig señala: "En el área sociocultural andaluza, los judíos edificaron una condición coherente y positiva, semejante a la de sus hermanos de Alejandría, diez siglos antes, o de Nueva York, diez siglos después... Hasta pensaron que era posible apoderarse de Andalucía en la coyuntura del conflicto permanente entre los árabes y los bereberes" (32).
Judíos, conversos, negros e indígenas en América Una serie de investigaciones que se realizaron desde muy distintos ángulos, desde lugares geográficos absolutamente diferentes y desde posiciones ideológicas y/o religiosas antagónicas entre sí, convergen todas en sostener dos hechos capitales que originaron el mundo moderno en Occidente. Tanto en el proceso de la esclavitud negra (un Mega-genocidio en el cual perecieron 100 millones de africanos) como en las distintas formas de servidumbre a que son sometidos los indígenas de América del Norte, Central y del Sur, participan decisivamente el criptojudaísmo español en América junto a importantes grupos de judíos, en su mayoría sefardíes expulsados de España y Portugal que encuentran refugio en Inglaterra, Holanda, ciudades de Africa del Norte, etc.
En el caso específico de la servidumbre y posterior aniquilación física de grandes masas de indígenas americanos, la documentación existente en la actualidad no deja lugar a dudas de que los principales "ejecutivos" de esas empresas eran conversos (es decir, "marranos") españoles y portugueses que llegaron a ocupar cargos muy altos dentro de la Corona y de la propia Iglesia católica española.
"Una de las originalidades étnicas de la España moderna es la de ser la gran nación occidental que ha asimilado más elementos semíticos... A finales del siglo XV el hecho cargado de consecuencias es la reciente cristianización de un gran número de elementos judíos que ocupaban un lugar de primer orden en la burguesía comerciante y que tenía lazos con la aristocracia" (33).
Bataillon subraya en repetidas oportunidades el enorme "peso social y cultural de los judíos conversos" dentro de la sociedad y el poder español de la época. "Pues bien -y en esto no se ha puesto hasta hoy la atención debida-, los cristianos nuevos venidos del judaísmo constituyen un terreno de elección para las nuevas tendencias morales y místicas que la revolución espiritual del siglo XVI oponía al formalismo ceremonial, y que se encadenaban, pasando por encima de la Edad Media, por encima también de los orígenes cristianos, con la tradición de los salmos y del profetismo hebreo" (34).
Seguidamente, Marcel Bataillon señala que la inquisición ponía un gran celo sobre el comportamiento de oscuras familias de "cristianos nuevos" que "se abstenían de comer carne de cerdo o de mudar de ropa los sábados", pero no ejercía casi ningún control sobre "...toda una porción selecta de clérigos de origen judío (que) estaban luchando ardientemente, con Erasmo (35) en contra del 'judaísmo' de las ceremonias, y predicando la libertad cristiana y el 'dejamiento' a la inspiración divina" (36).
Además, en la costa sur-atlántica de la América del Sur (Brasil, Uruguay y Argentina), los "marranos" son los principales organizadores del contrabando que fue la actividad económica por excelencia que finalmente lleva a las distintas guerras de independencia y a la formación de distintas oligarquías nativas profundamente emparentadas con esos "conversos contrabandistas". Los "marranos" portugueses residentes en Brasil, primero establecen una alianza militar con Holanda contra Portugal (cuando la corte de Lisboa integraba la Corona española), y luego encabezan a los "bandeirantes" -cuando Portugal se convierte definitivamente en apéndice de Inglaterra- que expanden el territorio lusitano en el sur de América en detrimento no sólo de España -el gran enemigo de judíos, conversos y judaizantes- sino especialmente de las tierras administradas por las misiones jesuíticas.
En ambos casos -esclavitud negra y servidumbre indígena en América- son aplicables los conceptos expresados en el libro The Secret Relationship between Blacks and Jews, editado en 1991 por el Departamento de Investigaciones Históricas del movimiento negro norteamericano Nación del Islam (37). "Los judíos han estado ligados en forma innegable a la mayor operación criminal jamás emprendida contra toda una raza: el Holocausto de los negros de África (y habría que agregar, de los indígenas en la América bajo control de la Corona de España -Nota del autor-). Han participado en la captura y en la exportación forzada de millones de ciudadanos del África negra a una vida de servidumbre inhumana y degradante, y esto para el beneficio financiero de los judíos".
Fue también para beneficio exclusivo de los judíos sefarditas expulsados de España residentes en los Países Bajos e islas británicas, que sus hermanos de raza y sus socios comerciales, los conversos y marranos españoles y portugueses, explotan hasta su destrucción física a los indígenas (monopolizando al mismo tiempo la trata de negros) del norte, centro, y sur América, provocando la muerte de millones de ellos para exportar metales preciosos y otros bienes que finalmente llegaban - a través de una España en creciente decadencia- a la Europa del Norte cuya economía precapitalista ya estaba dominada por judíos y protestantes (38). "En el transcurso de los siglos XVI y XVII, conversos y sefarditas exiliados se encuentran ligados por redes económicas basadas en la mutua confianza, un factor que habría de contribuir poderosamente al amplio desarrollo de los intercambios internacionales, característico de aquella época" (39).
Henry Méchoulan, en el libro citado Los judíos de España, insiste en la importancia de los marranos en América, quienes "...salieron de España como cristianos nuevos hacia lejanas tierras, a la espera de una coyuntura favorable que les permitiera practicar, con mayor seguridad, el judaísmo que jamás habían abandonado" (Pag.16). Es curioso que en un libro tan fuertemente favorable a los judíos se filtre información sobre la verdadera naturaleza de la llamada "expulsión" de los judíos españoles en 1492. Existe un retorno, que se puede percibir con toda claridad, a la vieja tesis de Américo Castro, por la cual la "expulsión" de los judíos fue el resultado no tanto de una decisión de la Corona y de la Inquisición, cuanto de un conflicto de intereses entre cristianos nuevos -rápidamente instalados en los espacios de poder económico y político de los cristianos viejos- y los "judíos viejos" establecidos.
La importancia de los judíos en América -a excepción de los EUA, que merece un análisis particularizado- cobra ribetes a la vez espectaculares y sombríos en un país como la Argentina, donde sobre una importante corriente marrana convertida en clase dirigente desde mediados del siglo XIX, se ubica, posteriormente, una de las más grandes inmigraciones judías askenazis (fines del siglo XIX, mediados del XX) (40).
Judenland (41) Werner Sombart, en su clásico estudio sobre la historia del capitalismo, Der Bourgeois, (El Burgués, contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno) (42), publicado por primera vez en 1911, llamó Judenland (tierra de los judíos) al continente descubierto por Cristóbal Colón. Empleó ese concepto en un sentido eminente técnico-descriptivo, entre otras cosas porque en aquellos años del Segundo Reich, aún no había comenzado siquiera la primera guerra civil europea. Además define a Cristóbal Colón como un Geschäftsführer, un gerente de empresa o principal agente comercial del judaísmo español. Investigaciones mucho más recientes confirman a plenitud esa afirmación de Sombart.
Es muy difícil que el sabio alemán haya conocido el opúsculo Esperança de Israel, publicado en idioma castellano en Amsterdam, en 1650, por el místico mesiánico judío Menasseh ben Israel (43). Menasseh ben Israel era un miembro de la alta burguesía judeo-portuguesa de origen español quien, junto con otros muchos miembros de su comunidad, se instala finalmente en Amsterdam, capital de una República, las Provincias Unidas, que conoce su "Siglo de Oro" en la inmediata posterioridad de la decadencia española (el 30 de enero de 1648 Felipe IV firma el Tratado de Münster, por el que España reconoce la independencia de sus territorios heredados por la Casa de Borgoña y de Austria).
Sólo dos años después del Tratado de Münster, Menasseh ben Israel publica su opúsculo, en el que sostiene, llevado por su delirio mesiánico, que los orígenes de los indígenas americanos están en las tribus perdidas de Israel. Recordemos que en la mística mesiánica judía el "retorno" de las "tribus perdidas de Israel" represanta el prólogo de la llegada del Mesías; lo que en el lenguaje político de aquellos años significaba la venganza celestial contra la maldita España expulsadora. Y esa venganza judía sería doblemente dolorosa, ya que provendría de un descubrimiento y de una conquista hecha por los españoles mismos: América o Judenland.
En el señalamiento que hace Menasseh ben Israel, relativo al origen hebreo de los indígenas americanos, no deja de percibirse un deseo oculto de posesionamiento del enorme espacio geográfico abierto a la rapiña occidental.
Ese deseo oculto se convierte en realidad económica por obra de las empresas delictivas de los marranos americanos. Además serán esas empresas delictivas las que conformarán el capital inicial sin el cual el despegue del capitalismo europeo y, luego, del "mercado mundial", vía Amsterdam, primero, y Londres después, hubiese sido imposible. El origen del capitalismo como sistema económico originado en el "dinero barato" americano (de inmediato veremos por qué ese dinero era "barato") sigue una trayectoria geográfica europeo-americana y africana perfectamente diseñable en el mapa. Ese desarrollo básico era el siguiente:
1. Partida de falsos conversos y sefardíes españoles y portugueses de Europa rumbo a América. Ver: Martin Gilbert, Atlas of Jewish history, JMDENT, Londres, 1993, p 48.
2. Instalación de esclavos negros africanos en América a través de "empresas" controladas por criptojudíos americanos (la "nación portuguesa"), gran parte de ellos provenientes de las colonias africanas de Portugal. Ver: Okon Edet Uya, Historia de la esclavitud negra en las Américas y el Caribe (African diaspora and the black experience in New World slavery), Claridad, Buenos Aires, 1989, p. 121.
El reembolso de los beneficios, a través de un contrabando de capitales o -en términos contemporáneos- "evasión de divisas", directamente a los sefardíes de Amsterdam (de allí proviene el "Siglo de Oro" holandés y el origen financiero del sistema capitalista). Esta fase de la operación dejaba de ser meramente inmoral para convertirse en francamente ilegal, ya que todo ese ciclo económico se realizaba lógicamente fuera de las normas comerciales establecidas por la monarquía española.
Contra esos empresarios criptojudíos estaba específicamente orientada la Inquisición en América (44). En ese sentido muy exacto y preciso recomendamos a los lectores la lectura de las actas del Tribunal de la Inquisición de Cartagena de Indias. Existen copias disponibles en varias bibliotecas de España y América (yo lo he consultado en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde la bibliografía existente sobre la Inquisición es tan grande que resulta materialmente imposible transcribirla en un ensayo de las dimensiones del presente).
Sobre el puerto de Cartagena de Indias, los esclavos negros y las actividades de los judíos "portugueses", escribe una de las principales especialistas españolas (45).
"Desde 1595 a 1640 unos 135.000 esclavos fueron desembarcados en Cartagena y otra cantidad similar arribaron a otros puertos del Caribe -Veracruz, La Habana, Santo Domingo, Puerto Rico, Santa María, costa de Venezuela- y Buenos Aires, desde donde se distribuyeron por todo el continente... Cartagena era en aquellos años una ciudad abierta y comercial, al ser su magnífica bahía el puerto de invernada de los galeones de España. Era también un enclave perfecto para la conexión con el interior del nuevo reino de Granada y con Portobelo, puerto de reunión de comerciantes peruanos y sevillanos durante los días de sus famosas ferias... A principios del siglo XVII, Cartagena fue un hervidero social donde los extranjeros, en su mayoría portugueses judaizantes, jugaban un destacado papel. No fue por capricho que se instituyó en ella un tribunal del Santo Oficio... Los navíos negreros llegaban a su puerto desde Guinea, Cabo Verde o Angola llevando sus bodegas abarrotadas de hombres de color, maltrechos y desamparados, en pésimas condiciones..."
Los criptojudíos en América eran miembros de la "clase dirigente", aristócratas y/o encomenderos (46). Veamos los orígenes sociales de Pedro Arias Dávila, sobrino del obispo Juan Arias Dávila, uno de los tantos criptojudíos americanos:
"Don Juan Antonio Dávila era hijo de Diego Arias Dávila, judío que, habiéndose bautizado en virtud de la predicación de S. Vicente Ferrer, había sido contador mayor de hacienda de los reyes Juan II y Enrique IV. Este último lo había hecho noble, y donado el señorío del castillo de Puñonrostro, cerca del lugar de Seseña... con grandeza de España, poseído por sus descendientes desde Pedro Arias Dávila, primer conde, hermano del obispo y contador mayor que también fue de los reyes Enrique IV y Fernando V, y marido de doña Marina Mendoza hermana del duque del Infantado" (47).
Del negocio de la esclavitud negra en América y de la explotación salvaje de los indígenas americanos (no olvidemos que los esclavos negros venían como mano de obra de reemplazo) nace el capitalismo europeo.
Otro investigador judío residente en la Argentina, perteneciente a la escuela fundamentalista Jabad-Luvabitch (48) sostiene textualmente: "La ganancia de todos los habitantes que se dedicaban al comercio en el Río de la Plata no surgió del comercio dentro del Imperio Español, sino dentro del sistema antimonopólico de los judíos portugueses... Por lo tanto, además de ser los primeros judíos (en América), los portugueses, fueron el factor de impulso inicial de la Revolución Industrial (en Europa). Los capitales que ya se habían reciclado varias veces entre Amsterdam y Potosí ahora se trasladaban a Londres, y así Inglaterra desplazaba a Holanda en el dominio económico-político de Europa Occidental. La diáspora hebreo-portuguesa fue una consecuencia directa de la expulsión de los judíos de España en 1492, y esos judíos portugueses expulsados fueron en parte los directos artífices de la futura Revolución Industrial".
No se puede ser más claro: de la explotación de negros africanos arrancados de las colonias portuguesas de África por parte de empresarios criptojudíos de la llamada "nación portuguesa" (en realidad sefardíes españoles que se instalan en Portugal entre 1492 y 1497, autodefinidos como la "nación portuguesa" de la diáspora), junto con otros "negocios" paralelos entre los que estaban la explotación de mano de obra indígena en un trabajo de semi esclavitud en las minas de oro y plata, se originaba una importante masa financiera que era contrabandeada hacia la colonia sefardita de Amsterdam. Se inicia así un ciclo económico que culminó en la Revolución Industrial.
La Inquisición en América tenía por objetivo principal combatir esas actividades ilegales, y no lo que los historiadores judíos contemporáneos llaman la persecución religiosa contra los criptojudíos. El hecho es que en la mayoría de los casos esos "empresarios" eran criptojudíos, y por lo tanto la tarea de policía fiscal realizada por los tribunales inquisitoriales estuvo revestida, como otras tantas veces en la historia, a lo largo y lo ancho del mundo, de una ideología religiosa.
Sólo basta leer las actas del Tribunal de la Inquisición de Cartagena de Indias (actual Colombia), que fue uno de los grandes centros esclavistas americanos, para confirmar con toda precisión las tareas de policía fiscal de esos Tribunales.
Un modelo de empresario criptojudío esclavista y contrabandista que operó desde lo que es hoy territorio argentino, fue nada menos que el obispo de San Miguel de Tucumán, fray Francisco de Vitoria. Sus actividades extra-religiosas establecen un "caso" que demuestra asimismo cuán profunda era la penetración criptojudía en la Iglesia Católica española de la época.
A continuación reproduciremos textualmente un párrafo de una carta enviada desde el puerto de Buenos Aires al Rey de España, firmada por un tal Licenciado Ruano Tellez, y fechada el 12 de marzo de 1588:
"... cada día vienen navíos (al puerto de Buenos Aires) de portugueses con negros y mercancías; vienen de Flandes, Francia e Inglaterra... (vienen) del Brasil, y de allí se dirigen a este puerto de Buenos Aires. El inglés que pasó por el Estrecho de Magallanes el año pasado tomó dos navíos del obispo de Tucumán cargados de negros y mercancías que trata de vender en el Perú, y que yo tengo denunciado en esta Real Audiencia, y he continuado la denuncia (contra el obispo) por haber sacado catorce o quince mil pesos en oro y plata para Portugal, sin orden ni licencia de quien se la pudiese dar..." (49).
Para la "investigación académica" judaizante el obispo de Tucumán, fray Francisco de Vitoria, negrero, contrabandista y criptojudío, es el "... más interesante y también pintoresco personaje portugués de la segunda mitad del siglo XVI... Contra la fortuna y la conducta de Vitoria llovieron las denuncias de las autoridades civiles de la metrópoli y de la Inquisición de Lima. El obispo de origen portugués fue denunciado por ser hijo de judíos quemados en Lisboa..." (50).
De los "edictos de expulsión" a Auschwitz Es evidente que la expulsión de España fue vivida por el judaísmo de toda la diáspora como una verdadera catástrofe. Era tan fuerte el arraigo de los judíos en España, su deseo de convertirla en Estado judío que el sentimiento de tragedia -en la judería mundial- perdura hasta el día de hoy.
En este punto no hay que olvidar que el llamado "Holocausto", del cual sería responsable, según los "representantes" de la civilización judeo-cristiana, la totalidad del pueblo alemán, fue en esencia una expulsión de judíos del "espacio vital" germánico o ario. El diseño original fue el de establecer un gueto mundial, primero en Madagascar, más tarde en Polonia. Los avatares de la guerra impidieron ambas operaciones. Esta idea de expulsión que está en la base del "Holocausto"
"... consistía en imponer la caracterización de los judíos como pueblo en lugar de comunidad religiosa. Esa tendencia no era exclusiva del nacionalsocialismo, sino que había cobrado mucha fuerza incluso entre los propios judíos, y a fin de cuentas derivaba de la propia imagen judía, incapaz de aceptar sin más la posibilidad de que su comunidad milenaria quedara reducida a una simple fe dentro de un Estado neutral en lo referente a las cuestiones religiosas. En ese sentido los sionistas eran los judíos más auténticos y su aspiración a crear un Estado judío de ningún modo se debió sólo al deseo de escapar de persecuciones antisemitas..." (51).
Hoy tenemos los suficientes conocimientos sobre el comportamiento de los judíos, a la luz de las acciones criminales del Estado de Israel -y de casi todas las ramas contemporáneas de la diáspora-, para entender hasta qué punto la construcción de un Estado judío en España hubiese sido una calamidad para los no judíos españoles. Hubiese sido una premonición de la actual tragedia palestina.
Es evidente que la actitud del judaísmo respecto de España está preñada de resentimiento, hasta el punto de lograr que el jefe del Estado español reiterara el pedido de perdón (ya adelantado en la Gran Sinagoga de Madrid, en 1992) en Nueva York, ante el lobby judío más poderoso del mundo (52). Se utiliza una metodología ya experimentada, exitosamente, con la Alemania de posguerra: producir un enorme y profundo sentimiento de culpa en la totalidad de la sociedad (en este caso, española), con proyecciones temporalmente infinitas.
Lograr la "culpa" de Alemania fue algo absolutamente necesario para poder construir y legitimar al Estado de Israel. Siempre tiene que haber un crimen más terrible que los propios crímenes cotidianos del Estado judío.
Lograr que la "culpa" de España se convierta en algo aceptado por la sociedad española tiene asimismo un claro objetivo político: convertir al Estado español en un sólido Alcázar del "occidentalismo" y del "europeísmo" al estilo Maastricht. Ello es absolutamente vital para el racismo expansionista del Estado judío. Contribuye de manera significativa al mantenimiento de una Europa intrascendente, eterna segundona de Washington y cómplice consciente del nacional-judaísmo.
La ecuación que plantean los estrategas judíos en la actualidad es que la expulsión de la tierra prometida sustituta -Sefarad- es el antecedente inexorable del "Holocausto". La ecuación que nosotros planteamos es que si la expulsión española de 1492 constituye un hecho en verdad ilegítimo y condenable, el "Holocausto" es, también, en verdad, una realidad histórica verificable y dotada del sentido que le adjudica el judaísmo contemporáneo.
Ambas coyunturas históricas deben ser aceptadas o rechazadas sin pretender aislar una de la otra. En el primer caso estaríamos legitimando la existencia del Estado de Israel, afirmando: el sufrimiento actual de árabes y palestinos es necesario -o justificable, que es lo mismo- dado el enorme sufrimiento anterior del pueblo judío (elementos base: expulsión española + "Holocausto" alemán).
En el segundo caso fracturaríamos la estructura de justificación que actúa de cobertura a una de las acciones "civilizatorias" jamás implementadas por Imperio alguno en la Historia. Los actos de la alianza Israel-Estados Unidos no tienen otra justificación que la naturaleza económica del globalismo y la voluntad de poder del judaísmo, sistemáticamente reiterada a lo largo de la historia. Ambas realidades tienen el denominador común de la exclusión: la exclusión económica del globalismo enlaza armónicamente con la exclusión racial del judaísmo.
Ha sido esa voluntad de poder fundamentada en la exclusión racial lo que ha generado todas las versiones históricas y nacionales del fenómeno que los judíos definen como "antisemitismo". En la gran mayoría de los casos todas las formas conocidas de "antisemitismo" no fueron sino reacciones defensivas ante la avasallante búsqueda de poder del judaísmo, que se ve a sí mismo como raza o clase superior, es decir, como "pueblo elegido".
Muchos analistas críticos -y hasta muy críticos- del Estado de Israel caen en la trampa de aceptar como válido el "gran sufrimiento anterior" del "pueblo elegido". Es decir, fingen ignorar que la política actual del Estado de Israel es una expresión concreta de la cultura permanente del "pueblo elegido", de la raza superior.
Afortunadamente ya existe el conocimiento histórico necesario que socava de manera concluyente la versión judía del llamado "Holocausto".
Ernst Nolte propone estudiar la enorme fuerza que tuvo el nacional-socialismo en su conjunto, como producto del contexto histórico nacional e internacional de la época. Sobre esa fuerza, durante años, incidieron numerosos factores, que deben ser analizados uno a uno, día por día, y todos relacionados con su contexto. Respecto de lo que él mismo califica de "antisemitismo popular", Nolte cita al gran sociólogo judío Max Horkheimer, cofundador de la "Escuela de Frankfurt" (53), quien en 1939 sustuvo, en una de sus célebres investigaciones, que "... los ejércitos de desocupados y de pequeñoburgueses de todo el mundo amaban a Hitler en razón de su antisemitismo" (54).
En los comienzos de la invasión alemana a Rusia, los comandos especiales de la Wehrmacht y de las Waffen-SS encargados de combatir (eliminar) a los grupos guerrilleros que operaban detrás de la línea del frente, y donde se suponía que existía un gran número de judíos, encontraron apoyo efectivo en amplios sectores de la población rusa, ya que los grupos judíos locales anteriores de la guerra "... vivían rodeados por una población rural extremadamente hostil" (55).
España, el nacional-judaísmo y la nueva situación estratégica global Llegados a este punto, el interrogante central que se plantea, y al que será necesario responder, es: ¿cuál será el marco estratégico dentro del que se desarollarán en el futuro los diferentes conflictos locales, nacionales y regionales?
No se trata en absoluto de una cuestión académica, sino de un problema de política práctica de primera magnitud, al cual se deberán enfrentar Estados y movimientos "contestatarios" a lo largo y a lo ancho de todo el mundo en los próximos tiempos. Según cómo se configure la estructura de la política mundial, las alternativas de cambio se incrementarán o disminuirán.
Esas alternativas alcanzarán cotas máximas en un mundo completamente apolar, es decir, carente de una policía global respaldada por una ideología legitimante a escala planetaria elaborada y manipulada a partir de decisiones centralizadas. Inversamente, las posibilidades de cambio disminuirán en una relación directamente proporcional, en un mundo estrictamente unipolar, en el cual un mismo centro de poder centralice una política global unificada, en los planos económico, político, militar, cultural y religioso.
Los hechos que se suceden en la esfera de la política mundial de los últimos años señalan que una nueva situación estratégica está surgiendo de los escombros acumulados en el corto período de la pos-guerra fría. Existen los primeros indicios de que estamos entrando en un nuevo período histórico, de que ya hemos cruzado la frontera determinada por los efectos de la implosión del viejo mundo bipolar (56).
Sobre el nacimiento de esta nueva situación estratégica -que podríamos definir como tendencialmente apolar- ha influido decisivamente la naturaleza entrópica del sistema unipolar, es decir, la definitiva carencia de liderazgo de los Estados Unidos de Norteamérica, por un lado, y la naturaleza excluyente de un sistema económico globalizado, fundamentado en decisiones de empresas monopólicas transnacionales, que sólo puede funcionar a partir de la hegemonía impuesta por una fracción crecientemente minoritaria de la población mundial. La población incluida ya no está separada por las "fronteras" que durante la etapa bipolar dividieron a los distintos "mundos" (primero, segundo, tercero y cuarto). Hoy esa población, desperdigada en el norte, sur, este y oeste del planeta Tierra, pertenece toda a un mismo mundo, a una misma cultura: a la de los incluidos. El resto -la mayoría creciente- de la población mundial pertenece a "otro" mundo, el de los excluidos, cada vez más distante del mundo de los incluidos.
Esta nueva realidad social-global -originada en la economía de la pos-guerra fría- tiende a producir dos tipos de conflictos simultáneos. Por un lado, una guerra social global -un nuevo tipo de "lucha de clases a escala planetaria"- entre poseedores y desposeídos (entre "orgullosos" y "humillados" (57)); por otro lado, la emergencia del factor nacional: la lucha de los humillados es, en primer lugar, una lucha por la recuperación de los espacios nacionales agredidos por la expansión de la globalidad.
En todos los puntos del Planeta donde esa lucha existe (y ello incluye a la totalidad del mundo + Europa Occidental y los Estados Unidos de América) las aspiraciones de los oprimidos (humillados) se manifiestan, en primer lugar, bajo la forma de una lucha nacional. La recuperación de los espacios nacionales no es sólo una exigencia económica insoslayable (hacer que los bienes que son propios produzcan hacia el interior y no hacia el exterior). Pero esa lucha económica es inseparable de la voluntad por adquirir dignidad.
En la base de los espacios nacionales por recuperar suele haber una cultura diferenciadora y resistente. Las exclusiones de la globalidad no son sólo de naturaleza económica. Son exclusiones de naturaleza estratégica. El neoliberalismo salvaje en Rusia y en Iberoamérica, las pretensiones del nacional-judaísmo en Oriente Medio y otras regiones del mundo (como por ejemplo, Argentina), tienen manifestaciones sociales y nacionales inequívocas: se trata de que determinados marcos nacionales, que son entendidos como barreras a la expansión de la globalidad, desaparezcan y, con ellos, grandes masas de la población mundial queden reducidas a la condición de esclavitud: de humillación perpetua.
Tres ejemplos inequívocos de este proyecto se manifiestan en:
a) la relación Rusia/Occidente;
b) la relación mundo musulmán/Estado de Israel;
c) la relación centro/periferia en otras vastas regiones del mundo excluido.
La lucha mundial de los oprimidos (desposeídos, humillados) no adopta la forma de lucha de clases con solidaridades horizontales ("proletariado internacional") porque cada grupo de oprimidos está diferenciado entre sí por una cultura (diferente). Las diferenciaciones culturales son las que priorizan -en el plano de la política- la lucha por la recuperación de los espacios nacionales invadidos por los representantes locales del mundo incluido. Cada combate social es nacionalmente distinto, porque distintas son las culturas que los impulsan.
La lucha política culturalmente diferenciada es lo que resume y sintetiza, es lo que expresa con mayor contundencia todas las reivindicaciones económicas de los humillados contra la globalidad (sistema unipolar). Las reacciones de la población rusa empobrecida hasta el paroxismo por esa exigencia económica del globalismo que es el liberalismo salvaje, pasan inexorablemente por la reivindicación de un espacio estratégico propio eliminado por el sistema unipolar. Las reinvindicaciones de los humillados del mundo árabe-musulmán pasan por una lucha sin cuartel contra el Estado judío, es decir, pivotan sobre la construcción y/o reconstrucción de módulos nacionales también propios.
Los módulos nacionales a construir o a re-construir forman parte de una cultura, de un espacio cultural, pero no se reducen a él. Como lo demuestra la cotidianeidad del mundo árabe musulmán, una cultura -el Islam- de hecho abarca diversos módulos nacionales, como lo demuestra la reconstrucción del Líbano, hecha en base a una guerra nacional contra un agresor "extraño", el israelí. No es una guerra que puedan hacer -en representación de los libaneses- otros árabes u otros musulmanes. La recuperación del marco nacional es un hecho personalizado y personalizador en la escala internacional (58).
Existe una cultura genérica de la clase de los incluidos o amos del mundo (Herrenvölker) -que mantienen entre sí un sistema de solidaridades horizontales. Esa cultura está siendo elaborada por los intelectuales orgánicos de esa clase global, representados por los restos de las izquierdas centrales y urbanas. Desde ese viejo pensamiento iluminista pretenden imponer a los excluidos una convicción principal: toda revolución -es decir, toda diferenciación- es imposible en tiempos de globalidad. Sin embargo, nunca como hoy la revolución -esto es, la diferenciación o identidad- es tan necesaria y urgente.
Pero no estamos hablando desde el punto de vista ciego y descerebrado de una izquierda reconvertida al neo-liberalismo cuyos fragmentos aún pretenden opinar sobre las cuestiones del mundo. Los estallidos revolucionarios que hoy sacuden e impactan en y sobre todos los puntos del planeta no tienen su referencia ni en el racionalismo filosófico ni en las eclosiones norteamericana y francesa del siglo XVIII. La continuidad del iluminismo francés estuvo representada por el posterior fracaso del marxismo a escala planetaria. Pero el fracaso del marxismo y la debacle de la "izquierda" -racionalista y, ahora, "humanista" (59)- no significa el fracaso de la revolución misma.
Lo que ha quedado eliminado del horizonte es la revolución como pura desestructuración social. Lo que hoy se plantea como necesidad urgente es la revolución como reestructuración social. Una revolución mucho más ligada a la dignidad de los humillados que a la indignidad de los humilladores. Una revolución como construcción de lo nacional y popular y no sólo como destrucción de la dominación "burguesa". Una recuperación de culturas antiguas y propias. Una relación entre la dignidad y la trascendencia. Una conservación de las identidades como base de la acción política.
El altísimo nivel de depredación económica que introduce la globalidad señala lo obvio: que la dominación económica se manifiesta a través de la dominación política de un Estado sobre otros (Israel/Mundo árabe). Y que por lo tanto la liberación -en términos de futuro- se está sustentando, cada día con mayor claridad, en la recuperación de las capacidades estatales agredidas. No hay hoy en el mundo, ni lo habrá en el futuro, ningún grupo social emergente que no plantee la recuperación del Estado nacional. ¿Cómo habría de existir una política revolucionaria fuera de un Estado y de una cultura recuperados? Sólo la izquierda liberal en el mundo contemporáneo plantea lo contrario: el cambio social y, aun, internacional, en base a una disolución progresiva del poder. Ello indica que esos grupos hoy carecen de cualquier tipo de sustentación social y que, por lo tanto, son expresiones camufladas de la verdadera contrarrevolución. Es decir, manifestaciones ideológicas de los grupos dominantes y de los Estados hegemónicos. Todas las políticas "humanitarias" se proclaman "democráticas", y la mayoría de ellas, al menos en Occidente, están controladas por agentes del poder judío (60), es decir, por miembros de una cultura autodesignada "superior" y, por ello mismo, represiva por naturaleza.
El nacional-judaísmo como fenómeno global El presente trabajo pretende ubicarse en torno a la legitimidad del hecho político de la expulsión. También se señala que el mismo hecho no fue solamente legítimo, sino además fundacional, y que toda pretensión de invertir o pervertir su sigificado conduce inexorablemente a incrementar la crisis de una España "atlantista" y "democrática", es decir, la pervivencia de una España desgarrada, en una Europa "europeísta" y "europeizada" (vigencia del "proyecto Maastricht") en pleno proceso de la decadencia de Occidente (61).
La totalidad de los temas que integran este breve trabajo han sido sólo señalados, es decir, indicados: ninguno de ellos fue analizado en profundidad, ni siquiera someramente. Su objetivo inmediato es diseñar un sistema de relaciones existente entre la historia, la geografía y la situación actual de la política internacional. Por lo tanto este texto debe ser visto sólo como un proyecto de investigación aún pendiente de realizar, como una tarea futura a desarrollar en los próximos tiempos. Con todos los riesgos que ello lleva implícito.
Obviamente el nacional-judaísmo es un fenómeno global. En mi último libro desarrollo el concepto de nacional-judaísmo en tanto ideología justificadora de las operaciones depredadoras tanto del Estado de Israel como de la judería internacional, aliada incondicional del "globalismo" y del "atlantismo" (que constituyen el núcleo de la ideología nacional de los Estados Unidos de Norteamérica, hoy, cuyo gobierno demócrata incluye a cuatro ministros judíos en puestos de extrema relevancia -Defensa, Relaciones Internacionales, Economía y Seguridad Nacional, nada menos).
En febrero de 1997 año, en una conferencia que pronuncié en Damasco, en la Unión de Escritores Árabes (UEA), señalé el hecho por el cual el nacional-judaísmo es hoy un fenómeno global, y por lo tanto, profundamente imbricado con las tendencias globalistas de la economía internacional. Lo que a su vez significa la total hegemonía de los Estados Unidos de América sobre el resto del mundo.
En rigor de verdad, el nacional-judaísmo pretende convertirse en la ideología de ese proceso económico globalizador. Es decir, que aspira a ser el hecho cultural hegemónico en el "mundo occidental", en la llamada "civilización judeo-cristiana". El nacional-judaísmo es un fenómeno global, instalado en la totalidad del "mundo occidental", y no sólo en el espacio geopolítico árabe-persa-musulmán.
En cada uno de los Estados y regiones culturales de "Occidente" se manifiesta de manera específica. Los sucesos que conmueven al mundo árabe-persa-musulmán (Oriente Medio+Asia Central) no son los únicos que protagonizan los judíos (Estado de Israel+Organizaciones judías internacionales) contra sociedades y pueblos no judíos, musulmanes y/o cristianos.
Esas acciones del nacional-judaísmo están interrelacionadas en la escala global (aunque son predominantes en el mundo Occidental), lo que significa que no están limitadas a una región específica del planeta. Por lo tanto el combate contra las ambiciones hegemónicas e imperialistas del judaísmo contemporáneo debe ser concebido también a escala planetaria, y se debe adecuar, en cada caso, a las características específicas -políticas y culturales- de cada Estado concreto, de cada región allí donde ese combate se verifique. Tal cual lo estamos intentando hacer en el "caso español", que desde el punto de vista histórico y geopolítico representa un escenario de la máxima importancia dentro de esta dialéctica de alcance planetario.
No es posible mantener ninguna esperanza razonable de vencer a las manifestaciones militares más violentas que protagoniza el nacional-judaísmo en el mundo árabe-musulmán sin antes fracturar la ideología global del nacional-judaísmo, que se está convirtiendo en el núcleo de lo que hoy es el "mundo occidental" o la cultura "judeo-cristiana".
El verdadero centro de gravedad cultural del frente de combate de esta guerra global contra el nacional-judaísmo está en enfrentar esa ideología dentro del propio "Occidente", desnudando sus mitos y falsedades, y creando y desarrollando una contra-cultura capaz de separar a Occidente del "occidentalismo", es decir, de la concepción del mundo nacional-judía.
Día a día aumentan las contradicciones entre distintos Estados y culturas nacionales dentro de Occidente y los objetivos hegemónicos de la ideología nacional-judía (como es el caso de Francia y Alemania). La tarea que nos hemos propuesto es la de profundizar esa brecha. Estamos en condiciones de crear esa contracultura, esa contraideología que nos libere del nacional-judaísmo dentro del propio "frente occidental". Ello nos introduce necesariamente en el área de la Inteligencia, entendida como Información y Contrainformación.
Inteligencia nacional versus comunidad informativa occidental Se ha dicho que la Inteligencia es la forma más alta y perfecta que puede adquirir la política y el pensamiento político, y de hecho ha sido así en las etapas de esplendor de las grandes civilizaciones. Naturalmente no es este el caso de las sociedades y Estados secundarios, dependientes o excluidos.
Definiremos "Inteligencia" como la capacidad que tienen los Estados u otros actores sociales (étnico-sociales) para comprender al mundo que los contiene y comprenderse a sí mismos en la constante interacción que exige la vida internacional contemporánea. No es una tarea que necesariamente exija alinearse con el mundo. Por el contrario, puede presuponer enfrentarse con él. La mayoría de las veces relacionarse con él, significa no esclavizarse ni siquiera plegarse a él.
De allí se desprende como algo lógico que no puede existir "la" Inteligencia sino "las" Inteligencias. La capacidad de conocimiento, entendida como prólogo a la capacidad de actuar (conocer el hecho no para adaptarse miserablemente a él sino para enfrentarlo y transformarlo), no puede ser independiente ni del tiempo ni del espacio. En especial no puede ser independiente de la cultura específica (antropológica) que expresa.
Los principales Estados, aquellos que tienen algún grado de hegemonía, modifican permanentemente la metodología empleada en la captación de informaciones, al mismo ritmo en que se modifica la naturaleza del objeto a ser comprendido. Para nuestro aquí y ahora, las modificaciones en la naturaleza de las relaciones internacionales son, o deberían ser, el gran regulador metodológico de la organización de la actividad informativa, esto es, de la metodología utilizada por los servicios centrales de inteligencia para captar información auténtica y de primera mano.
Cada país hace Inteligencia según cómo se percibe a sí mismo en relación con los demás. La actividad de Inteligencia es un instrumento preciso y complejo que mide el concepto que cada país tiene de sí mismo. Es su miseria o es su grandeza.
La Inteligencia es el reflejo de la capacidad cultural de que dispone una comunidad. Es, o debería ser, la expresión más refinada de su "filosofía nacional". Naturalmente la inteligencia debería ser una actividad reservada a sujetos inteligentes. Debería ser el producto de cerebros independientes, creativos y audaces en áreas relevantes, tanto dentro como fuera del gobierno. Ello suele ser así en los países con vocación hegemónica, o en aquellos que se encuentran en un ciclo de esplendor histórico (crecimiento político). Suele suceder lo contrario con los países con vocación de pequeñez.
En relación a estos últimos se observa un fenómeno permamente, ya que todos ellos se encuentran en definitiva en regiones periféricas, aunque su ubicación geográfica parezca indicar lo contrario. Es precisamente en la vital actividad de Inteligencia donde con más claridad se manifiesta no la ubicación central de esos Estados -tanto desde el punto de vista histórico-cultural como geográfico- sino la profunda vocación atlantista de una cantidad peligrosamente numerosa de sus grupos dirigentes.
Su actividad de inteligencia en áreas vitales para su seguridad nacional -como por ejemplo el Oriente Medio- está absolutamente alineada -y alienada- a una visión occidentalista extrema, al punto que los servicios de inteligencia norteamericanos y, en este área específica, los israelíes, seleccionan previamente el tipo de información que esos Estados adquieren sobre el conjunto del mundo árabe-musulmán.
La mecánica a través de la cual funciona ese control supranacional y anticonstitucional sobre la inteligencia es muy simple. Los grupos israelíes y norteamericanos manipulan a los estamentos intermedios del servicio; es decir, a los expertos en Oriente Medio, en este caso, e impiden que existan otros accesos de flujo informativo que contradigan la estrategia norteamericano-israelí sobre la región. Esos estamentos, y a través de ellos la completa actividad de una inteligencia que debiera ser nacional, se niegan a recibir información directa y fidedigna de los actores del proceso regional que ya fueron previamente "excomulgados" por Jerusalén y Washington. A partir de allí la Nación desaparece de la escena, se convierte en un apéndice de tercer nivel dentro del bloque al cual pretende adscribirse.
La Inteligencia es causa y efecto de un pensamiento nacional. La Inteligencia es la consecuencia del conocimiento (en ningún caso su causa), y la calidad de ambos definirá con toda precisión quién es cada país y quién es quién dentro de cada país. La Inteligencia tiene por función máxima generar poder a través de una preparación adecuada del conocimiento exacto que se necesita en el aquí y ahora nacionales.
La Inteligencia debe ser el sistema superior de conocimiento que se estructure a nivel de Estado. La Inteligencia es el máximo grado de complejidad que puede alcanzar la institucionalización de un pensamiento científico interdisciplinario con vocación nacional, es decir, orientado a la diferenciación, es decir, a la supervivencia. Debe ser un pensamiento complejo no sólo para entender a un mundo complejo. Debe ser un pensamiento concebido para diferenciar y complejizar al espacio nacional respecto de otros.
El Estado-nación (o la tribu, o el imperio o el área cultural diferenciada, o cualquiera sea el parámetro que nos defina) es un "sistema" cuya supervivencia depende de las evoluciones de un "entorno" (resto del mundo). Las constantes modificaciones que sufre el "entorno" exigen diferentes respuestas por parte del "sistema". Cuando el "sistema" no está en condiciones de responder a los cambios que se operan en su entorno, en ese momento el sistema (la comunidad nacional o el Estado-nación, o la tribu) desaparece, se "gasifica", se licúa en el entorno. A partir de allí crecen en su interior los factores centrifugantes de su "unidad nacional". En este caso, se afianza la "barbarie" que representa el retorno de los "Estados visigodos".
En definitiva, lo que diferencia a un Estado central de otro periférico es la calidad de la información que elabora su servicio central de inteligencia. Los primeros abren todos los canales "de entrada" (input) posibles, en especial aquellos que contradicen las estrategias dominantes. Ello es vital para lograr diferenciación internacional, esto es, supervivencia nacional. Los Estados periféricos, en cambio, cierran los canales de entrada, al ritmo exacto de las estrategias dominantes. Esa actitud es el prólogo inequívoco de una desintegración nacional inminente y evidente.
No olvidemos que la Inteligencia israelí no sólo opera preferentemente sobre los servicios de informaciones occidentales: la Inteligencia israelí es la principal proveedora de informaciones de los servicios de Inteligencia de los Estados "secundarios" del "mundo occidental".
Sin el trabajo de interposición a realizar entre las culturas occidentales (aun las ubicadas en la Periferia de Occidente, como es el caso argentino) y el mesianismo judío, la lucha del mundo árabe-musulmán contra el colonialismo del Estado de Israel será siempre una enorme frustración. Mientras no se fracture la hegemonía ideológica y cultural que el nacional-judaísmo mantiene hoy sobre Occidente, la lucha del mundo árabe musulmán será una guerra sin fin, una frustración sin límite, un sacrificio permanente. Ello es así porque hoy el nacional-judaísmo -como ayer el sionismo- hunde sus raíces y se nutre de la potencia de un Occidente sobre el cual ha sabido crear una enorme "conciencia de culpa", desde Rusia hasta Argentina (62).
Notas
1.- Leonardo Castellani, el Apokalipsis de San Juan, Buenos Aires, 1959.
2.- Antonio Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias, Ed. Alianza, Madrid, 1973.
3.- Marcel Bataillon, Erasmo y España, FCE, México, 1950.
4.- "Barbarie" es una expresión típica de la cultura judía incorporada tardíamente al iluminismo, a la modernidad y al positivismo. La evolución de los procesos históricos se realizaría a partir de la contradicción básica "civilización" versus "barbarie". Fue la cobertura ideológica de todo el proceso de colonización sostenido por Occidente a partir del siglo XVIII. Fue el núcleo del nacionalismo europeo y, por lo tanto, del sionismo. Existe, por ejemplo, una similitud histórica extraordinaria entre la matanza de indígenas (y de otros grupos sociales autóctonos, como los gauchos argentinos) en América y la crueldad de los israelíes respecto de los palestinos: la "civilización" está obligada a barrer con la "barbarie". Véase mi libro: El Nacional-judaísmo, un mesianismo pos-sionista, con prólogo de Roger Garaudy, Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1997.
5.- Carlos Carrete Parrondo, El judaísmo español antes del destierro, en "Los judíos de España", Ed. Trotta, Quinto Centenario, Fundación amigos de Sefarad. Madrid, 1993.
6.- Julio Valdeón Baruque, Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1975.
7.- John Lynch, España bajo los Austrias, Vol 1, p. 10. Ediciones Península, Madrid, 1970.
8.- La Inquisición no fue una institución creada contra los judíos, sino contra los falsos conversos, los criptojudíos o marranos (y otros delitos, como crímenes sexuales, brujería, etc.) cuyas actividades representaron un problema político de gran magnitud a todo lo largo y lo ancho del Imperio español. En este punto es necesario señalar la estrecha relación existente entre los falsos conversos y la conquista y colonización de América, tema sobre el cual estoy preparando una investigación específica.
9.- Es decir, del Estado Homogéneo Central.
10.- Samuel Huntington, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona 1997. Por lo demás, se trata de un libro alevoso, por una ausencia casi total de rigurosidad científica. En efecto, no es difícil advertir que la finalidad político-ideológica del libro es señalar la naturaleza "esencialmente perversa de la civilización musulmana" o "Las sangrientas fronteras del Islam" (p. 305), o la "propensión musulmana al conflicto violento" (p.309), o la evidencia de que "la belicosidad y violencia musulmanas son hechos de finales del siglo XX que ni musulmanes ni no musulmanes pueden negar" (p. 310). En ningún pasaje de su libro Huntington hace la menor referencia a la política del Estado de Israel.
11.- F. Fernando de Bordejé y Morencos, El escenario estratégico español en el siglo XVI (1492-1556), Editorial Naval, Madrid, 1990.
12.- El mantenimiento de la unipolaridad tuvo su punto más vulnerable en los costos insoportables de la política europea española. Ver: Geoffrey Parker, El Ejército de Flandes y el Camino Español 1567, 1659, Revista de Occidente, Madrid, 1976. Antonio Bombín Pérez, Los caminos del Imperio Español, Colegio Universitario de Alava, Universidad de Valladolid, Vitoria, 1974. I.A.A. Thompson, Guerra y decadencia, gobierno y administración en la España de los Austrias -1560, 1620, Crítica, Barcelona, 1981.
13.- La Europa destruida -antes que construida- según el "Modelo Maastricht" se está desmoronando: "Se ha prendido la llama del incendio social en los cuatro rincones del continente y el problema económico se ha convertido en político... cualquiera puede preguntarse por el precio de la globalización económica para Europa" (L'Express del 16 de marzo de 1997).
14.- No nos referimos, por supuesto, a una supuesta identidad católica que se derivaría de la cúpula vaticana. El actual Papa, que obviamente responde a los intereses de una oligarquía global en la cual la participación judía es por cierto muy importante, no dijo hasta al día de hoy una sola palabra sobre la violenta judeización, acelerada y forzada por la coalición Likud, de la Ciudad Santa de Jerusalén. Ese silencio es la conclusión lógica de un largo camino que comienza en el Concilio Vaticano II y encuentra su punto de inflexión en el reconocimiento del judaísmo como "religión madre" o "hermano mayor" del catolicismo-cristianismo.
15.- A. Huerga, La pre-Inquisición en Hispanoamérica (1516-1568), en Historia de la Inquisición en España y América, p.662. Esta obra monumental (1487 páginas) fue dirigida por Joaquín Pérez Villanueva y Bartolomé Escandell Bonet, y participaron en su redacción 26 investigadores del Centro de Estudios Inquisitoriales. Fue editada por la Biblioteca de Autores Cristianos en Madrid, 1984.
16.- Fray Bartolomé de las Casas, Memorial de remedios para las Indias (1516), en "Obras Escogidas", vol.5, ed. J. Pérez de Tudela, Madrid, 1958, p.15.
17.- Iniquidad, perversidad, corrupción de costumbres (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
18.- Federico Rivanera Carlés, Los conversos, ¿Víctimas o victimarios de España?, Centro de Estudios Históricos Cardenal Juan Matínez Silíceo, Buenos Aires, 1992, p.109.
19.- Rivanera Carlés, op. cit., p.109.
20.- La región Sirio-Palestina es "...la cuna de las civilizaciones del mundo". Esa región tiene "...una importancia excepcional en el dominio de la Historia y de la arqueología... (asume) un rol vital en el nacimiento y en el desarrollo de la civilización humana en el curso de los siglos. Ese rol particular se materializa en documentos arqueológicos e históricos únicos en el mundo... las primeras herramientas y las primeras armas de piedra, el esqueleto del Neandertal mejor conservado, el más antiguo testimonio disponible sobre cultura de cereales, la domesticación de los animales, la construcción de ciudades, el trabajo de la cerámica, de los metales y del vidrio, la práctica de las artes, las creencias religiosas, la invención de la escritura y del alfabeto, sin hablar de la aparición de los primeros reinos y de los primeros Estados históricos conocidos". Doctora Najah al-Attar, Ministra de Cultura de la República Árabe Siria, en la Introducción a: Syrian-European archaeology exhibition, Damasco, 1996.
Véase también mi conferencia en la Unión de Escritores Árabes (Damasco, febrero de 1997): "Las tribus hebreas sobre las que prácticamente no existen testimonios arqueológicos, contrariamente a la ideología judía oficial, representaron la barbarie contra una civilización ya instalada" (Existe una versión de esta conferencia editada en Damasco, en idioma árabe).
El orientalista italiano Mario Liverani es contundente en esta cuestión: Si no fuese por los textos bíblicos, es decir, por la existencia de un pensamiento mitológico, sería imposible, arqueológicamente, reconstruir la historia de Israel".
La revolución que en estos momentos tiene lugar en el campo de los estudios sobre el Oriente Antiguo nos ofrece, entre otras revelaciones, una visión de Egipto (Estado, cultura y sociedad de las diferentes dinastías) radicalmente distinta a la tradicional "dictadura estática faraónica", lo que echa por tierra la mitología del Éxodo. Y, también, la artificial diconomía Occidente versus Oriente (falsa contradicción entre democracia y dictadura).
Respecto a la "continuidad" entre la herencia griega-democrática y el "renacimiento humanista" del capitalismo europeo, Roger Garaudy señala que la educación occidental olvida recordar que en Atenas, "la madre de las democracias", en los tiempos de Pericles, "...había 20.000 ciudadanos libres y 110.000 esclavos sin derechos" (La crisis del "nuevo orden mundial", conferencia pronunciada en el "Ateneo de Madrid" el 24 de enero de 1997). Pero existe algo mucho más grave aún, que perdura hasta nuestros días: la escisión aristotélica entre el nosotros y el ellos. Occidente nace escindido entre civilización y barbarie, entre la "cultura de la ciudad" y el mundo "asiático", entre colonizador y colonizado, entre opresores y oprimidos, entre orgullosos y humillados.
21.- "... los alumbrados del reino de Toledo son conversos en su mayor parte... Son familias que a menudo se han especializado en el manejo del dinero, y que constituyen el elemento más activo de la burguesía española". Es a causa de ese poderío económico que esas familias "... proporcionan al clero .... un contingente desproporcionado con su importancia numérica en el seno de la sociedad española."
22.- "Entre los enemigos de una participación de España en la guerra... estaban los funcionarios del ministerio español de Asuntos Exteriores, los militares y los grandes industriales. Todos ellos eran anglófilos, situados en posición crítica frente al nacionalsocialismo". Klaus-Jörg Ruhl, Franco, Falange y III Reich, España durante la II Guerra Mundial, Ed. Akal, Madrid. 1986.
23.- "Comercio exterior español, 1934-1943", en Klaus-Jörg Ruhl, op. cit., pag, 38.
24.- Esto provocó en la dirigencia alemana de la época lo que algunos historiadores llaman el "complejo de Hendaya", que fue una de las grandes frustraciones de la estrategia mediterránea propuesta por la Kriegsmarine. De haberse realizado esa estrategia mediteránea muy probablemente hubiese cambiado el curso de la guerra. Sobre la "Operación Fénix" existe una abundante bibliografía, entre otras: Merlin G. Kime, The contest for Spain during World War II: Anglo-American planning to retain control over the Straits of Gibraltar, Graduate College, University of Nebraska, 1987.
25.- Dentro de ese vasto proyecto de institucionalizar y racionalizar al mismo tiempo, está la necesidad de asumir el atlantismo dependiente, la portugalización de la totalidad de la península, una impronta estratégica que queda establecida a partir de la gran alianza que el Foreign Office propone y el general Franco acepta (de hecho) en los primeros días de la guerra civil, en aquel verano de 1936.
26.- Implicó también una ruptura simultánea con Iberoamérica, como lo demostró el "test" de la Guerra de Malvinas. Para Calvo Sotelo, en sus prisas otánicas, el problema de las Malvinas era un tema "distinto y distante" de la situación colonial que vive Gibraltar. Para los socialdemócratas, también. (Estos plantean una especie de "no intervención" netamente favorable al colonialismo británico).
27.- Miguel Cruz Hernández, Historia del pensamiento en el mundo islámico, vol. 2: El pensamiento de al-Ándalus (siglos IX-XIV), Alianza, Madrid, 1996, pags. 469-470.
28.- Citado por Léon Poliákov, en el Prefacio del libro de Evelyne Kenig, Historia de los judíos españoles hasta 1492, Paidós, Barcelona, 1995. Lo que se percibe en este texto, como en tantos otros textos judíos que no es posible citar aquí, es una profunda lucha ideológica y, aun, por el poder político, del judaísmo contra el cristianismo. Todo ese vasto conjunto doctrinario anticristiano desmiente de manera rotunda y terminante la puesta en escena, en el teatro de la posmodernidad, de la versión progresista del catolicismo contemporáneo. Dicha versión consiste en afirmar que una de las causas del "antisemitismo" y del "nazifascismo" del siglo XX fue la actitud "antijudía" que supuestamente mantuvo desde sus orígenes la Iglesia católica. Uno de los más sistemáticos expositores de esa opinión es el teólogo Hans Küng -que tan destacada actuación tuvo en el Concilio Vaticano II (Ver: Hans Küng, El judaísmo, Trotta, Madrid, 1993). Ya que estamos en al-Ándalus convendría recordar la opinión del gran Maimónides sobre Cristo y el cristianismo:
"Bien sabéis que los cristianos atribuyen a Jesús de Nazaret, ¡que sus huesos sean triturados!, cantidad de hechos (portentosos), desde la resurrección de los muertos, como personas, hasta los milagros con que se engañan, y que nosotros podemos conceder y reconocer dialécticamente. Pero, a pesar de todo esto, no pueden convencernos de que Jesús fuese el mesías, en tanto podemos encontrar en los versículos bíblicos mil pruebas, aproximadamente, que Jesús (no es tal mesías)...(Guía de Perplejos, citado por Miguel Cruz Hernández, op. cit, pag. 480).
29.- Evelyne Kenig, op. cit, pag.36
30.- Thomas F. Glick, Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250), Alianza Universidad, Madrid, 1991, pgs. 226 y 227.
33.- Marcel Bataillon, Erasmo y España, ed. FCE, México, 1950.
34.- Bataillon, op.cit., pg. 803 y ss.
36.- Edgar Morin, Prólogo al libro Los judíos de España, editado por Henry Méchoulan, con la financiación de la Fundación Amigos de Sefarad, cuyo dirigente es el judío argentino-español Mauricio Hatchwell Toledano. Ed. Trotta, Madrid, 1993. Se trata de una recopilación de trabajos muy interesantes que demuestran, entre otras cosas e involuntariamente, la veracidad de la -en otros tiempos tan subestimada- teoría de Werner Sombart, respecto de los itinerarios de los judíos de la "diáspora española", que estaban determinados por los centros de mayor actividad económica del norte de Europa; es decir, por los núcleos originales del capitalismo moderno.
37.- El humanismo predicado por Erasmo de Rotterdam se convierte en un vehículo impulsor de la posición de los judíos conversos españoles y portugueses. La adopción de ese humanismo fue en verdad la "ideología" de los judíos conversos en América, como lo señala el propio Bataillon en el Apéndice del libro que estamos citando: Erasmo y el Nuevo Mundo (Diego Méndez El de la Canoa, y Proceso de Francisco de Sayavedra).
38.- Ver Gilles Kepel, Al Oeste de Alá, la penetración del Islam en Occidente, Paidós, Barcelona, 1995.
40.- Sobre el tema de la participación de los conversos y marranos en los salvajes sistemas de explotación de la mano de obra indígena y la "trata de negros" existe una extensa bibliografía, en su mayoría redactada por autores judíos, entre ellos el judío polaco residente en la Argentina ya fallecido Boleslao Lewin.
Están también las Historias de la Inquisición en Lima, Cartagena de Indias y México. Y una muy extensa lista de libros, artículos periodísticos e investigaciones monográficas que puede ser consultada en la Biblioteca Nacional de Madrid.
El propio Marcel Bataillon señala, en una nota al pie en la página 803 de su libro ya citado: "La importancia de los judíos y conversos en la formación de lo más típicamente hispano es la idea básica de Américo Castro, España en su historia, Cristianos, moros y judíos, Buenos Aires, 1948. En el terreno puramente religioso, hay que añadir a las figuras neocristianas estudiadas en el presente libro algunas adalides de la mal llamada Contrarreforma española: nada menos que el Beato Juan de Ávila, Apóstol de Andalucía, máximo imitador de San Pablo, el Padre Laínez, segundo general de la Compañía de Jesús. Cristianos nuevos fueron los principales discípulos de Juan de Ávila, como el Maestro. La proyectada fusión de sus Colegios con la Compañía fracasó por no poder cargar ésta con tal herencia, arrostrando el prejuicio adverso a los marranos, en el momento preciso en que Silíceo quería imponer a los jesuitas un estatuto de limpieza (de sangre) para admitirlos en su diócesis".
41.- Los siguientes párrafos expresan, en una síntesis muy apretada, algunos lineamientos de un libro que en la actualidad estoy elaborando, y que se titulará, precisamente, Judenland. Como ese trabajo pivota sobre los judíos en la Argentina, llevará como subtítulo: Argentina Ha-Aretz Ha- Yeuda, que en Hebreo significa: Argentina, la tierra prometida.
42.- Versión española en Alianza, Madrid, 1972.
43.- Menasseh ben Joseph ben Israel, Esperanza de Israel, con introducción y notas de Henry Méchoulan y Gérard Nahon, Hiperión, Madrid, 1987.
44.- Luiz María Montiel, Negros en América, Mapfre, Madrid, 1992. Quinto encuentro de antropología y Misión, Mundo Negro, Madrid, 1992. Darién J. Davies (Ed.), Slavery and beyond: the African impact of Latin America and the Caribbean, Scholary Resources, Delaware, 1995.
45.- Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos. Los asientos portugueses, Sevilla, 1977. Introducción a Alonso de Sandoval (1576-1652 De instauranda Aethiopum salute), Alianza, Madrid, 1987. Extranjeros en Cartagena en el siglo XVII, en Jahrbuch für Geschichte und Staat, Wirtschaft und Gesellschaft in Lateinamerika, vol. 16 pp.147-184.
46.- La "encomienda" era una de las formas que adoptaba el trabajo esclavo indígena en la América española. Ver: Manuel Olmedo Giménez, Jerónimo de Loaysa, O.P., pacificador de españoles y protector de indios, Universidad, Granada, 1990.
47.- Citado por Boleslao Lewin, Mártires y Conquistadores Judíos en la América Hispánica, Candelabro, Buenos Aires, 1958, p. 8. Lewin utiliza como fuente al canónigo español Juan Antonio Llorente, quien fuera uno de los Secretarios de la Inquisición. La opinión actual de la crítica seria española sobre Boleslao Lewin, quien quiso poner en los criptojudíos nada menos que los orígenes de América, es sumamente dura. Ballestero Gaibrois lo llama "... obseso anti-discriminador hebreo radicado en la Argentina" (En Historia de la Inquisición...etc. Op. cit). Todos los trabajos posteriores de los historiadores judíos radicados en la Argentina siguen la huella del "maestro" panfletario, aunque esa tendencia se intensifica en los trabajos de los "historiadores" judíos fundamentalistas.
48.- Mario Javier Saban, Los hebreos, nuestros hermanos mayores, judíos conversos II, Distal, Buenos Aires, 1993, p. 27 y 28. En este libro el autor desarrolla estudios genealógicos -es decir, raciales- tendentes a ubicar a gran parte de la "clase patricia argentina" dentro de la evolución del criptojudaísmo en el Río de la Plata. Vale decir que el "principio fundacional" de la Argentina -la clase terrateniente- sería el criptojudaísmo. De allí a considerar a ese país como "tierra prometida", hay un paso muy corto. Pero afortunadamente el principio fundacional de la Argentina ya está muy lejos de esa clase social.
49.- Mario Javier Saban, op. cit, pgs. 51-52.
50.- Boleslao Lewin, Los judíos bajo la Inquisición en Hispanoamérica, Dédalo, Buenos Aires, 1960, pgs. 52-53. Lewin, a quien conocí en mis tiempos de estudiante, pasa por ser el decano de los investigadores sobre los judíos en la América española. Como todos los otros, invierte absolutamente los términos del problema y sostiene que Vitoria fue denunciado por ser hijo de judíos, cuando en realidad fue denunciado, concretamente, por contrabandista, por "exportar" ilegalmente valores muy grandes en oro y plata producto de su empresa negrera; es decir, por transgredir el ordenamiento legal español en América. Siguiendo un impulso irresistible de etnopatriotismo, el "argentino" Lewin dedica el libro que estamos citando "A don Itzjak Ben Levi, digno presidente del Estado de Israel y eminente colega..."
51.-Ernst Nolte, La guerra civil europea, Nacionalsocialismo y Bolchevismo, 1917-1945, FCE, México, 1994. En este libro Nolte cita las declaraciones del "...más famoso de los generales de unidades blindadas (alemanas) aparte de Rommel, Guderian, quien sostuvo con evidente y sincera convicción, ante representantes de la prensa, que había peleado en el Este durante mucho tiempo, pero que nunca vio ni 'hornos infernales' ni cámaras de gas ni nada semejante, producto de una imaginación morbosa, aprovechados por el mariscal (soviético) Shukov para tratar de exitar 'los sentimientos de odio de los primitivos soldados soviéticos'" (Nolte, op. cit., p. 464).
52.- "La más prestigiosa Universidad judía de Estados Unidos homenajea a Don Juan Carlos como 'Rey de los sefardíes'" (ABC, 9-4-97, p. 49). Es el propio Rey quien traza, una vez más, la parábola que relaciona la expulsión con el Holocausto. "No sin orgullo puedo recordar hoy que mi abuelo el Rey Alfonso XIII firmó en 1924 una ley que ortorgaba la nacionalidad española y proporcionaba protección diplomática a todos los judíos sefardíes que acreditasen, siquiera fuese vagamente, origen español. Gracias a ella pudieron actuar con mayor desenvoltura aquel puñado de diplomáticos españoles que ... pudieron contribuir en pleno Holocausto a salvar del infierno terrenal algunos miles de judíos de los territorios invadidos" (El País, 9-4-97, p. 17).
53.- La llamada "Escuela de Frankfurt" (Institut für Sozialforschung) tuvo una enorme influencia política en la historia contemporánea de Alemania, desde la República de Weimar hasta nuestros días. En su momento de máxima actividad, llegó a albergar a más de 200 investigadores. Todos, absolutamente todos ellos, eran judíos. El "pensamiento crítico", eminentemente "progresista", elaborado por el Institut, especialmente en su época de exilio en Nueva York y California, tuvo y tiene una gran influencia en el pensamiento contemporáneo, pero además fue la base ideológica sobre la cual se elabora la espantosa cultura de la Alemania de posguerra. Sobre la República de Weimar ver: Ernst Nolte, Heidegger, Politik und Geschichte im Leben und Denken, Propyläen, Frankfurt, 1992, en especial la sección titulada: Deutschland am Ende der Weimarer Republik, p. 106 y ss.
54.- Ernst Nolte, Lehrstück oder Tragödie?, op. cit. El trabajo citado de Max Horkheimer es: Die Juden und Europa. Dentro del Institut tuvo lugar una importante polémica sobre la naturaleza social del "antisemitismo". Mientras que para Franz Neumann (Behemoth. Pensamiento y acción en el nacionalsocialismo, FCE, México, 1943) el "antisemitismo" constituía, en lo fundamental, un femómeno profundamente enraizado en las masas populares; para Emil Lederer, por el contrario, el "antisemitismo" expresaba sólo el pensamiento de las élites. Max Horkheimer (Dämmerung, Zurich, 1934) aprueba el pensamiento de Neumann, quien en la obra antes mencionada, definió al pueblo alemán "como el menos antisemita de todos los pueblos". Era esta una opinión compartida por otros miembros del Institut. Sobre la cuestión de la autodiscriminación judía en Alemania véase: Gershom Scholem, Walter Benjamin, historia de una amistad, Península, Barcelona, 1987.
55.- Ernst Nolte, Der Europäische Bürgerkrieg 1917-1945, op. cit. pag. 461.
56.- El sistema internacional bipolar que comienza a funcionar a partir del final de la Segunda Guerra Mundial se mantuvo estable durante un relativamente largo período de tiempo, toda la duración de la guerra fría (1945-1989). A partir de esa fecha el mundo comienza a funcionar bajo la forma de la unipolaridad. Ha sido en los últimos tiempos la multiplicación de conflictos lo que ha tornado ingobernable la unipolaridad.
57.- Existe una permanente y apasionada discusión dentro de los movimientos islamistas sobre la dicotomía nación-cultura, o Estados musulmanes y movimientos musulmanes. En mi opinión personal esa anterior dicotomía se ha ido decantando hacia una forma pragmática de coexistencia entre ambas posiciones. No sucedía lo mismo hace una década, como muy bien lo señaló en su momento Bruno Étienne (L'islamisme radical, Hachette, París, 1987).
58.- Además no existe ninguna posibilidad de coexistencia, como lo están demostrando, por enésima vez, los acontecimientos pos-rejudaización de Jerusalén, y la negativa del Estado de Israel a desarrollar una Paz verdadera. Hay que expulsar a los judíos de Oriente Medio. Cualquier otra alternativa es algo peor que un engaño, es un autoengaño.
Esto ha sido finalmente percibido por muchos de los árabes que en los últimos años esperaron, ingenuamente, alcanzar un status de coexistencia pacífica con el Estado judío en la región. Para ellos y para el mundo entero el gran poeta Nizar Qabbani escribió en mayo de 1997: "Estoy con el terrorismo".
59.- En el sentido de ser, los intelectuales de la izquierda liberal y social-demócrata, los más lúcidos expositores de la "teología de la globalidad", que está condensada en tres conceptos básicos sobre los que se sustenta el Nuevo Orden Mundial (NOM): la soberanía limitada, el derecho a la ingerencia y las intervenciones humanitarias.
* La soberanía limitada. Los Estados periféricos transfieren sus responsabilidades estratégicas al "gobierno mundial". La realización práctica de este concepto exige la no transferencia de tecnología del "centro" hacia la "periferia" y la destrucción de los desarrollos tecnológicos endógenos en la propia periferia. En el límite, la "soberanía limitada" lleva a un Estado a liquidar su capacidad militar nacional y a convertirse en mero receptor de fuerzas transnacionales.
* El derecho a la ingerencia. Se fundamenta en el principio de la "universalidad de los derechos humanos" (Viena, junio de 1993). El "gobierno" transnacional se autoadjudica el derecho de intervenir en los asuntos internos de cualquier Estado "nacional" cuando los derechos humanos "universales" se encuentren en peligro, desde la óptica del Iluminismo europeo. Tal concepción de los derechos humanos es claramente complementaria con la idea de "soberanía limitada". El derecho de ingerencia es ampliable hacia la "protección del medio ambiente". Los recursos naturales de la periferia, en esta fase del "imperialismo global", deberían estar fiscalizados por organismos supranacionales.
* Intervenciones humanitarias. Se la pretende fundamentar a partir de la rama del derecho internacional conocida como Derechos de Ginebra. Ella trata de obligaciones hacia prisioneros de guerra, víctimas del hambre, epidemias y conflictos étnicos. Hasta el fin de la bipolaridad esas intervenciones se realizaban a través de la Cruz Roja. Ahora, el gobierno mundial envía fuerzas militares en "misiones humanitarias". Esas fuerzas llevan el mandato de involucrarse en operaciones de "pacificación" (peace making) que conllevan acciones contra poblaciones nativas ("La inmundicia de las gentes de la tierra", como son definidas en el Libro de Esdras).
La soberanía limitada, el derecho a la ingerencia y las intervenciones humanitarias constituyen la trilogía de una teología imperial laica, racional y universal. En conjunto se ofertan como sustituto de una infalibilidad ideológica absolutamente necesaria para legitimar un imperio mundial que se pretende construir, y que incluye acciones militares unilaterales (como p.e. Serbia).
60.- Como es el caso del nombramiento de David Scheffer como embajador norteamericano itinerante para los "asuntos de crímenes de guerra", quien tiene como función hacer tábula rasa con las soberanías nacionales en el campo de la justicia, un complemento indispensable de la globalización económica.
61.- La idea de legitimidad expuesta en este trabajo, lanzada sobre el continuo de situaciones Expulsión-Inquisición-Contrarreforma, se basa, ciertamente, en una filosofía de la historia, en una visión del mundo distinta al progresismo (iluminismo- racionalismo- positivismo- marxismo) que se implantó en la cultura occidental a partir del siglo XVIII. Esta evolución filosófica -y sus tremendas repercusiones en el campo de la economía, de la política y de la guerra- podría muy bien denominarse "la intelectualización del mundo", representada por una evolución cuasi mecánica de la historia, que en última instancia elimina "... la posible existencia de una causa humana concreta en dicho proceso" (Nolte, La guerra civil..., etc, op.cit.).
Es necesario dar el paso hacia una radical inversión de esa Weltanschauung "progresista", "... porque de hecho los judíos... (tienen) una relación sobresaliente con aquella intelectualización (del mundo), en primer lugar, como 'pueblo de la escritura' y luego por constituir un grupo... especialmente favorecido por la emancipación..." (Nolte, op. cit.).
El núcleo de la crisis del mundo cristiano-occidental está localizado en su secularización, es decir, en un avance ya casi irreversible de la "erosión de la Fe". El mundo cristiano-occidental ha perdido la Fe, y a partir de allí surgen las políticas sin el hombre (o a partir de un hombre des-almado o des-espiritualizado, que es lo mismo): surge el "crecimiento económico" al margen de las necesidades humanas, surge un "mundo virtual" que promete goces sin límites al margen de los sufrimientos reales del mundo real. Surge, en definitiva, lo que es hoy la cultura occidental: un hecho aberrante que se mantiene en base a una posición de fuerza material, exclusivamente.
62.- Al igual que en los casos de Alemania y España existe también una "leyenda negra" elaborada sobre Argentina, que coloca a un gran movimiento de masas como el peronismo en el centro de gravedad ficticio de una enorme conspiración sobre el conjunto de Iberoamérica. Esta específica "leyenda negra" se origina en una campaña de la inteligencia británica realizada durante los primeros tiempos de la segunda guerra mundial, orientada a provocar, en unos Estados Unidos aún neutrales, la convicción de que existía en la Argentina una infiltración nazi de una envergadura colosal, capaz de desestabilizar el control de Washington sobre "las Américas", es decir, sobre la totalidad del Hemisferio Occidental. Al día de hoy está absolutamente demostrada la existencia de esta operación destinada a salvaguardar los intereses de Londres en América del Sur, zona tradicional de influencia británica, acelerando la declaración de guerra de los EUA a la Alemania nacional-socialista (Ver: Ronald C. Newton, El cuarto lado del triángulo, la "amenaza nazi" en la Argentina, 1931-1947, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1996).
Capítulo 5º - Capítulo 6º - Capítulo 7º - Anexo al Capítulo 7º - Epílogo