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La falsificación de la realidad

La Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío


Por Norberto Ceresole

 
Índice - Introducción - Capítulo 1º - Capítulo 2º - Capítulo 3º - Capítulo 4º

Capítulo 5º - Capítulo 6º - Capítulo 7º - Anexo al Capítulo 7º - Epílogo



CAPÍTULO 7

 
EL MITO DEL HOLOCAUSTO

Y LA CONCIENCIA OCCIDENTAL

  

El mundo actual es "judío hasta en su núcleo más íntimo". "El significado definitivo de la emancipación de los judíos lo constituirá realmente la emancipación de la humanidad del judaísmo".

Karl Marx, La cuestión judía. 

 

"La creación del Estado de Israel aparece en la conciencia occidental como la justa compensación de la Historia, la cura de una gran herida en la marcha de la historia ‘universal’. El rechazo árabe de este acontecimiento es percibido como un residuo de irracionalidad en el movimiento general del progreso de la humanidad, una supervivencia de los tiempos perimidos del nacionalismo o una expresión adicional de una genética de la violencia propia de la religión musulmana que rechaza la coexistencia con las otras religiones y las concepciones modernas de la laicidad... El error cometido en el primer siglo de nuestra era por el Imperio Romano, que dispersó a los judíos de Palestina y destruyó el templo de David, ha sido por fin reparado. El mundo cristiano europeo... acepta reconocer al judaísmo, tanto bajo su forma teológica como bajo su forma nacional de restauración de una soberanía sobre la tierra de Palestina... El retorno de Israel es entonces altamente simbólico en la conciencia occidental del progreso de la historia"(1) .

 

En toda esta evolución no del pensamiento sino del sentimiento occidental, claramente manipulado desde la confluencia teológica y estratégica existente entre los Estados Unidos de América y el Estado de Israel, la cuestión del "Holocausto" es absolutamente vital. No vamos a "justificar" ni a "glorificar" a uno de tantos genocidios ocurridos en la historia. Vamos a tratar de comprender un proceso histórico humano, un genocidio no deseado que fue el producto de una expulsión sí deseada. 

Para lo cual comenzaremos por definir y separar dos conceptos distintos y distantes, a partir del Diccionario de la Lengua Española (Real Academia Española, decimonovena edición, 1970). Holocausto: "Sacrificio especial entre los israelitas, en que se quemaba toda la víctima. Acto de abnegación que se lleva a cabo por amor". Genocidio: "Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de política". 

Nuestra crítica histórica estará orientada a desmontar el concepto ideológico de "Holocausto", entendido como el más grande Mito desestabilizador del mundo contemporáneo. El Mito del "Holocausto" constituye el epicentro, el punto de inflexión de un cordón umbilical entre Occidente y el Estado de Israel. Es la aceptación a priori de todos los actos políticos del Estado de Israel, y los de las juderías poderosamente instaladas en el propio mundo occidental, por muy demenciales que éstos sean. 

Asimismo muchas dirigencias árabes adoptaron finalmente posiciones "... que los israelíes habían dispuesto previamente"(2). Así, esas dirigencias se vieron caracterizadas ante el mundo, "... no como las víctimas del sionismo, sino como sus hoy arrepentidos asesinos de ayer; como si los miles de muertos por los bombardeos israelíes sobre los campos de refugiados, hospitales y escuelas en el Líbano; las 800.000 personas expatriadas en 1948 (cuyos descendientes alcanzan ahora los tres millones de personas, muchos de ellos refugiados sin nacionalidad); la conquista de sus tierras y propiedades, la destrucción de unas 400 aldeas palestinas, la ocupación del Líbano, para no hablar de los estragos de 26 años de ocupación militar... se pudiera reducir a la condición de violencia y terrorismo, como si se debiera renunciar a ello e ignorarlo. Dado que Israel siempre ha llamado a la resistencia palestina violencia y terrorismo, incluso en el plano del lenguaje (Israel) ha recibido (con la firma de los Acuerdos de Oslo) un regalo moral histórico"(3)

Todos buscan lavar y hacerse perdonar de sus pecados, las más de las veces ficticios, cometidos en el pasado. Y todo para convalidar una situación de poder, carente de cualquier fundamento moral, existente en el presente. Es por ello que la destrucción del Mito no puede ser sino un acto re-fundacional abarcante de la totalidad del mundo contemporáneo. 

La destrucción del Mito, trabajosamente elaborado, será el corte de ese cordón umbilical legitimador de la irracionalidad más abyecta. La imagen del "Holocausto" es lo que legitima, ante Occidente, y ante una parte de las dirigencias árabes, todos los actos criminales del judaísmo político en el Oriente Medio y otras regiones del mundo. Más aún, la construcción de esa imagen le permitió al judaísmo diseñar y, en parte, comenzar a realizar, a partir del Estado de Israel, un "golpe de Estado teológico y cultural" abarcante de la casi totalidad del mundo occidental. 

Fue la construcción de esa imagen moral la que le otorgó al judaísmo contemporáneo un potencial de poder real que nunca antes había tenido en la historia, a excepción, tal vez, de los momentos de máximo esplendor de al-Ándalus (el poder político "terrenal" del judaísmo en el Siglo I de nuestra era fue, comparativamente, residual, respecto del poder alcanzado por los judíos en al-Ándalus y, aún, en la España visigoda). Fueron los sefardíes españoles de al-Ándalus los que más cerca estuvieron de conquistar el poder en la España musulmana. 

Lo realmente sorprendente de todo este proceso es que la construcción de esa imagen mítica fue un puro ejercicio de algunas memorias individuales. Contra lo que mucha gente piensa, no existe ni una sola prueba documental, ni un solo documento que pueda ser aceptado como tal por un historiador normal, de que haya existido algo, siquiera remotamente parecido, a lo que proclama el Mito. 

El historiador alemán Ernst Nolte, profesor emérito de historia contemporánea de la Universidad Libre de Berlín(4), reemplaza prudentemente el concepto de "Holocausto" por el de "genocidio"(5), (en lo que estamos totalmente de acuerdo) y relativiza esas acciones -aunque, naturalmente, condenándolas- adjudicándolas, con toda razón, a las practicadas por un gran conjunto de Estados(6), culturas, ideologías y épocas históricas. "Era abierto y franco el genocidio implícito en la intención expresada por Churchill el 8 de julio de 1940..., según él había una sola manera de vencer a Hitler: ... un ataque de destrucción absoluta efectuado por bombarderos muy pesados contra Alemania... De hecho los ingleses y los estadounidenses sostuvieron una guerra de exterminio... mediante sus ataques aéreos contra la población alemana, en los cuales fueron sacrificadas aproximadamente 700.000 personas, que en su mayoría fallecieron entre angustias mortales y tormentos antes inconcebibles"(7)

La crítica del "Holocausto" en tanto mito no es nada nuevo. Si nos limitamos sólo al revisionismo francés, constatamos que esa escuela produce su primer trabajo importante ya en 1950. En efecto, en dicho año aparece el libro de Paul Rassinier Le Mensonge d’Ulisses (La Mentira de Ulises, no hay traducción española). Rassinier muere el 28 de julio de 1967, un mes después de editar el último de sus trabajos: Les Responsables de la Seconde Guerre Mondiale

El continuador de la obra de Rassinier es Robert Faurisson. En el anexo documental de este Capítulo reproducimos dos trabajos de Faurisson, tal como aparecen en su Archivo (Ver Archive Faurisson, dirección electrónica: http://www.abbc.net/aaargh/fran/archFaur/archFaur.html .) . Ya desde los estudios de Rassinier el "Holocausto" aparece como Mito, como sostén cultural del Estado de Israel ante Occidente. 

Se puede decir con toda propiedad que Faurisson genera una escuela de pensamiento, con su "izquierda", su "derecha" y su "post". En un contexto analítico diferente al de Nolte, Rassinier y Faurisson, Roger Garaudy expone la naturaleza mítica del "Holocausto" amparándose, aunque sin citarlos, en Paul Rassinier y Robert Faurisson(8). 

 

El Carácter "Sagrado" del Mito del "Holocausto" 

La versión final francesa de Los mitos fundadores de la política de Israel (Samizdat, París, 1996) de Roger Garaudy, es un libro sobre el cual es necesario un comentario previo. Es la última expresión de un largo proceso histórico. Por lo tanto, la información que está contenida en el núcleo principal de ese libro ya había sido elaborada no sólo por Paul Rassinier y Robert Faurisson, sino por un conjunto muy amplio de pensadores y ensayistas. 

Pero el libro de Garaudy fue un enorme éxito en el mundo entero (fue traducido a un gran número de lenguas, pero no, por lo que yo sé, al castellano). En diferentes Estados árabes: ocho o nueve traducciones en lengua árabe, desde Marruecos hasta Qatar. El propio Faurisson hace referencia a esta situación en Bilan de l’affaire Garaudy/Abbé Pierre, enero-octubre de 1996

Roger Garaudy es un hombre con el cual compartí muchos viajes y horas de trabajo. Él prologó un libro mío anterior, El Nacional Judaísmo (Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1997) y yo le dediqué mi último libro: España y los judíos (Amanecer, Madrid, 1997). Durante nuestras discusiones, en París, Madrid y Beirut, siempre le señalé los dos defectos centrales de su libro: por un lado el intento por rescatar al judaísmo religioso, que va en paralelo a la crítica del sionismo político y, por otro, la falsa oposición entre una Alemania "mala" y una URSS "buena", lo que lo lleva a un gaullismo trasnochado. 

En El Nacional Judaísmo yo dejo absolutamente clara la relación de continuidad que existe -a mi entender- entre judaísmo religioso y sionismo político. Por lo que respecta a Alemania, nunca he tenido que corregir lo que expreso en este mismo libro. En ese sentido me considero un discípulo crítico, heterodoxo y rebelde, de Ernst Nolte (yo había hablado con Nolte y otras personas en Europa sobre Faurisson, pero no conocía su obra, hasta que "descubrí" sus Archives hacia finales de enero de 1998). 

Sin embargo, el libro de Roger Garaudy tuvo una gran importancia dada su extensa difusión en los muchos idiomas a los que ha sido traducido. De hecho, además, unificó al mundo musulmán, provocando importantes movimientos de solidaridad dentro de todas sus corrientes religiosas. Un extraordinario fenómeno de solidaridad casi nunca visto. Muy a pesar del autor, llevó las tesis del revisionismo histórico, y del revisionismo francés, en particular, a conocimiento de un público, en el mundo entero, al que no podía llegar el mismo Robert Faurisson, alma mater de esta escuela histórica, dada la férrea censura que, desde hace décadas, existe en Francia sobre sus investigaciones y sobre su persona. Es el propio Faurisson quien aplaude el éxito del libro de Garaudy (a pesar de las muchas dificultades por las que atravesaron y atraviesan tanto la obra como el autor), que "marca un nuevo progreso, en el mundo entero, en la investigación de la verdad histórica. Es así que, por primera vez desde 1945, un historiador ortodoxo (se refiere a Jacques Baynac) se ve obligado a admitir que no hay ninguna prueba sobre la existencia de las pretendidas cámaras de gas nazis". 

Dado el enorme conocimiento que sobre la verdad histórica abrió el libro de Garaudy en el mundo, utilizaremos el ordenamiento que él hace de los conceptos del revisionismo francés, para exponer el problema del "mito del Holocausto", durante las siguientes páginas. El texto base no va encomillado porque le hice correcciones importantes. Conviene reiterar que quedan en pie las cuestiones antes señaladas: Paul Rassinier y Robert Faurisson son los verdaderos padres de la criatura. 

* En "Le mythe de l'antifascisme sioniste", se señala la falsedad de que haya habido, antes y durante la segunda guerra, una verdadera confrontación entre la cúpula sionista y la dirigencia del III Reich; antes lo contrario, siempre que existió la posibilidad, la colaboración fue la nota predominante.

* En "Le mythe de la justice de Nuremberg" se denuncian enérgicamente las actuaciones de ese tribunal, que fue considerado por los Aliados como elemento de una guerra ideológica final contra el nazismo, donde se elaboró gran parte de la mitología que finalmente condujo a la falsa idea de los "6 millones".

* En "Le mythe des ‘six millions’" se descubre que esa cifra baja finalmente a no más de 1,2 millones de judíos muertos durante todo el transcurso de la II Guerra Mundial, y en todos los frentes. Es una cifra relativamente(9) pequeña si la comparamos con los 20 millones de soviéticos, los 9 millones de polacos y los seis millones de alemanes (sólo durante la guerra) muertos en ese mismo período. Gran parte de las víctimas judías fueron producidas por el tifus, ya que la única cámara de gas existente, la del campo de Dachau, nunca llegó a funcionar.

 

El Tribunal de Nuremberg 

"Este tribunal representa la continuación de los esfuerzos de guerra de las naciones aliadas". Robert H. Jackson, Procurador general de los Estados Unidos, (sesión del 26 de julio de 1946). 

Se excluyó de antemano cualquier referencia a lo que fue el origen principal de la guerra: en Nuremberg no se planteó la cuestión de saber si el Tratado de Versalles, con todas sus consecuencias, en particular la multiplicación de las quiebras, y sobre todo el desempleo, no había permitido el advenimiento al poder de un Hitler por asentimiento de una mayoría del pueblo alemán. (En 1919, el célebre economista Lord George Maynard Keynes, dijo: "Con tal tratado, dentro de veinte años tendrán Vds. una nueva guerra"). Por ejemplo, al imponer a la Alemania vencida de 1918 pagar, a título de reparación, 132.000 millones de marcos oro, cuando en aquella época la fortuna nacional de Alemania estaba valorada en 260.000 millones de marcos oro. 

Pero el origen de la segunda guerra mundial, que Ernst Nolte llama con toda propiedad "civil europea", no es sólo consecuencia del Tratado de Versalles. Es la conciencia de la derrota lo que abruma a toda la sociedad alemana. Sobre ella actúa el comportamiento de la llamada República de Weimar (en sus diferentes momentos evolutivos), que fue una inmensa catástrofe para los trabajadores alemanes. Durante la República de Weimar el comportamiento de los judíos alemanes agrava su posición de cara a la sociedad alemana en su conjunto. Además están las acciones de las potencias ocupantes, en especial el comportamiento francés sobre la región del Ruhr. En la Alemania vencida emergen asimismo nuevos tipos de solidaridades sociales que soslayaron a todos los partidos políticos, que fue la solidaridad de los combatientes, o la "solidaridad de las trincheras". De alguna manera, el proceso de estructuración del Partido Nacional Socialista Alemán (NSDAP) es consecuencia de la solidaridad de las trincheras y no de "solidaridades de clase". Una parte sustancial de sus cuadros fue constituido por oficiales ex combatientes. En relación con el sentimiento de humillación que provocaba la actitud de las potencias ocupantes conviene recordar el discurso-homenaje de Martin Heidegger, rector de la Universidad de Freiburg, en homenaje a Albert Schlageter, fusilado por los franceses el 26 de mayo de 1926 (Víctor Farias, Heidegger et le nazisme, Verdier, p.101 y ss.). 

La sociedad alemana estaba asediada por un Partido Comunista totalmente dependiente de Moscú y una socialdemocracia absolutamente pro-occidental, es decir, pro-aliada. Dentro de ese movimiento de tracción actúan los grupos judíos más activos. En el mes de enero de 1934, el dirigente sionista Wladimir Jabotinsky declaró al diaro judío Natsch Retsch: "Nuestros intereses judíos exigen el aniquilamiento definitivo de Alemania, el pueblo alemán en su totalidad representa un peligro para nosotros." El llamamiento a un genocidio, esta vez en el verdadero sentido de la palabra, se repite en 1942 en el libro del judío americano Theodor Kaufman: "Germany must perish" (Alemania debe perecer), cuya tesis central es la siguiente: "Los alemanes (los que sean: antinazis, comunistas, incluso semitófilos) no merecen vivir. En consecuencia, después de la guerra se movilizarán 20.000 médicos para esterilizar a uno de cada 25 alemanes o alemanas por día, de manera que dentro de tres meses no habrá un solo alemán que sea capaz de reproducirse y que dentro de 60 años la raza alemana será totalmente eliminada." Hitler hizo leer extractos de ese libro en todas las emisoras de radio. 

 

Las órdenes de exterminación 

A pesar de los esfuerzos de los teóricos del "Holocausto", no se encontró jamás ninguna huella de ninguna orden de exterminación ni ningún documento que demuestre la puesta en práctica de una tal orden, en el supuesto de que ella haya existido. La prominente intelectual judío-francesa Olga Wormser-Migot escribió en 1968: "Lo mismo que no existe una clara orden escrita de exterminación por gas en Auschwitz, no existe ninguna orden de cese en noviembre de 1944." "Ni en el proceso de Nuremberg, ni en el transcurso de los procesos de zona, ni en el proceso de Höss en Cracovia, de Eichmann en Israel, ni en el proceso de los jefes de campo, ni desde noviembre de 1966 a agosto de 1975, en el proceso de Francfort, se ha reproducido la famosa orden firmada por Himmler (22 de noviembre de 1944) sobre el final de la exterminación de los judíos por gas, la orden de poner fin a la ‘Solución final’". Le système concentrationnaire nazi. PUF 1968, p. 544 y p.13 (citado por Dictionnaire Biographique des Personnes, en http://www.abbc.net/aaargh/fran). 

El Dr. Kubovy del Centro de Documentación de Tel-Aviv reconoció en 1960: "no existe ningún documento firmado por Hitler, Himmler o Heydrich que hable de exterminar a los judíos... la palabra ‘exterminación’ no aparece en la carta de Goering a Heydrich en relación con la solución final de la cuestión judía." Fuente: Lucy Dawidowics, The War against the Jews. (1975) p. 121. 

El Comité Internacional de Auschwitz preveía en noviembre de 1990 reemplazar la placa conmemorativa en Auschwitz que indicaba "4 millones de muertos" por otra indicando "más de un millón de muertos". El Dr. Maurice Goldstein, Presidente de este Comité, se opuso. Fuente: Le Soir, Bruselas, 19-20 de octubre de 1991, p. 16. De hecho, el Dr. Goldstein no ponía en duda la necesidad de cambiar las viejas placas, sino que quiso que la nueva placa no indicara ninguna cifra, sabiendo que dentro de poco tiempo sería probablemente necesario hacer una nueva revisión a la baja de la cifra actualmente enfocada. La placa a la entrada al campo de Birkenau, colindante con el de Auschwitz, llevaba por tanto esta inscripción hasta 1994: "Aquí, de 1940 a 1945, cuatro millones de hombres, de mujeres y de niños han sido torturados y asesinados por los genocidas hitlerianos". Los judíos habían perdido el monopolio del sufrimiento. El mito del "Holocausto" está edificado sobre la base de que los judíos deben tener el "monopolio del sufrimiento". Ellos están construyendo el "Tercer Templo" a base de ese mito. 

Gracias a la intervención del Comité Internacional del Museo de Estado que preside el historiador Wladislaw Bartoszewski y que se compone de 25 miembros de diversas nacionalidades, el texto fue nuevamente modificado en un sentido menos alejado de la verdad, aunque el concepto "mayoría" sigue siendo excesivo: "Que este lugar, donde los nazis han asesinado un millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos de diversos países europeos, sea para siempre para la humanidad un grito de desesperanza y una advertencia." Fuente: Luc Rosenzweig, en Le Monde del 27 de enero 1995. 

Los campos de concentración no fueron inventados por alemanes. En los tiempos modernos, los primeros campos fueron creados por los ingleses en Sudáfrica, para encerrar en ellos a los beligerantes afrikaaners de origen holandés. Pero la diferenciación neta entre "campo de concentración" y "cárcel" -en el sentido de la "reeducación por el trabajo"- la establecen los bolcheviques en Rusia, a partir de 1917. Más de diez millones de "soviéticos" -ciudadanos de muchas nacionalidades- mueren en esos campos -los célebres Gulags- antes de que Hitler tomara el poder en Alemania -por mayoría electoral- en febrero de 1933. 

El 24 de junio de 1940, después de la victoria sobre Francia, Heydrich evoca en una carta a Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores, "una solución final territorial" ("eine territoriale Endlösung"). Fuente: Gerald Fleming. Hitler und die Endlösung, Wiesbaden-Munich, 1982, p.56. La "solución final" (Endlösung) consistía en crear, fuera de Europa, una "reserva" judía -un gran ghetto- y Ribbentrop sugiere entonces el "Proyecto Madagascar". No olvidemos que, hasta ese momento, el ghetto no era una imposición "gentil" impuesta a la judíos, sino una autoelección judía tomada en nombre de la "pureza de la raza" ("Ghetto" es el nombre de la región veneciana donde los judíos sefardíes expulsados de España en 1492 construyen sus viviendas). En julio de 1940, el responsable de los asuntos judíos, Franz Rademacher, resume así esta directriz: "¡Todos los judíos fuera de Europa!". Fuente: Joseph Billig, La solución final de la cuestión judía, París, 1977, p.58. 

 

La carta de Goering a Heydrich del 31 de julio de 1941 

Heydrich pregunta a Goering: "En 1939 Vd. me había dado la orden de tomar las medidas correspondientes a la cuestión judía. ¿Debo ahora ampliar la tarea que Vd. me confió a los nuevos territorios de los que nos hemos apoderado en Rusia...?" Ahí, una vez más, no hay nada sobre el asesinato de los judíos. Se trata solamente de su traslado geográfico, simplemente teniendo en cuenta las nuevas condiciones. La única "solución final" consistía entonces en vaciar Europa de sus judíos, alejándolos cada vez más hasta que la guerra (suponiendo que Alemania la ganase) permitiera trasladarlos a un ghetto fuera de Europa (para lo que el proyecto de Madagascar fue la primera sugerencia). 

Durante un tiempo los mitólogos alimentaron la idea de la existencia de un "lenguaje codificado" entre los altos dirigentes del Tercer Reich. Un lenguaje que disfrazara la "solución final". Actualmente ya no se apela a esa idea: la hipótesis de un lenguaje codificado y secreto es insostenible porque, para otras acciones militares terribles, como la invasión de Rusia, los documentos existentes son claros. Existen documentos precisos sobre la eutanasia, la orden de matar a los comandos británicos, de linchar a los aviadores americanos, de exterminar a la población masculina de Stalingrado en caso de ocuparlo. Para todos esos hechos existen innumerables documentos. Mientras que en el caso de los judíos no hay nada, ni los originales, ni las copias, ni, por añadidura, las directrices o las órdenes necesarias referentes a la ejecución de tan amplias y complejas directrices. 

 

 

La carta de Goering del 31 de julio de 1941 

En esta carta, Goering completa sus directrices a Heydrich: "Como complemento de la tarea que le ha sido confiada por el decreto del 24-1-1939, es decir, conseguir para la cuestión judía mediante la emigración y la evacuación la solución más ventajosa posible dadas las circunstancias, yo le encargo por la presente proceder a todos los preparativos necesarios... con el fin de llegar a una solución de conjunto ("Gesamtlösung") de la cuestión judía en la zona de influencia alemana en Europa... Yo le encargo someter rápidamente un proyecto de conjunto ("Gesamtentwurf") en relación con las medidas de organización y las disposiciones concretas y materiales para realizar la solución final de la cuestión judía a la que aspiramos. ("Endlösung der Judenfrage"). Fuente: Raul Hilberg, La destruction des juifs d’Europe, 2ª edición, p. 401. 

La expresión original es en realidad "die Gesamtlösung der Judenfrage" (solución de conjunto de la cuestión judía). Pero Goering, quien la empleó por primera vez en el 1er párrafo de una carta de fecha 31-7-1941, en la que daba a Heydrich la orden de prepararla, empleó en el último párrafo la expresión "die Endlösung der Judenfrage" (solución final de la cuestión judía), y ésta fue la expresión que prevaleció, pero en el mismo sentido y no en el de la liquidación del problema por la aniquilación de aquellos que eran el objeto (de este asunto). Sorprendido en flagrante delito de una traducción tendenciosa por el propio Goering en Nuremberg, el 20 de marzo de 1946, el juez Jackson fue obligado a admitirlo. Pero este incidente fue totalmente silenciado y omitido en las publicaciones de la prensa. 

Como consecuencia de la evolución de la guerra, en enero de 1942 se produce un cambio sustancial en la política de la "solución final de la cuestión judía". Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, informa, en esa fecha, a los dirigentes de Berlín, que el Führer había decidido la evacuación de todos los judíos hacia territorios del Este, reemplazando así la deportación a ultramar como estaba previsto anteriormente. La logística imposibilitaba el cumplimiento de la "solución Madagascar". 

 

El texto de Wannsee (20 de enero de 1942) 

El segundo ejemplo de ese cambio arbitrario del sentido de las palabras para justificar la tesis de los mitómanos es el de la conferencia del "Gran Wannsee" que se celebró en Berlín el 20 de enero de 1942. Según los documentos que exponen los mitómanos, al comienzo de la Conferencia, Heydrich, (finalmente veremos que este personaje no estaba en realidad presente en una "conferencia" sobre la que no existen pruebas fehacientes de que se haya realizado) recuerda que acaba de ser nombrado "para el puesto de responsable encargado de la preparación de la solución final de la cuestión judía en Europa" ("Endlösung der europäischen Judenfrage"). Heydrich será a partir de ahora responsable del conjunto de las medidas necesarias para la solución final de la cuestión judía sin tener en cuenta los límites geográficos. Heydrich: "Con la autorización previa del Führer, la emigración puede ser sustituida por otra posibilidad de solución: la evacuación de los judíos hacia el Este". 

El Protocolo de Wannsee es el acta de una conferencia que supuestamente se celebró el 20 de enero de 1942 y a la que asistieron los Secretarios de Estado administrativamente interesados en la solución de la cuestión judía y los jefes de los servicios encargados de su realización. Se trata aquí de un texto donde no se habla de cámaras de gas ni de exterminación, sino solamente de traslado de judíos al Este de Europa. 

Este acta presenta además todas las características de un documento apócrifo, en cuanto se refiere a la fotocopia que fue publicada en el libro de Robert H.N.W. Kempner, Eichmann und Komplizen, p. 132 y sucesivas (Europa Verlag, 1961): sin sello, sin fecha, sin firma, caracteres de máquina de escribir normales sobre papel de formato reducido, etc... En las versiones francesas disponibles se ha traducido, por ejemplo, "die Zurückdrängung der Juden aus dem Lebensraum des deutschen Volkes" por "eliminación de los judíos del espacio vital del pueblo alemán", dando en el comentario a la palabra "eliminación" el sentido de "exterminación", cuando la traducción correcta de "Zurückdrängung" es "retroceso" ( o expulsión, o arrinconamiento). Se procedió de la misma manera (en las traducciones) al inglés y al ruso. 

Sin embargo, para expresar su decisión de hacer retroceder a los judíos fuera de lo que llamaban su espacio vital, los alemanes emplearon también otras expresiones en el mismo sentido, como "Ausschaltung" (exclusión, eliminación) o "Ausrottung" (extirpación, desarraigo). Esta última palabra fue traducida por "exterminio", lo que en alemán sería "Vernichtung". Ejemplo: en su discurso de Posen ante los Obergruppenführer (generales de división de las Waffen SS), el 4 de octubre de 1943, Himmler dijo: "Ich meine jetzt die Judenevakuierung, die Ausrottung des jüdischen Volkes... Das jüdische Volk wird ausgerottet". Concretando su pensamiento en esa frase, emplea la palabra "Ausschaltung". Traducida al español, la antedicha cita dice: "Pienso ahora en la evacuación de los judíos, en la extirpación del pueblo judío, etc..." Pero en el "dossier Eichmann" Billig tradujo: "Entiendo por evacuación de los judíos el exterminio del pueblo judío" (p. 55) y "evacuación de los judíos, es decir exterminio" (p. 47). 

Para justificar el carácter sagrado del "Holocausto" era necesario que hubiese existido una exterminación total y una organización industrial inédita de ejecuciones, y luego la cremación. Exterminación total. Para ello era necesario enfocar una solución final del problema judío: la exterminación. Ahora bien, no se ha podido aportar nunca ningún texto atestiguando que la "solución final" del problema judío fuese la exterminación. 

El antisemitismo de Hitler está vinculado, desde sus primeros discursos, a la lucha contra el bolchevismo (Hitler emplea constantemente la expresión "judeo-bolchevismo"); los primeros campos de concentración que él hizo construir estaban destinados a los comunistas alemanes y miles de ellos perecieron allí, incluido su jefe Thaelman. En cuanto a los judíos, Hitler hizo acusaciones aparentemente contradictorias: en primer lugar, eran los actores más activos de la revolución bolchevique (Trotski, Zinoviev, Kamenev, etc.); al mismo tiempo, los capitalistas más explotadores del pueblo alemán. En rigor de verdad, ambos estamentos de judíos existían. Por lo tanto fue necesario, después de haber liquidado el movimiento comunista alemán –que actuó siempre como apéndice de la URSS- y haber preparado la expansión de Alemania hacia el este con la total cooperación de la URSS, aplastar a la Unión Soviética, lo que fue desde el principio hasta el final de su carrera, la preocupación central de Adolf Hitler. En otra parte de este libro hacemos referencia a esta cuestión. La lógica de la guerra contra la URSS obligó a Alemania a crear los "Einsatztruppen", es decir, unidades especialmente encargadas de luchar contra los guerrilleros soviéticos y de acabar con sus comisarios políticos, incluso prisioneros, muchos de ellos judíos. 

En cuanto a la masa de los judíos alemanes, luego europeos, cuando Hitler llegó a dominar el continente, una de las ideas de los nazis fue vaciar Alemania - luego Europa- de ellos ("judenrein")(10). Hitler procedió por etapas: 

*La primera fue organizar su emigración. Y hemos visto que los dirigentes sionistas de la "Haavara" colaboraron con eficacia en esa empresa, prometiendo a cambio impedir el boycott de la Alemania de Hitler y no participar en el movimiento antifascista.

*La segunda etapa fue la expulsión pura y simple siguiendo el proyecto de enviarlos a todos a un ghetto mundial. Después de la capitulación de Francia: la Isla de Madagascar, que debía quedar bajo control alemán después de que los antiguos residentes franceses hubiesen sido indemnizados por Francia (Vichy). Este proyecto fue abandonado, no tanto por las reticencias francesas cuanto por la importancia del tonelaje de los barcos necesarios para esta operación que Alemania no podía consagrar a esa tarea en tiempos de guerra.

*La ocupación alemana del este de Europa, particularmente de Polonia, hizo posible llevar a cabo la "solución final": vaciar Europa de sus judíos deportándolos masivamente a campos fuera de Alemania. Es allí donde los judíos europeos padecieron los peores sufrimientos. No sólo aquellos que padece cualquier población civil en tiempos de guerra, como bombardeos aéreos, hambre, privaciones de todo tipo, marchas forzadas que fueron mortales para los más débiles. Padecieron además los trabajos forzados en condiciones infrahumanas, para contribuir al esfuerzo de guerra de los alemanes (Auschwitz-Birkenau era, por ejemplo, el centro más activo de las industrias químicas de I.G. Farben). 

Finalmente, las epidemias, sobre todo el tifus, hicieron espantosos estragos entre una población encerrada en campos de concentración, una población subalimentada y reducida a la extenuación. Entonces, ¿es necesario recurrir a otros métodos para explicar la mortalidad que azotó a las víctimas de tales tratamientos, y luego exagerar desmesuradamente las cifras con el riesgo de tener que revisarlas más tarde a la baja?, y por ejemplo estar obligados a: 

*Cambiar la inscripción de Birkenau-Auschwitz teniendo que reducir la cifra de muertos de 4 millones a 1.

*Cambiar la inscripción de la "cámara de gas" de Dachau para precisar que nunca había funcionado.

*O la del "Velódromo de Invierno" de París, indicando que el número de judíos allí acorralados era de 8.160 y no de 30.000 como indicaba la placa original que se retiró. Fuente: Le Monde, 18 de julio de 1990, p.7

 

No se trata de establecer una contabilidad macabra 

El asesinato de un solo individuo, sea judío o no lo sea, ya constituye un crimen "contra la humanidad". Pero si el número de víctimas no tiene, a este respecto, ninguna importancia, por qué aferrarse, después de medio siglo, a la cifra fatídica de seis millones, mientras que no se considera intocable el número de víctimas no judías de Katyn, de Dresde o de Hiroshima y Nagasaki, para los cuales nunca ha existido un número de oro, contrariamente a la cifra de los seis millones que ha sido sacralizada, aunque esa cifra, la de una sola categoría de víctimas, haya tenido que ser revisada constantemente a la baja. Sólo en el campo de Auschwitz-Birkenau: 

*9 millones, decía en 1955 la película de Alain Resnais "Noche y niebla".

*8 millones, según los Documentos del Servicio de la Historia de la Guerra. Campos de Concentración. Oficina francesa de edición, 1945, p.7.

*4 millones, según el informe soviético al que el Tribunal de Nuremberg otorgó valor de prueba auténtica en virtud del artículo 21 de sus estatutos que estipulaban: "Los documentos e informes oficiales de las comisiones de investigación de los gobiernos aliados tienen valor de pruebas auténticas". Ese mismo artículo 21 proclamaba: "Este tribunal no exigirá que una prueba de hechos públicos y notorios sea aportada de nuevo. La considera como adquirida."

*2 millones, según el historiador León Poliakov, en su Breviario del odio, Calmann Lévi, 1974, p. 498.

*1 millón doscientos cincuenta mil, según el historiador Raul Hilberg, en La destrucción de los judíos de Europa. Edición en inglés, Holmes and Mayer, 1985, p.895 (Ver Anexo Documental). 

(Robert Faurisson aporta la cifra de 150.000 muertos por tifus en Auschwitz). 

Ahora bien, al término de largas investigaciones históricas hechas por científicos de diversas procedencias bajo la presión de las críticas revisionistas, el Director del Instituto de historia contemporánea del Consejo Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, François Bédarida, resume sus trabajos en un artículo publicado en Le Monde titulado: "La evaluación de las víctimas de Auschwitz": "En la memoria colectiva se ha instalado la cifra de cuatro millones -y eso incluso, a fe de un informe soviético, figuraba hasta ahora en Auschwitz en el monumento erigido en memoria de las víctimas del nazismo- mientras que en Jerusalén el museo de Yad Vashem indicaba un total muy por encima de la realidad. Sin embargo, desde el final de la guerra, la memoria científica se ha puesto a trabajar. De esas investigaciones laboriosas y minuciosas resultaba que la cifra de cuatro millones, que no se basaba en ningún fundamento serio, no podía sostenerse". 

El tribunal, a fin de cuentas, se apoyaba en la afirmación de Eichmann, sosteniendo que la política de exterminación había causado la muerte de seis millones de judíos, cuatro millones de ellos en los campos. Si nos remitimos ahora a los trabajos más recientes y a las estadísticas más fiables -ese es el caso de la obra de Raul Hilberg, "La destrucción de los judíos de Europa", edición francesa, Fayard 1988, llegamos a aproximadamente un millón de muertos en Auschwitz. Un total corroborado por el conjunto de los especialistas, los que actualmente se han puesto de acuerdo en un número de víctimas que oscila entre 950.000 como mínimo y 1,2 millones como máximo." Fuente: Le Monde, 23 de julio de 1990. 

No obstante, después de haber reducido oficialmente el número de víctimas en Auschwitz-Birkenau de 4 millones a 1 millón, se sigue repitiendo la cifra global: 6 millones de judíos exterminados, según una extraña aritmética de: 6 - 3 = 6. The American Jewish Year Book, Nº 5702, edición del 22 de septiembre de 1941 al 11 de septiembre de 1942, vol. 43, publicado en Filadelfia por The Jewish Publication Society of America, indica en su página 666 que después de la máxima expansión alemana hasta Rusia, y contando los judíos que se habían quedado en Alemania, en 1941 quedaban en la Europa bajo control de Berlín tres millones ciento diez mil setecientos veintidós judíos (3.110.722) Tomando como base esa cifra, ¿cómo se podían exterminar a seis millones? 

Esta serie de evaluaciones se refiere sólo al campo de Auschwitz. Una demostración del mismo género podría hacerse para otros campos. 

Por ejemplo, ¿cuántos muertos hubo en Majdanek?: 

*1 millón quinientos mil, según Lucy Dawidowicz en The War against the Jews, Penguin Books, 1987, p.191.

*Trescientos mil, según Lea Rosch y Eberhard Jaeckel en Der Tod ist ein Meister im Dritten Reich, Hoffmann und Campe, 1991, p. 217.

*Cincuenta mil, según Raul Hilberg (op. cit.) 

 

Buchenwald

El escritor español Jorge Semprún, que recibió el premio Jerusalén en 1997, fue uno de los prisioneros del campo de Buchenwald, cercano a Weimar. En una de sus novelas autobiográficas, Aquel domingo (Planeta, Barcelona, 1980) Semprún relata un hecho curioso. Hacia finales de la guerra, cuando ya había comenzado el desplazamiento de las tropas alemanas hacia el oeste, llega a Buchenwald un contingente de judíos polacos. Semprún dialoga con uno de esos hombres: 

"Le pregunté de dónde venían. Me dijo que llevaban viajando meses, con breves paradas en toda suerte de lugares. Hacía tiempo que habían marchado de Polonia. Estaban en un campo pequeño, cercano de Czestochowa; un día oyeron el estampido de los cañones, el ruido de la guerra se acercaba. Y, una mañana, al amanecer, los alemanes se marcharon. Estaban solos, ya no había alemanes que los vigilaran. Ni centinelas en las torres de observación. Era extraño, una trampa seguramente. Entonces se reunieron, dirigidos por los veteranos abandonaron el campo del que se habían marchado los alemanes, caminaron hasta la ciudad más próxima, en filas apretadas, en orden, nadie abandonó la columna. En la ciudad había una estación de ferrocarril, convoyes alemanes que escapaban hacia el oeste. Se presentaron a los alemanes, dijeron: aquí estamos, nos han olvidado. Hubo que discutir, los alemanes no querían saber nada de ellos. Pero, al final, los alemanes los metieron en un tren. Partieron a su vez hacia el oeste.

-Pero, ¿por qué? -pregunto yo desconcertado.

Me mira como si yo fuera lelo (estúpido). Me explica.

-¿Los alemanes se marchaban, no? -me dice.

-¿Y qué?

Menea la cabeza. La verdad es que no comprendo nada. Me explica, pacientemente:

-Si los alemanes se marchaban es que llegaban los rusos, ¿no?

La cosa me parece irrefutable. Muevo la cabeza en señal de asentimiento.

-Sí -le digo-, ¿y qué?

Se inclina hacia mí, irritado, en un brusco rapto de cólera. Casi grita.

-Los rusos- me grita-, ¿es que no sabe usted que los rusos detestan a los judíos?"

(Aquel domingo, pgs. 249-250).

 

Este libro de Semprún constituye un ejemplo extraordinario sobre cómo funcionó todo este proceso de evolución del Holocausto. Semprún escribió este libro hacia finales de los años 70, en plena fiebre anticomunista; por lo tanto, no se menciona en ninguna línea de sus casi 400 páginas la existencia de "cámaras de gas" en Buchenwald. Otra cuestión muy importante que emerge del libro de Semprún es el tema del "doble comando" dentro de los campos. Desde una época muy temprana, las autoridades alemanas comprenden que no podían controlar a una población concentracionaria tan importante. Por lo tanto delegan en la estructura gobernada por el partido comunista alemán gran parte de su gestión administrativa. 

Curiosamente, el gran estafador y mitificador Elie Wiesel relata en sus memorias algo similar: tanto él como su padre prefieren continuar bajo la protección de sus "verdugos" alemanes, entre Auschwitz y Buchenwlad, antes que caer en manos del ejército soviético de "liberación" (La Nuit, 1956, citado por Robert Faurisson en la segunda parte de Un grand faux temoin, en Archive Faurisson, op.cit.).

 

El arma del crimen 

Las mismas variantes turbadoras que existen sobre el número de víctimas surjen, pero aún más intensamente, cuando se habla sobre los medios de dar muerte a los judíos (jurídicamente: "el arma del crimen"). 

*El New York Times del 3 de junio de 1942 habla de un "edificio de ejecución" donde se fusilaban 1.000 judíos por día.

*El 7 de febrero de 1943, el mismo periódico habla de "estaciones de envenenamiento de sangre" en la Polonia ocupada.

*En diciembre de 1945, en su libro Der letzte Jude aus Polen, Europa-Verlag, Zurich, New York, p. 290 y ss., Stefan Szende hace entrar a los judíos en una inmensa piscina a la que se pasa una corriente de alta tensión para ejecutarlos. El autor concluye: "El problema de ejecución de millones de hombres quedaba resuelto".

*El Documento de Nuremberg P.S. 3311, del 14 de diciembre de 1945, indica en un acta que las víctimas eran escaldadas en "cámaras de vapor ardiente".

*Dos meses y medio más tarde (en febrero de 1946), el mismo tribunal reemplaza las cámaras de vapor de agua hirviente por cámaras de gas. En 1946, Simón Wiesenthal añade una variante a las cámaras de ejecución: éstas contenían zanjas para recoger la grasa de los judíos asesinados con el fin de elaborar jabón con ella. Cada pastilla de jabón llevaba la inscripción de RJF ("pura grasa judía")(11). En 1958, en su libro La Noche, no hace ninguna alusión a las cámaras de gas, pero en la traducción alemana (ediciones Ullstein), la palabra "crematorio" no se traduce por Krematorium, sino por "cámara de gas" (Robert Faurisson, Un grand faux temoin, segunda parte, op.cit.). 

Hubo otras versiones: aquella de la muerte por cal viva repartida en los vagones, versión del polaco Jan Karski que es autor del libro Story of a secret State, The Riverside Press, Cambridge. 

Pero las dos versiones más mediatizadas por la televisión, el cine, la prensa y los libros de textos escolares son la ejecución por Zyklon B y la matanza en camiones mediante una manipulación de gases de escape de sus motores Diesel. 

Pero en definitiva no se encargó ningún informe pericial, ni por el Tribunal de Nuremberg, ni por ningún otro tribunal que tenía que juzgar en lo sucesivo a los criminales de guerra, para determinar definitivamente cuál había sido el arma del crimen

Es en este punto donde aparece el ejemplo deplorable del campo de Dachau. La película que "probaba" las atrocidades nazis proyectada en Nuremberg en el curso del proceso mostró una sola "cámara de gas". Esa era la de Dachau. Posteriormente se organizaron visitas para turistas y colegiales a Dachau. Actualmente, una pancarta discreta indica que allí nadie pudo haber sido muerto por gas, ya que la "cámara de gas" no fue nunca acabada. 

A los visitantes o peregrinos se les dice que las matanzas por gas tuvieron lugar en el este, fuera del territorio alemán de antes de la guerra. Un comunicado del ya citado Martín Broszat, de obediencia judía, miembro del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, publicado el 19 de agosto de 1960 (Broszat fue nombrado Director de ese Instituto en 1972) en Die Zeit reconocía en efecto: "Ni judíos ni otros detenidos encontraron la muerte por gas, ni en Dachau, ni en Bergen-Belsen, ni en Buchenwald". Contradiciendo así una vez más las "decisiones" de Nuremberg que se fundaron en la existencia de "ejecuciones por gas" en los campos. Esta revelación tenía aún mayor importancia, ya que una serie de "testimonios" de "testigos oculares" habían afirmado la existencia de cámaras de gas en los campos y porque la puesta en escena "reconstituyendo" la "cámara de gas" de Dachau era el documento que más impresionaba a los visitantes. 

Ante el Tribunal de Nuremberg, Sir Harley Shawcross menciona, el 26 de julio de 1946, "cámaras de gas no sólo en Auschwitz y Treblinka, sino también en Dachau..." (TMI, tomo 19, p. 4563.). "El aniquilamiento masivo de judíos por gas comenzó en 1941-1942... sobre todo en el territorio polaco ocupado (pero en ningún lugar del antiguo Reich): en Auschwitz-Birkenau, en Sobibor, en Treblinka, Chelmno y Belzec." 

El carácter singular de la masacre de los judíos fue cuestionado por primera vez en 1980 por un célebre periodista israelí, Boaz Evron: "... Como si esto fuese una cosa que se sobreentiende, cada invitado notable es llevado de visita obligatoria a Yad Vashem (museo israelí que conmemora el "Holocausto" construido a base de fotos, como todos sus museos) ... para que comprenda bien los sentimientos y la culpabilidad que se esperan de él… Pensando que el mundo nos odia y nos persigue, nos creemos exentos de la necesidad de ser contables de nuestros actos a ese respecto". El aislamiento paranoico en relación con el mundo y con sus leyes podía llevar a determinados judíos a tratar a los no judíos como sub-hombres, rivalizando así con el racismo de los nazis. Evron pone en guardia contra la tendencia de confundir la hostilidad de los árabes con el antisemitismo nazi. "No se puede separar a la clase dirigente de un país de su propaganda política, ya que ésta representa parte de su realidad", escribía. "Así, los gobernantes actúan en un mundo poblado de mitos y de monstruos que ellos mismos han creado". Fuente: Boaz Evron: "El genocidio: un peligro para la nación" - Eton 77, Nº 21, mayo-junio de 1980, p. 12 y ss. 

Por tanto hubo "testigos oculares" de "ejecuciones por gas" en los campos tanto del Oeste como del Este (es lo que se llama la "memoria" sobre la que se funda el mito del "Holocausto"). Para que se mantenga y se consolide en la mente de millones de personas cuya buena fe es indiscutible, fue generada ex profeso la confusión entre "hornos crematorios" y "cámaras de gas". Naturalmente existían en los campos pequeños hornos crematorios para intentar frenar la expansión de las epidemias de tifus. El horno crematorio no es un argumento suficiente: existen hornos crematorios en todas las grandes ciudades, en París, en Londres, en todas las capitales importantes y sus incineraciones no significan, desde luego, la voluntad de exterminar a las poblaciones. Jorge Semprún, en el libro ya citado, menciona permanentemente al crematorio de Buchenwald, pero en ningún momento, a lo largo de sus casi 400 páginas, se refiere a las "cámaras de gas" ni a ninguna otra arma del crimen. Por el contrario, se sobreentiende que ese crematorio estaba para incinerar cuerpos de personas que habían muerto por enfermedades como el tifus u otras de rápida propagación en grandes poblaciones subalimentadas. 

Por tanto hubo que añadir a los hornos crematorios las "cámaras de gas" para establecer el dogma de la exterminación por el fuego. Siguiendo las huellas de los quemaderos de la Inquisición. 

Pero el argumento no se sostiene. Desgraciadamente para los mitómanos, a más de cincuenta años de finalizado el conflicto, no aparece por ningún lado el primer requisito, elemental para demostrar la existencia del mito: presentar la orden estableciendo la aniquilación de los judíos. En los archivos, tan minuciosamente llevados por las autoridades alemanas, que fueron requisitados en su totalidad por los Aliados después de la derrota de Hitler, no se encontraron ni los presupuestos referentes a esta empresa, ni las directrices concernientes a la construcción y el funcionamiento de esas cámaras, en una palabra, nada de lo que hubiese permitido emitir un dictamen sobre el "arma del crimen" como en cualquier investigación judicial de rigor. Nada de todo eso fue presentado. 

Hay que señalar que después de haber reconocido oficialmente que no habían existido homicidios por gas en el territorio del antiguo Reich, a pesar de los testimonios de innumerables "testigos oculares", el mismo criterio de subjetividad de los testimonios aún no ha sido aceptado en lo referente a los campos del Este, concretamente de Polonia. Incluso cuando estos "testimonios" están tachados por las más legítimas sospechas. 

La puesta en escena del Museo de Dachau permite engañar no sólo a miles de niños que se llevaban allí para enseñarles el Dogma del Holocausto, sino también a los adultos, como p.e. el Padre Morelli, un dominico, que escribió Tierra de angustia (Ed. Bloud et Gay, 1947, p.15): "He puesto mis ojos llenos de espanto sobre la siniestra ventanilla por la cual los verdugos nazis podían ver de igual manera cómo se retorcían las pobres víctimas del gas". Y no hablemos de los antiguos deportados de Buchenwald o Dachau que se dejaron sugestionar por la leyenda tan cuidadosamente alimentada. Un gran historiador francés, Michel de Boüard, decano honorífico de la Facultad de Caen, miembro del Instituto y antiguo deportado de Mauthausen, declaraba en 1986: "En la monografía sobre Mauthausen que he dado, hablo en dos ocasiones de cámaras de gas. Llegado el tiempo de la reflexión, me he preguntado: ¿dónde he adquirido la convicción de que había una cámara de gas en Mauthausen? No ha sido durante mi estancia en el campo, ya que ni yo ni nadie sospechábamos que podía existir una cámara de gas; es por lo tanto un ‘lastre’ que he recibido después de la guerra, cuando esto se admitía. Después he señalado que en mi texto -mientras que apoyo la mayoría de mis afirmaciones con referencias- no hay ninguna relativa a una cámara de gas...". Fuente: Ouest-France, 2 y 3 de agosto de 1986, p.6. 

Ya antes escribía Jean Gabriel Cohn-Bendit: "Luchemos para que se destruyan esas cámaras de gas que se muestran a los turistas en los campos donde, como se sabe ahora, no existía ninguna, no vaya a ser que no se nos crea de que estamos seguros". Fuente: Libération del 5 de marzo de 1979, p.4 

En la película que fue proyectada en Nuremberg ante el tribunal y todos los acusados, la única cámara de gas que aparece es la de Dachau. El 26 de agosto de 1960, el Sr. Broszat volvía a escribir en Die Zeit (p. 14) en nombre del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, de obediencia sionista: "La cámara de gas de Dachau no fue jamás acabada y no ha funcionado nunca". 

Después del verano de 1973, una pancarta frente a las duchas explica que: "esta cámara de gas, camuflada como sala de duchas, no fue nunca puesta en servicio". Añadiendo que los prisioneros condenados a la ejecución por gas fueron trasladados al Este. Pero la "cámara de gas" de Dachau es la única que fue presentada en fotografía a los acusados de Nuremberg como uno de los lugares de exterminación masiva, y los acusados se lo creyeron, a excepción de Goering y Streicher.

 

Conversaciones con Ernst Nolte 

Los siguientes son conceptos de Ernst Nolte, Puntos de discusión. Controversias actuales y futuras alrededor del nacionalsocialismo(12)

"La crítica de números excesivamente altos no es sólo una característica de la literatura de los revisionistas radicales, pues ya Gerald Reitlinger había evaluado el número total de las víctimas de la solución final en 4,5 millones refutando así el número de los 6 millones, que Martin Broszat llamaba "simbólico". Una corrección prácticamente oficial de las indicaciones numéricas se ha realizado recientemente, cuando el número de "cuatro millones" en la lápida conmemorativa del campo de Auschwitz se redujo a un millón. El conocido experto israelí Yehuda Bauer admitió, en principio, esta reducción, no obstante, resulta misterioso por qué estableció en sus publicaciones anteriores el número de las víctimas de Auschwitz entre un millón y tres millones y medio, manteniendo el número total de víctimas en 5,8 millones" (p. 312). 

"Después de la guerra, a la vista de tantas víctimas, es comprensible que para las víctimas potenciales aun mucho más numerosas y las no víctimas sólo podía existir una opinión: que el nacionalsocialismo haya cometido los crímenes más horrendos de la historia del mundo, es más, que el "mal absoluto" había llegado a existir. Frente a crímenes singulares, es decir crímenes únicos, incomparables incluso frente al "mal absoluto", la ciencia se tiene que callar. Su principio más elemental está en tela de juicio: que todos los fenómenos humanos guardan una relación con otros fenómenos, que deben comprenderse a partir de estas relaciones, que todas las reacciones espontáneas y emocionales - por muy poderosas que sean- deben distanciarse del pensamiento científico objetivo y que en ningún caso deben adoptarse "simplemente" (p.15). 

Estuve reunido con Ernst Nolte un total de unas ocho horas en Brunsmark, un pequeño pueblo alemán de Schleswig-Holstein, los días 20 y 24 de junio de 1997. Para mí fue una experiencia particularmente interesante porque no sólo viajé a Alemania para ese encuentro con el célebre historiador. Volví a ese país que tanta influencia tuvo sobre mis propias percepciones culturales, con grandes expectativas centradas en el futuro político europeo. La última vez había estado sólo en Ost-Deutchland, en Berlín Oriental y otras ciudades de la ex República Democrática, en 1989, pocos meses antes de la caída del muro. Curiosamente, mis anfitriones me habían llevada a Buchenwald, que ya se había convertido en un grotesco "museo de la memoria". Y, por supuesto, no vi ningún "arma del crimen", ni siquiera convertida en chatarra de la memoria. Créase o no, había en el Buchenwald que yo visité una extensa galería fotográfica -la "memoria" siempre queda reducida a una fotografía- que incluía a criminales de guerra, hasta llegar al mismísimo general Pinochet. No había en ella, por supuesto, ningún "soviético". 

Las muchas preguntas y respuestas que nos hicimos y que nos dimos respectivamente, Nolte y yo, en esas ocho horas de conversaciones, sirvieron para definir dos posiciones distintas y sobre todo, dos situaciones diferentes. Nolte es un profesor universitario alemán, es decir, un intelectual orgánicamente dependiente de una institucionalidad de posguerra, que ha llevado al límite un pensamiento sin romper en ningún momento con esa institucionalidad. No hay en Nolte ni una molécula de "subversión cultural". 

En cuanto a las definiciones, afirma que lo sucedido en la Alemania nacionalsocialista en torno a la "cuestión judía" no fue ciertamente un "Holocausto", pero sí un "genocidio específico". Ni la mitofilia ni el revisionismo "negacionista" son posiciones aceptables para Nolte. Una porque transforma en absoluta una situación que en definitiva es "histórica", es decir, "humana". La otra porque "niega" hechos que, según él, efectivamente ocurrieron, aunque no en la escala que sostienen los constructores del Mito. Pero sobre todo es inaceptable -reconoce- que sobre esa construcción se elaboren políticas en el presente. Sin embargo, el "terrorismo" árabe tiene su parte de culpa, según Nolte, ya que provoca "reacciones" desmedidas por parte de los judíos. En definitiva, se debería confiar y apoyar el crecimiento político de los judíos "racionalistas". 

Traté de explicarle mi posición. La organización actual del judaísmo, jerárquica y vertical, no acepta "críticas". Reacciona contra el crítico de manera total, totalizadora. Por lo demás, no es posible hablar de la sociedad israelí como si fuese un bloque. Su crisis interior es cada vez más aguda y, en este momento, es necesario replantearse la cuestión de las "guerras civiles judías". La reciente experiencia de la OLP de buscar el reconocimiento judío-norteamericano por encima de todo, está conduciendo al pueblo palestino a la derrota más dramática de su historia. 

Sobre la tesis de mis últimos dos libros, preguntó: 

-¿Tiene usted pruebas para afirmar que los atentados de Buenos Aires fueron efectivamente autoatentados, y no una acción del terrorismo árabe?. 

Le respondí:

-No soy yo quien debe aportar las pruebas, sino la acusación judicial. Mi trabajo es hacer un análisis político de la coyuntura argentina, y relacionarlo con el proceso de crisis que en esos momentos se vivía dentro del Estado de Israel, que en definitiva condujo al asesinato de Rabin y al triunfo electoral de Netanyahu. Mi trabajo es asegurar que existe una completa continuidad racional entre todo un conjunto muy amplio de situaciones complejas que ocurren casi simultáneamente en puntos muy distantes del planeta. Y de asegurar además que esa continuidad racional sea realmente explicativa, en el sentido lógico del término, en el sentido de una lógica histórica. De hecho, quienes tenían que aportar pruebas aún no las han aportado. Han transcurrido cinco y tres años, respectivamente, de ambos atentados. Al día de hoy no existe ningún acusado de estar implicado directamente en los sucesos. Existen sólo pruebas circunstanciales insostenibles contra algunos detenidos. Pero lo que sí existe es un estudio de ingeniería, realizado por la Academia Nacional de Ingeniería y solicitado por la Corte Suprema de Justicia de mi país, que afirma sin vacilaciones que la explosión de 1992 ocurrió dentro del edificio de la Embajada de Israel. Y como usted comprenderá ningún "terrorista árabe" tiene la capacidad mágica de introducir un volumen tan grande de explosivos en ninguna Embajada de Israel en ninguna parte del mundo. Además existen sospechas razonables, basadas en estudios técnicos impecables, de que la segunda explosión también ocurrió dentro del edificio de la AMIA. Y, por supuesto, se sabe que no son los primeros casos de terrorismo intrajudío desde 1947. 

El profesor Nolte quedó atónito ante mi afirmación de que no sólo no hay acusaciones concretas sino que tampoco hay detenidos directamente relacionados con los atentados, en un caso donde se juega la credibilidad de los más importantes servicios de inteligencia occidentales, además de la del propio Mossad, que son los principales "acusadores". 

Pero su sorpresa no terminó allí. En un principio él estaba convencido de que lo mío era un típico "antisemitismo de izquierda". Cuando en la segunda reunión había terminado de leer los originales de mi libro tuvo algunas dificultades de interpretación. Una gran parte de mi elaboración conceptual no encajaba dentro de sus esquemas. Desarrollé mi visión del peronismo original y del relevante papel que había jugado Eva Perón. Y señalé conexiones ideológicas importantes entre el peronismo y la Weltanschauung de algunas corrientes islámicas contemporáneas, especialmente la similar idea de "revolución social", no tanto orientada a la desestructuración cuanto a la reestructuración de lo existente. 

Nolte por su parte insistió en la necesidad de comprender la historia alemana de este siglo como un proceso "lógico" y no como el resultado de la ingerencia de factores "demoníacos". En ese punto estuvimos plenamente de acuerdo. También en el segundo encuentro ya había leído todas las citas de sus obras que se mantienen en la versión final del presente libro. Aprobó la meticulosidad con que fueron hechas, aunque me pidió que informara al lector que esas citas no expresaban la totalidad de su pensamiento sino sólo una parte -aunque significativa- del mismo. 

Afirmó que mi trabajo respondía a los cánones científicos y académicos universalmente aceptados en lo que respecta a la calidad de las citas y a su articulación con el propio pensamiento, al que calificó de "necesario", aunque diferente al suyo. Señaló el hecho de que ambas formas de trabajar son "necesarias", aunque subrayó que él no buscaba la confrontación sino el "diálogo". 

-¿Con quién?, pregunté. 

-Con los intelectuales más representativos del "racionalismo judío", insistió. 

En otro contexto, Nolte comete los mismos errores de interpretación que Edward Saíd: pensar que con el judaísmo puede existir un diálogo entre iguales. Un diálogo similar al que existió entre Nolte y yo durante aquellas intensas ocho horas. 

Fue a partir de ese momento cuando comprendí el significado de Nolte dentro de la cultura alemana de posguerra y, especialmente, el valor de su trabajo dentro de una sociedad hiper-opresiva, en la cual el pensamiento libre sobre "ciertos temas" está no sólo prohibido sino además duramente penalizado. Quedé abrumado cuando habló de su soledad, de que su "mundo intelectual" estaba en Italia y no en Alemania. 

Después de meditar durante días la experiencia de mis encuentros con Ernst Nolte comprendí su posición dentro de la cultura institucional alemana. 

Antes escuché a mis amigos, que me hablaron de los estudios de sus hijos, a los que siguen machacando -en cada escuela alemana, en cada Gymnasium, en cada Universidad- con la imagen de los "seis millones" (exactamente dentro de los cánones elaborados por las películas de Hollywood), y a ellos mismos, aceptando la culpa alemana como una situación de hecho por ahora inmodificable. 

Luego pude ver la construcción del nuevo Berlín, una "Brasilia" que surge como continuación del plan urbano diseñado en tiempos de Federico el Grande y sus sucesores, integrando una arquitectura ultramoderna de "capitalismo avanzado" en el antiguo diseño de la ciudad. Ese nuevo Berlín será sin duda, a partir del año 2000, la inmensa capital de Europa, pero estará habitada por hombres y mujeres que desconocen su propia historia. Será un gran centro urbano sin alma. Pero determinará una clara orientación hacia el Este. Será, en definitiva, una contradicción para la que hoy no existen soluciones. 

Dentro de los límites de la opresión cultural alemana, dentro del molde de la horrorosa cultura alemana de posguerra, Ernst Nolte desarrolló una obra extraordinariamente positiva. Fue y es atacado porque muchos no le perdonarán el grave "delito" de haberse introducido, aunque sea en parte, en un territorio prohibido. Escribió un libro capital, La guerra civil europea, que constituye un texto cuya lectura es absolutamente imprescindible para la comprensión del mundo contemporáneo, y no sólo del mundo occidental contemporáneo. La guerra civil europea marca un antes y un después en la historiografía europea. La arquitectura de la obra es magnífica, porque está impulsada por una idea renovadora: el estudio relacional entre dos procesos históricos complejos, el soviético y el nacionalsocialista, durante un período afectado por un cataclismo histórico. No por una simple lucha política y militar. Lo que estuvo en juego fue el intento prometeico de construir un "nuevo hombre". Hoy el escenario está cubierto de sombras, nada más que de incertidumbres. A partir de Nolte, ya no será posible acercarnos a la historia de este siglo como si en ella se hubiese dirimido un duelo entre el bien y el mal. Su trabajo nos demuestra, sobre todo, que la historia de este siglo aún no ha sido escrita. Y ello justo en un momento en que nuevos actores se aproximan al escenario. 

Sin embargo, tanto Nolte como Alemania siguen viviendo, incomprensiblemente, bajo el signo de la "fatalidad" histórica. Aceptan la acción destructora del Mito como un cataclismo natural que erosiona día a día la salud moral de la sociedad y, por lo tanto, su capacidad espiritual para enfrentarse con el futuro. Para una mayoría de la población y para un número insólitamente alto de sus intelectuales, siguen siendo válida la sentencia escrita en la fachada principal de la "Iglesia del Recuerdo" de Berlín, conservada semidestruida desde los bombardeos británicos producidos en la noche del 23 de noviembre de 1943. 

"En memoria de Guillermo I, Rey de Prusia y Emperador alemán, se construyó, bajo el reinado del Emperador Guillermo, la primera 'Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche' con donaciones procedentes de todo el pueblo alemán. Durante la Guerra Mundial -en la noche del 23 de noviembre de 1943- fue destruida en un bombardeo aéreo. La torre de la iglesia será un recordatorio del juicio de Dios que en los años de guerra cayó sobre nuestro pueblo."(13) 

Una acción genocida practicada contra el pueblo alemán por agentes históricos muy concretos, y a partir de la utilización de estrategias y de tecnologías militares también muy concretas, es recordada como una pura culpa alemana, como la venganza del "destino" contra Alemania, como el "juicio de Dios". 

Esta situación opresiva que vive hoy la Alemania "castigada" por un Dios yahvítico, expresa puntualmente la hegemonía teológica que desde la finalización de la segunda guerra civil europea ha logrado sobre todo Occidente la Biblia Judía o Antiguo Testamento. 

Es ese Libro que ha inaugurado el concepto de culpa colectiva. La culpa colectiva está relacionada estrechamente con la idea bíblica del pecado original, es decir, con la idea de que existen pecados que se transmiten por la vía de la herencia, generación tras generación. Esos pecados, además, adquieren su verdadero significado en la vida colectiva -y no tanto en la individual. El pecado original hace de un grupo de hombres, culpables sin culpa propia. "La culpa, concebida de esta manera, que es la ortodoxa, es como la deuda de sangre dentro de un sistema de linajes. La paga cualquier persona del linaje... La ley de la sangre es una ley que tiene vigencia entre los judíos. La noción de pureza e impureza, vinculada a creencias religiosas, también. En el Deuteronomio se lee que no entrarán en la casa de Dios ni los bastardos, ni los ammonitas y moabitas, incluso en la décima generación. En el mismo libro se ordena al israelita a que no dé sus hijos a los hijos de otra gente, que no tome las hijas de aquellos como esposas. Mezclar la raza santa con otras es manchar su sangre, según el Libro de Esdras"(14)

Sobre la culpa así concebida, Daniel Jonah Goldhagen, un judío norteamericano de origen alemán, en un libro que llegó a ser un best-seller en la propia Alemania durante 1997(15), llega a decir que los alemanes son una "raza antropológicamente distinta", proclives al crimen a nivel masivo. 

"El Holocausto representa una ruptura radical con toda la historia humana anterior, con toda forma anterior de práctica política humana. Constituye un conjunto de acciones y una orientación de la imaginación completamente extrañas, tanto de los fundamentos de la civilización occidental moderna, la del Iluminismo, cuanto a las reglas éticas y sociales, cristianas o laicas, que gobernaron hasta ahora a las sociedades occidentales. De allí que se pueda pensar que el estudio de la sociedad que ha producido ese evento no imaginado, e inimaginable, exige el cuestionamiento de la hipótesis de una semejanza entre esa sociedad y la nuestra. Se debe reexaminar la creencia según la cual esa sociedad participa de las orientaciones económicas racionales, que son la base de concepciones tanto cultas como populares sobre la naturaleza de nuestras sociedades. Ese nuevo examen revela que si, efectivamente, una parte de la sociedad alemana en cuestión es un reflejo exacto de la nuestra, existen, sin embargo, en su seno zonas importantes de diferencia absoluta... En toda la historia alemana, la cuestión del antisemitismo de los alemanes es ciertamente lo que le otorga una gran necesidad a una tal reevaluación antropológica" (p.38).

 

La construcción y la destrucción del Mito

Mitófilos y "revisionistas". Memoria versus Historia 

Existe ya en Alemania, en Inglaterra, en Francia y en los Estados Unidos, una extensa bibliografía sobre el "Holocausto" y su contexto. Lo que llama poderosamente la atención del observador, es que lo que en verdad no existe, al menos hasta el día de hoy, es ninguna respuesta racional de los mitófilos -judíos o no judíos- ni a los revisionistas anglo-alemanes ni a los "negacionistas" franceses, como ellos mismos los llaman. 

Ello demuestra fehacientemente que la construcción del mito, el laborioso trabajo de los mitófilos, desde su padre fundador Elie Wiesel, no tiene ninguna estructura sólida, documental (documentada, en los términos racionales que exige la ciencia histórica), sino que se realizó exclusivamente a base de Memorias de judíos célebres y, lógicamente, supervivientes o amigos de supervivientes. 

El célebre historiador judío-francés Pierre Vidal-Naquet(16) percibe el problema de la contradicción que se plantea entre la "memoria individual" y la historia documental. Admite que la memoria "puede cortarle el paso a la historia" (documental o documentada). El problema es que la memoria actúa en un ámbito puramente individual. Es la subjetividad de la historia. Y plantea una pregunta para la cual no tiene respuesta: "¿Cómo se pasa de esta intensa subjetividad a la historia? Existe una historia que se construye contra la memoria. Quien haya emprendido la redacción de sus recuerdos sabe que corre el riesgo constante de caer en el error, que los meses y los años se confunden. Dado que se puede verificar, el documento escrito y fechado se impone al recuerdo subjetivo". 

En cambio, el razonamiento de los revisionistas alemanes y norteamericanos, y el de los "negacionistas" franceses (según son calificados por el establishment judío-francés), tiene un desarrollo documental claro y explícito, en total correspondencia con la ciencia histórica. 

Los mitófilos judíos y no judíos han tenido que admitir que las cifras de muertos originalmente instaladas en la conciencia occidental por el poder formidable de los mass media no se corresponde, ni remotamente, con la realidad. Es que la idea de los "seis millones" venía siendo elaborada por el sionismo de Londres (Consejo Mundial) mucho antes de comenzar la "segunda guerra civil europea". Era el "número cabalístico" que ese sionismo necesitaba para impulsar la construcción de un Estado judío en una tierra usurpada, en Palestina (mejor dicho, Canaán), con el único argumento "legal" de la "palabra de Dios" expuesta en un libro claramente falsificado por los escribas hebreos: El Antiguo Testamento. Era el dato básico que finalmente conmovería al Occidente anglo. 

Holocausto, recordemos, fue una palabra exclusivamente inventada por, pero sobre todo para judíos(17) en la etapa pre-yahvítica, la etapa de los sacrificios a los dioses finalmente expulsados del Templo, para que los "hechos" que pretende representar el concepto estén eternamente ubicados en el reino de la mitología. Ya hemos visto que Nolte utiliza el latín "numinosum" (numen) que designa, según el Diccionario de la Lengua Española editado por la Real Academia), un nivel "donde habitan los dioses adorados por los gentiles"; es decir, un "lugar" mucho más allá del alcance de la crítica humana y, en todo caso, apriorísticamente favorable a los "gentiles", ya que allí habitan sus dioses. 

Cuando esa "crítica humana" ("revisionista" o "negacionista") escapa al control admitido por la torturada conciencia occidental, se la reprime, es decir, se le aplican controles administrativos. De hecho hoy no existe -ni podrá existir jamás- una "crítica de la crítica", porque la mitofilia es una pura "memoria", carente en absoluto de estructrura documental sólida. En Alemania, ya lo hemos visto, la dictadura cultural del judaísmo es total, y actúa bajo la forma de la autocensura previa y, también, bajo la forma de la represión institucional. En Francia (Ley Gayssot-Fabius, del 13 de julio de 1990), y en otros países judaizados, como la Argentina, por ejemplo, existen leyes humanas legisladas por humanos "representantes del pueblo", que son las encargadas de canalizar esa represión, cuando la misma se desarrolla por cauces no violentos, es decir, cuando en el "proceso" al "disidente" no intervienen bandas armadas judías organizadas por el Mossad y destinadas a reprimir físicamente al "provocador". 

La discusión cuantitativa sobre el Holocausto tiene sentido en los tiempos que corren. Tiene una enorme significación saber el número exacto de muertos judíos y las causas exactas de su muerte. Ya que ello nos llevará hacia lo que hoy verdaderamente importa, que es evaluar el enorme daño que ha provocado el Mito del Holocausto, y no la supuesta realidad que ese mito pretende expresar. 

Pierre Vidal-Naqué, en la obra ya citada, p.276, concuerda en la inexistencia de "cámaras de gas"; admite a regañadientes que los estudios realizados por químicos de diversos países y distintos orígenes ideológicos -especialmente por los científicos a-ideológicos- son de suma importancia, y que todos ellos son de hecho "negacionistas". No hay restos de gas en las ruinas de los campos. Ningún experto en gases está hoy en condiciones de afirmar que las famosas cámaras hayan realmente existido. P. Vidal-Naquet, al aceptar el dato científico, dice que esos estudios son algo así como la arqueología de la historia reciente. "Sería un grave error poner mala cara ante una conquista científica como el hecho que a las cifras de un testimonio tan importante se les debe aplicar un coeficiente de división por cuatro (seis millones dividido por cuatro). Al renunciar a las cifras falsas no se atenúa el crimen de los nazis. El problema del número exacto de las víctimas no es esencial". 

Nosotros pensamos que sí es esencial que un historiador judío tan importante como Pierre Vidal-Naqué admita el hecho de que hay que dividir por cuatro. Entre 6 millones de muertos y 1,5 millones sí hay una diferencia esencial. La primera cifra corresponde a un proyecto que nunca existió y que luego se transformó en Mito, la segunda a bajas relativamente normales dentro de una guerra terrible, en la cual los judíos fueron oficialmente parte beligerante. 

Al Mito de los "seis millones" se lo ha sacralizado "hasta el punto de convertirlo en objeto de ritos, celebraciones y toda una orquestación religiosa. El historiador sabe reconocer lo sagrado como objeto de estudio; no puede participar de él, bajo pena de caer en la impostura. El razonamiento encerrado en sí mismo es signo de mito, no de historia" (Pierre Vidal-Naqué, op.cit., p.266). 

Occidente sigue tratando al mundo árabe, por ejemplo, como si hubiese sido socio del Tercer Reich, cuando en rigor de verdad en aquellos años no existía un mundo árabe políticamente organizado; es decir, un mundo árabe propiamente dicho, tal como se lo percibe en la actualidad. Occidente sigue pensando que el monoteísmo del Islam, que hoy abarca a más de mil millones de fieles en todo el mundo, es una vulgar super-banda de forajidos -como dice Samuel Huntington- cuyo único objeto es destruir a los "pobres judíos" y a la totalidad del "mundo occidental", nada menos. 

Vista desde un ángulo occidental, la historia contemporánea (desde la última posguerra civil europea) del mundo árabe comienza en la Alemania de los años 30. Este es un desafío aceptable para nosotros, y es por ello que hemos insistido en el análisis del Mito del Holocausto, es decir en la implantación en Oriente Medio del Estado judío, que es un hecho totalmente ajeno a la evolución "natural" de la historia árabe, propiamente dicha. 

Toda esa perversión de la conciencia occidental, que luego se canaliza a través de políticas aberrantes, es decir, equivocadas, tiene un único y mismo origen: el Mito del Holocausto. Eso es lo que hoy realmente importa: destruir ese maldito Mito que ya ha provocado, sobre un pueblo inocente y totalmente ajeno a los hechos originales desarrollados durante la segunda guerra civil europea (suponiendo siempre que ellos hayan realmente existido), más daño, sangre y sufrimiento de los que hipotéticamente provocó el antijudaísmo del nacionalsocialismo, aun en las hipótesis más favorables a los mitófilos.

 

El mito del "Holocausto" y la potencia militar del Estado judío 

La continuidad de una acción diplomática europea en sus "gestiones de paz" (Moratinos, 1997)(*), como si el mundo árabe y el Estado Judío tuviesen el mismo nivel de responsabilidad en este larguísimo conflicto(18), y aun después del re-inicio práctico de la rejudaización de Jerusalén (abril de 1997), y de la apropiación de hecho de más de la mitad de Cisjordania por parte del Estado Judío(19), constituye una evidencia decisiva del enorme empuje inercial logrado por la acción psico-teológica combinada entre los Estados Unidos e Israel, actuando sobre la (mala) conciencia europea(20). Así, "... el retorno de Israel a la Tierra Santa aparece como el evento central de una aventura humana de dimensiones universales" (Corm, op.cit. en nota 1). Europa percibe -y es obligada a percibir- que en el Retorno de Israel está en juego no sólo la supervivencia psíquica y moral del pueblo judío, sino también la de la humanidad. 

El progreso de la potencia y de la seguridad israelí a partir de 1967 fue un proceso paralelo al desarrollo de la construcción del mito del Holocausto en el mundo occidental. "La victoria de 1967, que permite la conquista de la parte árabe de Jerusalén y la Cisjordania, aparece como un signo de asentimiento divino. La crítica al Estado de Israel y a su política en resguardo de sus vecinos árabes, en la medida en que ese Estado se erige en una gran potencia regional, deviene de más en más difícil" (Corm, p. 234). La construcción del mito necesitó del fortalecimiento militar del Estado de Israel a partir de 1967. Hubo, con prolongada anterioridad, un tiempo de preparación. Cristalizó después de más de veinte años desde la finalización de la segunda guerra civil europea. 

El significado que pretende otorgarle el judaísmo a Auschwitz y a Treblinka se estructura en los Estados Unidos de América y no en Europa. El resultado de esta operación de guerra psicológica se llamó, en los comienzos ya de la década de los 70, Holocausto. Hasta los comienzos de los años 60, el Holocausto no tenía ninguna significación incluso para la propia sociedad israelí. Sólo en 1959 el parlamento israelí define "... las reglas de observación del Día del Holocausto, reglas destinadas por la Knesset a reavivar la memoria ante la indiferencia general del público. Hasta ese momento no había en las calles de Israel ningún signo visible de conmemoración. Ese día funcionaba como cualquier otro día, las radios no difundían ningún programa especial. Los escritores hebreos en los años 50 ignoraron simplemente el Holocausto. Los programas escolares no hicieron mención de él hasta los años 60"(21)

Ese era el panorama interno de Israel hasta los años 60. Pero una cosa muy distinta era la utilización del "Holocausto" hacia afuera. "El símbolo del Holocausto representa la deuda del mundo con Israel... (ya que) hasta los mejores amigos del pueblo judío se limitaron en proporcionar a los judíos europeos una ayuda poco significativa para su salvación... en consecuencia todo el mundo libre... debe ayudar a Israel en el plano diplomático, militar y económico"(22). El ya citado escritor israelí Boaz Evron señala: "La 'conciencia del Holocausto', declinante en la década de 1950, fue reavivada por el juicio a Eichmann. Aunque, ciertamente, se hubiera reavivado, de todos modos, hay una diferencia entre la reavivación espontánea -causada por el deseo de comprender el pasado y, desde éste, el presente-, y la 'campaña de reanimación' de la propaganda oficial con sus consignas vacías y una distorsionada visión del mundo, cuyo verdadero objetivo no es enfrentar el pasado sino manipular el presente. El Holocausto fue utilizado como una poderosa herramienta por los líderes israelíes y conductores judíos del exterior para organizar y poner un control policial a la comunidad judía en la diáspora, primero y por encima de todo en los Estados Unidos. Esto se hizo explotando y cultivando el sentimiento de culpa de los judíos norteamericanos por no haber hecho más para impedir el Holocausto..." 

Y continúa Boaz Evron, en el trabajo que estamos citando(23) editado en mayo de 1980: "Ese sentimiento de culpa es manejado de diversas maneras. Israel es presentada a los judíos norteamericanos como expuesta a permanentes peligros de aniquilación por parte de los Estados árabes que la rodean, pese al hecho de que Israel es mucho más fuerte que ellos y no enfrenta ningún peligro militar de su parte. De este modo se da a estos judíos la posibilidad de mitigar su culpa al permitirles apoyar política y económicamente a Israel 'para impedir un segundo Holocausto'... La transferencia de fondos judíos (y no judíos) norteamericanos desde los Estados Unidos a Israel se hace sin que los donantes tengan nada que decir, ni siquiera el derecho a criticar, sobre la manera en que dichos fondos son gastados... La memoria del Holocausto constituye uno de los principales medios para que el régimen israelí establecido controle a la judería de la diáspora, utilizándola como un instrumento de la política exterior israelí, y también como un medio de presión moral sobre el mundo no judío... Identificar a los nazis con los árabes, en general, y con los palestinos, en particular, juntamente con la continua memorización del peligro del Holocausto, causa una reacción histérica en el israelí medio". 

Gran parte del Holocausto se fundamenta en las memorias personales de Elie Wiesel (Ver: Un grand faux temoin: Elie Wiesel, Robert Faurisson, 1988 y 1992, en Archive Faurisson, op. cit.), a quien en 1979 el entonces presidente norteamericano Jimmy Carter, primer jefe de Estado de ese país en visitar Israel, nombra presidente de una comisión para la edificación de un monumento en memoria de los supervivientes del Holocausto. Pocos años antes de esa fecha comienza a desarrollarse en los Estados Unidos(24), el principal aliado israelí, una campaña febril. Se emiten programas televisivos, films, publicaciones, etc. Por una ley del Congreso norteamericano se crea el Consejo de la memoria del Holocausto, con capacidad para crear un museo y dirigir programas de investigación y de educación. En su versión original el Holocausto es, claramente, el resultado de la política exterior norteamerica sobre el Oriente Medio, que luego se universaliza en la escala exacta que tiene la presencia del judaísmo en la casi totalidad del "mundo occidental". 

Raul Hilberg, en sus trabajos: La destruction des Juifs d’Europe y La politique de la mémoire, señala, sin embargo, que la imagen del Holocausto construida por el judaísmo a la medida exacta de las necesidades estratégicas de Washington, recién arraiga en la sociedad norteamericana a partir de la guerra de Vietnam. Sólo a partir de allí, según Hilberg, surge una nueva generación americana en "... busca de certidumbres morales". Fue así que el Holocausto devino "... en el mal absoluto a través del cual se podía medir y juzgar todas las otras transgresiones en el comportamiento de las naciones"(25). Se convirtió en una formidable herramienta estratégica para establecer un orden mundial unipolar, ya que ella predice la capacidad que de inmediato se autoadjudica la potencia hegemónica para administrar la justicia en el mundo(26)

Fue también, y sobre todo, el instrumento utilizado por los EUA para establecer y consolidar su hegemonía estratégica sobre Europa. Elie Wiesel fue galardonado con el premio Nobel de la paz en 1986. Parafraseando al gran García Márquez(27), el recordado autor de Cien años de soledad, podríamos decir que si hubiese existido un premio Nobel de la guerra psicológica, también lo hubiese ganado el señor Wiesel. En su discurso en la Casa Blanca, aceptando presidir la Comisión creada por Jimmy Carter, es el propio Elie Wiesel quien se encarga de ubicar al Holocausto recién construido en un punto inalcanzable en el horizonte de la humanidad. No sólo en el mal absoluto, en el sufrimiento de los sufrimientos, en lo único; sino también en lo absolutamente irrebatible, en el "numinosum", en un nivel ubicado mucho más allá de la crítica humana(28)

La vinculación entre los Estados Unidos e Israel, sustentada en el mito del Holocausto, llega a extremos patológicos en el campo militar (reforzamiento del potencial judío en Oriente Medio). La ayuda militar norteamericana al Estado judío es de unos 5.000 millones de dólares anuales, cifra que le permite a Israel mantener un nivel permanente de superioridad militar en la escala regional. Pero el hecho verdaderamente aberrante es que los EUA permitieron, el 11 de mayo de 1995, que Israel no firmara el Tratado de No proliferación Nuclear (TNP). De tal manera que ese país, con la complicidad explícita de Washington, es la única potencia nuclear "autorizada" en la región, ya que todos los países árabes son signatarios del TNP(29).

 

La hermenéutica posmoderna o la judaización del cristianismo 

El proceso de canonización del Holocausto culminó recién 20 años después de finalizada la segunda guerra civil europea. Pero ya en 1947 se descubren, milagrosa pero sobre todo oportunamente, los llamados "Manuscritos del Mar Muerto", en las cuevas de Qumrán, en un territorio que sería finalmente absorbido por el Estado judío (Desierto del Néguev) a partir de la Resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, "recomendando un plan de partición de Palestina" (22 de noviembre de 1947). El descubrimiento no podía ser más oportuno, ya que coincidió con la fundación del Estado de Israel, y por ello no se puede dejar de pensar que ha sido un verdadero milagro yahavítico, ya que a partir de esos documentos se impulsa, con renovado vigor, la idea por la cual el judaísmo constituye el marco obligado de referencia del cristianismo primitivo. "Los descubrimientos del Mar Muerto y los estudios de los últimos años han contribuido a redescubrir la matriz en la que se gestó el cristianismo: el mesianismo apocalíptico judío y, más en general, el conjunto de las tradiciones del judaísmo"(30)

Los análisis existentes sobre el texto bíblico y los comparativos entre los textos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento son de una complejidad tal que es imposible reproducirlos en este lugar. Sin embargo, en todos esos procesos analíticos hay un punto en el cual se plantea una divergencia capital entre visiones diferentes, y resulta evidente, aun para los no especialistas, que esa divergencia en las interpretaciones tiene también una correspondencia directa con las proyecciones estratégicas de las distintas coyunturas políticas. 

La "historia" de Israel que relata el Antiguo Testamento es, en un sentido estricto, una historieta. No es una historia sino una mitología, como siempre fue entendido por el catolicismo tradicional. El mismo método mitificador fue utilizado en este siglo para canonizar al "Holocausto". Es por ello que la crítica al judaísmo debe incluir al Antiguo Testamento. Debe partir de la Torah. Es decir, debe partir de una definición de judaísmo que se atenga a la realidad: es un hecho totalizador y totalitario: teológico, racial, económico, histórico y estratégico. Y ello, afortunadamente, es muy bien percibido por las corrientes católicas y cristiano-orientales resistentes al posmodernismo. 

Las "palabras de Jesús" constituyen una ruptura total con la tradición judía. El misterio de Jesús no debe ser considerado como una tentativa de reformar el judaísmo desde una supuesta secta judía (la de los cristianos): Jesús aporta un elemento absolutamente diferente que no puede ser reconciliado con el judaísmo. Jesús revela un Dios que es esencialmente distinto al que nos muestra el Antiguo Testamento. El hijo de Dios y la Virgen María han sido y volverán a ser la frontera infranqueable entre judaísmo y cristianismo. 

Es a partir de la finalización de la segunda guerra civil europea que comienzan a ser rechazadas las interpretaciones bíblicas de la escuela alemana, según las cuales las raíces del cristianismo son helénicas y no judías. Interpretación que estuvo en correspondencia más o menos estrecha con la mayoría de los teólogos de las Iglesias cristianas orientales, quienes han reconocido en los textos griegos del Nuevo Testamento el sustrato arameo de la lengua hablada por Jesús y sus discípulos, incluidas las palabras arameas exactas pronunciadas por Jesús en su agonía. 

En definitiva, como en otros tantos campos de la ciencia y de la vida política misma, la marcha del mundo a partir de la última posguerra aconsejaba la creación de un nuevo monoteísmo ("monoteísmo de mercado", lo llama Roger Garaudy) a partir del acercamiento, absorción y reestructuración del cristianismo por el judaísmo. Tarea que es una imposibilidad teológica, pero que, sin embargo, ha avanzado mucho en el plano político e institucional. 

No es la primera manipulación teológico-estratégica que el judaísmo realiza sobre el cristianismo. Muchos intelectuales del mundo árabe y musulmán destacan que las llamadas "cruzadas de la cristiandad" fueron operaciones militares ejecutadas por los cristianos pero planificadas y financiadas por los judíos europeos, que buscaban ubicarse detrás de los ejércitos cristianos para retornar a la Tierra Santa. 

Primero el mundo de la posguerra y, luego, con mucha más fuerza aún, el mundo de la posguerra fría, necesitaron y necesitan una cosmovisión que unifique los elementos dispersos, es decir, una ideología que allane el camino para la implantación de una nueva dominación del mundo. Los seguidores de Yahvé llegan al monoteísmo a partir de una larga lucha contra el "mundo disperso" y "desorganizado" de la cosmología cananea. Lo que sorprende del Génesis es su voluntad de organizar el "caos" cosmológico cananeo. 

El mundo cultural cananeo, y en especial la literatura religiosa de Ugarit, está dominado por grandes fuerzas cósmicas que están en lucha constante entre sí: el Mar (Yammu) contra Ba-alu (la Tierra), la fecundidad contra la infertilidad, etc. La religión cananea no era "monoteísta" en el sentido de que tampoco es monoteísta, sociológicamente hablando, la práctica cotidiana de un católico occidental, para quien cada santo o virgen tiene un ámbito de influencia sobre determinados aspectos concretos de la vida. 

El judaísmo es violentamente monoteísta en la exacta medida que es monogenista y monolingüista: un solo dios, un solo pueblo, una sola lengua. El origen de esta vocación de unidad es sin duda la situación subordinada que ocupan las tribus hebreas incultas y nómadas que llegan al complejo mundo cultural cananeo o palestino, cuyo origen histórico está datado con las primeras manifestaciones del homo sapiens sobre la tierra sirio-cananea; (hace unos 200.000 años el hombre de Neandertal reemplazó al Homo erectus; hace unos 40.000 años -Paleolítico superior- el Homo sapiens -nosotros- reemplazó al hombre de Neandertal). En ese espacio sirio-cananeo se puede hablar de civilización propiamente dicha desde hace 16.000 años. Lo que significa ocho veces el tiempo transcurrido entre el nacimiento de Jesucristo y nuestros días(31)

Las tribus hebreas nómadas que habían llegado a Canaán o Palestina, recién en el siglo VI-V aC. comienzan a elaborar las primeras tradiciones orales que mucho más tarde desembocarían en el Antiguo Testamento. Sin embargo, éste está fechado como si los acontecimientos fundacionales de la historia de Israel ocurrieran en el siglo XIII-XII aC, es decir, hace unos 3.500 años. Los primeros documentos escritos judíos, que luego conformarían el AT, son traducidos al griego (única versión que ha llegado hasta nuestros días) recién a partir de los siglos III-II aC., en coincidencia con la expansión demográfica de los restos del Imperio persa sobre el Mediterráneo oriental(32), en la etapa alejandrina. Entre el Milenio XVI y el Siglo III aC. se forja una gran cultura y una gran cosmovisión, la cananea o palestina, que, para calificarla en términos posmodernos, era esencialmente "plural" y diversa. El monoteísmo judío se elabora para destruir esa larguísima tradición cultural existente. 

Los autores del Génesis son los que sostienen, contra la cultura que los había albergado en épocas anteriores, y por motivos obviamente políticos (hegemonías territoriales o, mejor, etnoterritoriales) la idea totalitaria de: un solo dios, un solo pueblo, una sola lengua. Y son esos escribas hebreos del Génesis quienes dicen que la diversidad es el producto del pecado. "En el mundo cananeo no existe el deseo de reducción de los dioses a la unidad... ni por supuesto a la unidad de la pareja humana, ni la reducción a la unidad de la lengua, como ocurre en la Biblia"(33)

El reduccionismo bíblico esconde una voluntad profunda de dominación. La tendencia a la explicación por la unidad de origen es un primer intento de dominación de elementos dispersos. La dispersión del mundo de la posguerra fría (dioses, razas y lenguas distintas) hace de él un mundo incontrolable. Su dominación o control exige la unidad de concepción, una idea religiosa basada en el Genos, que evite la poligénesis etnocultural y el policentrismo político. Es por ello que hoy también la diversidad (religiosa, racial y lingüística) es el pecado. En ambos tiempos hay de por medio un relato sacerdotal, que centra todo en el orden litúrgico, entendido como reflejo del orden cósmico(34)

Hoy el cristianismo institucional se somete. "Si la racionalidad crítica de la Ilustración desarrolló y perfeccionó los métodos de la interpretación literal, filológica e histórica, en la pretensión de alcanzar una exégesis objetiva y libre de perjuicios, es preciso que la hermenéutica poscrítica y posmoderna recupere la sensibilidad hacia el símbolo y la alegoría... como causa de aproximación a la verdad... de los textos bíblicos..."(35)

Dos procesos canonizados van en paralelo: el del Holocausto y el de la hegemonía teológica del judaísmo. Ambos tienen el mismo objetivo: asegurar la dominación de los dominadores en este "nuevo orden mundial"(36)

Surje así el hoy llamado, en Occidente, "pensamiento único", que en esencia es una refundación del pensamiento científico, en el sentido de lograr una "indiferenciación del mundo". Las ciencias llamadas "humanas", que hasta este momento habían funcionado a base del estudio de las diversidades o identidades, se transforma en el pensamiento de la unidad, de lo indiferenciado, de lo único (un dios, un pueblo, una lengua -la del imperio)(37)

Cuando la llamada comunidad internacional "recomienda" un "plan de partición" de Palestina (Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947), apenas había finalizado la segunda guerra civil europea, cuyas causas y desarrollo objetivo aún no han sido analizados en profundidad por el pensamiento histórico occidental. Lo que hoy se nos muestra como historiografía contemporánea europea es, en el mejor de los casos, una visión gravemente deformada de los hechos históricos, propiamente dichos. Aquí también la historiografía debe ser renovada al ritmo de los acontecimientos y percepciones actuales. 

Bajo esta perspectiva deformada, la comunidad internacional, en 1947, recomienda la "partición" del territorio histórico y geográfico de Palestina, el antiguo Canaán pre-bíblico. La Resolución 181 es un extenso documento que debería ser releído con atención en los tiempos que corren. Aun así, sobre la base de esa "recomendación", pocos meses después, el 14 de mayo de 1948, se produce la "declaración de la independencia del Estado de Israel", el primer hecho consumado de esta fatídica historia. En esa fecha se inicia el proceso de expansión geopolítica jamás realizado por Estado alguno en los tiempos modernos, proceso expansivo desarrollado a base de un presupuesto teológico que llevó a ese mismo Estado a incumplir innumerables veces con resoluciones condenatorias de la misma "comunidad internacional" que lo hizo nacer, al menos en teoría. 

La Resolución 181 fue uno de los resultados de la segunda guerra civil europea, visto desde la óptica del bando vencedor de esa guerra. Recordemos lo obvio: en esa guerra no existe ningún tipo de participación del mundo árabe-musulmán, excepto como teatro de operaciones de ejércitos europeos y de las fuerzas de los EUA. Sin embargo, se penaliza a ese mundo con la instalación del Estado de Israel en uno de sus espacios geohistóricos vitales: el cananeo-palestino. 

Posiblemente -mirando la cuestión con un exceso de buena voluntad- en la mente de los representantes occidentales y de los del "socialismo real" (votan afirmativamente: Bélgica, Bielorrusia, Canadá, Dinamarca, EUA, Francia, Luxemburgo, Holanda, Ucrania y URSS) en la Asamblea General de las Naciones Unidas de esos tiempos, existía la intención de cerrar un período de guerra, que había sido extremadamente cruel, en especial para algunos de ellos. Sin embargo, lo que objetivamente hicieron, fue iniciar el tiempo de una nueva guerra, esta vez no sólo europea-occidental, sino literalmente, mundial. 

La misma existencia del Estado de Israel es hoy el detonante de esa guerra, y su espacio abarcante será el de las juderías en todo el mundo que responden a los impulsos, muchas veces contradictorios, emergentes de ese Estado. 

No existe otra manera para frenar esa guerra que desarticular a ese Estado, que es la fuente de poder de bandas terroristas que actualmente asolan innumerables países. Inicialmente tal proceso de desarticulación debería ser intentado a partir de los mismos mecanismos por los cuales se creó ese factor de perturbación mundial.




Notas

1.- Georges Corm, Le Proche-Orient Éclaté - II. Mirages de la paix et blocages identitaires 1990-1996, La Découverte, París, marzo de 1997, pgs. 227 y 228.

2.- Edward Saíd, Gaza y Jericó, Pax Americana, Txalaparta, Navarra (España) 1995.

3.- Saíd, op. cit.

4.- Sobre el cual, también, naturalmente, se ha tejido ya una "leyenda negra" personal (Jacob Heilbrunn, "Germany's new right", en Foreign Affairs, vol. 75, num. 6, noviembre-diciembre de 1996, pag. 80). Al igual que otros muchos escritores alemanes descendientes de la Escuela de Frankfurt "... Heilbrunn señala como principal fuente de los nuevos males (alemanes) al historiador berlinés Ernst Nolte, a quien califica de 'espíritu rector' de la nueva derecha (alemana)". Ver: Jochen Thies, "La nueva derecha alemana, un espejismo", en Política Exterior, vol. XI, número 56, Madrid, marzo-abril de 1997, pag. 57. Ernst Nolte, Lehrstück oder Tragödie?. Hay una traducción española bajo el título "Después del comunismo", Ed. Ariel, Barcelona, 1995. Der Europäische Bürgerkrieg 1917-1945. Nationalsozialismus und Bolschewismus. Hay traducción española: "La guerra civil europea 1917-1945. Nacionalsocialismo y Bolchevismo", FCE, México, 1994. Streitpunkte. Heutige und künftige Krontroversen um den Nazionalsozialismus, Propyläen, Frankfurt Main, 1994 (no hay traducción española). A lo largo de todo este trabajo utilizaremos el concepto de "segunda guerra civil europea" en reemplazo del corriente "segunda guerra mundial", porque el escenario bélico del Pacífico oriental es totalmente independiente del escenario europeo-norafricano. No sólo no hubo nunca operaciones conjuntas germano-japonesas, sino que la declaración de guerra de Japón a los EUA sorprende a Berlín. El llamado Eje no fue más que un diseño ideológico post factum sobre el papel.

5.- Genocidio: Destrucción metódica de un grupo étnico por exterminación de sus individuos. Holocausto: Sacrificio usado contra los judíos, en el cual la víctima es consumida por el fuego (Diccionario Larousse). La diferencia de los conceptos hace que el martirio de los judíos sea irreductiblemente distinto al de cualquier otro grupo humano: por su característica sacrifical, supuestamente, está integrado a un proyecto divino, que finaliza con la creación del Estado de Israel que sería la respuesta de Dios al Holocausto. Un genocidio -o, más bien, un hipergenocidio- sobre el cual nunca se habla en Occidente, es el cometido por los Estados Unidos contra el pueblo de Irak. En primer lugar, durante la desigual acción militar, los armamentos americanos -y occidentales, en general- produjeron -según fuentes oficiales norteamericanas- más de 100.000 muertos entre las tropas iraquíes. Luego, y sólo durante los primeros siete meses de 1991, 50.000 niños iraquíes murieron por diarreas, mala alimentación y deshidratación por rotura en los sistemas de agua potable, según el New England Journal of Medicine, editado en 1992. En 1995 un estudio de la FAO indica que el aberrante embargo impuesto a Irak por Occidente, que aún se mantiene, había causado la muerte, haste ese momento, de un total de 560.000 niños, desde el fin de la Guerra del Golfo. Un grupo francés, integrado por Lucie y Raymond Aubrac, Jean-Claude Carrière, Jean-Pierre Chevènement, Régis Debray, Gisèle Halimi y Sami Nair, definió esta situación como "genocidio frío en Irak". Para no escapar al objeto de esta investigación no hablaremos aquí sobre los grandes genocidios históricos, como el de los esclavos negros africanos o el de los indígenas americanos, ni tampoco sobre los genocidios que actualmente se multiplican en numerosas regiones de África carentes de interés económico para Occidente. Naturalmente existe una relación directa entre las matanzas de negros e indígenas y las actividades comerciales de los judíos y los criptojudíos de la época, tal como ya hemos expuesto.

6.- Recordemos que una vez Napoleón dijo: "Cuando yo incendio una aldea, todo el mundo lo condena, pero cuando Inglaterra destruye un país, nadie habla de ello".

7.- Un hecho prácticamente desconocido en Occidente es que, entre 1947 y 1949, los israelíes victoriosos en su "guerra de la independencia" fuerzan el exilio de unos 800.000 palestinos. Fue esta primera acción trágica de depuración racial cometida por el Estado de Israel la que determina el engranaje de los siguientes cincuenta años de guerras y de conflictos regionales (ver: Tom Segev, Le Septième Million, Liana Levi, París, 1995). Esta "limpieza étnica" fue un hecho histórico comparable con los 5.000.000 de alemanes "desplazados" hacia el Oeste, una vez finalizada la II guerra civil europea. Un nuevo acto de depuración racial, o limpieza étnica -si se prefiere-, es lo que reemplazará al "plan de paz" de Madrid-Oslo, por decisión unilateral del sacrosanto (mesiánico) Estado de Israel. Israel conservará en sus manos más de la mitad del territorio de la Cisjordania, incluyendo el importante recurso hídrico del Valle del Jordán. Se creará asimismo un "corredor" entre Jerusalén y Gush Etzión, entendidas como áreas estratégicas para la seguridad del Estado de Israel. También se impedirá la existencia de fronteras comunes entre una Palestina reducida casi a la nada geográfica, y Jordania, para evitar el paso de refugiados palestinos y el reforzamiento de su exhausta demografía. Y, por supuesto, la Gran Jerusalén será el Heartland de la capital del pueblo judío. Y todo ello lo aceptará el Occidente cristiano. Las represalias de Israel contra el Líbano fueron y son de una envergadura espectacular, y se realizan contra una población y un Estado que carece de los medios de defensa adecuados. "El total de víctimas de las represalias (israelíes) en el Líbano (entre 1969 y 1982) estuvo entre los 70.000 y los 80.000 muertos, sin hablar de las destrucciones, de los sufrimientos, de la ocupación del 10 ó 12 % del territorio nacional" (Georges Corm, L’existence du Liban dérange les israéliens, en Revue d’études palestiniens, Nº 8, verano de 1996).

8.- Véase: Ernst Nolte, "Die Endlösung der Judenfrage in der Sicht des radikalen Revisionismus", en Streitpunkte... op. cit, cap. 15, p. 304 y ss.

9.- Dada la enorme responsabilidad que tuvo la dirigencia judío-sionista (Consejo Mundial) de Londres con su "declaración de guerra" al III Reich. La declaración fue firmada por Chaim Weizmann, presidente de la Agencia Judía para Palestina, y está fechada el 1 de septiembre de 1939. Fue publicada por "The Times" de Londres, el 5 de septiembre.

10.- En una fecha tan temprana como el 16 de septiembre de 1919, Aldolf Hitler leyó un informe sobre los judíos ante el comité de un pequeño partido bávaro de sólo 55 miembros llamado Partido Obrero Alemán (DAP). En ese informe, que transcribe su biógrafo Werner Maser (Hitler: leyenda, mito, realidad) plantea la necesidad de la "expulsión inmediata de los judíos". En ningún momento de su vida Hitler planteó otra cosa que no fuese expulsión. Algo muy diferente a exterminación. Y algo muy diferente también a persecución, que es una "enfermedad infantil" del "antisemitismo afectivo". Pienso que la clave política del discurso está en la siguiente frase: Lo importante es que entre nosotros está viviendo una raza extraña que no es alemana... que, sin embargo, posee los mismos derechos políticos que nosotros. El texto reproducido por Werner Maser es el siguiente: "Gran parte de nuestro pueblo refleja claramente la antipatía que siente hacia el peligro que supone la existencia de los judíos en nuestro suelo; ahora bien, las causas de esa antipatía no hay que buscarlas en la comprensión de los desastrosos efectos que la actividad consciente o inconsciente de los judíos en conjunto causa a nuestra nación, sino en que ella suele ser una consecuencia del contacto personal, de la impresión que el judío nos causa como individuo... Esto hace que parezca que el antisemitismo no es nada más que un fenómeno afectivo y, sin embargo, no hay nada más erróneo. Los sentimientos no deben y no tienen que influir para nada en el antisemitismo como movimiento político, sino los hechos... En primer lugar, los judíos son una raza y no una comunidad religiosa. El judío no se llama a sí mismo alemán, polaco o americano judío, sino judío alemán, polaco o americano. De los demás pueblos, sólo han tomado el idioma... Ni siquiera la fe mosaica es un elemento decisivo para determinar la valía del judío... Gracias a su educación milenaria, practicada casi siempre en círculos muy estrechos, el judío ha sabido conservar su raza y su idiosincracia con más fuerza que muchos de los pueblos bajo cuyo dominio ha vivido. Lo importante es que entre nosotros está viviendo una raza extraña que no es alemana y que tampoco está dispuesta a sacrificar sus peculiaridades, sus sentimientos, sus ideas o sus aspiraciones, pero que, sin embargo, posee los mismos derechos políticos que nosotros. Los sentimientos del judío se manifiestan no sólo en lo material sino también en lo espiritual. La danza alrededor del becerro de oro se convierte en una lucha despiadada por aquellos bienes que en nuestra opinión no son los más elevados ni los más deseables. El valor del individuo ya no lo determina su carácter ni la importancia de sus prestaciones para la comunidad, sino única y exclusivamente la magnitud de su fortuna... El nivel de la nación ya no se mide por la suma de sus fuerzas morales y espirituales, sino por la dimensión de sus bienes materiales. Esta manera de pensar trae como consecuencia un afán inconmesurable de dinero y de poder que la refuerza todavía más y que hace perder toda clase de escrúpulos a los judíos a la hora de elegir los medios idóneos para la consecución de sus objetivos. En el Estado autocrático imploran la protección de la 'majestad', del gobernante, para luego utilizarla a modo de sanguijuela con sus pueblos (agreguemos que esta es la figura prototípica del usurero judío en la España visigoda y cristiana, nota del autor). En el Estado democrático solicitan la protección de la masa, y se inclinan ante la 'majestad del pueblo', aunque en realidad sólo reconocen la majestad del dinero. Con su adulación bizantina, el judío destruye el carácter de los gobernantes convirtiendo en vicio el orgullo nacional y la fuerza de un pueblo, para lo cual no duda en utilizar la hipocresía y la desvergüenza. En esta lucha emplea aquella opinión pública que resulta fácil influir... mediante la prensa. Su poder es el poder del dinero, que en sus manos aumenta y se multiplica de un modo asombroso en forma de intereses... Todo aquello que impulsa a los hombres a superarse a sí mismos, sea religión, socialismo o democracia, el judío lo utiliza como un medio para obtener dinero y satisfacer su afán de poder. Su actividad actúa en el pueblo como una tuberculosis. De todo ello resulta lo siguiente: el antisemitismo puramente afectivo encontrará su máxima expresión en las persecuciones. El antisemitismo racional, sin embargo, deberá intentar combatir y suprimir los privilegios y prerrogativas que los judíos poseen como extranjeros de una manera legal y organizada. La meta final tiene que ser la expulsión total de los judíos".

11.- El "caso" de los jabones alemanes fabricados con la grasa de los prisioneros asesinados en las "cámaras de gas" es una de las infamias más aberrantes de las tantas elaboradas por la imaginería judía. El señor Wiesenthal gana el máximo premio en el concurso de "tergiversación de la realidad", que fue una de las tareas predilectas del judaísmo a lo largo de toda su historia. Y es asimismo el reflejo del odio profundo de los judíos al pueblo alemán, capaz -según ellos- de las más insólitas aberraciones. Los hechos reales son los siguientes. Apenas iniciada la guerra, Alemania comenzó a carecer de materias primas tanto industriales como de consumo humano. Esas materias comenzaron a ser severamente racionadas. Los jabones de consumo eran producidos por un organismo administrativo central que se llamaba Reichs Industriefett (RIF), es decir, Industrias del Reich para las materias grasas (Fett=grasa). Las siglas RIF estaban impresas en cada una de las valiosas pastillas de jabón que durante los años de la guerra utilizó todo el pueblo alemán. El señor Wiesenthal transforma "apenas" una letra, convierte una "I" en una "J"; sólo eso, una nimiedad. Entonces la original RIF se convierte en RJF y lo "traduce" al mundo entero: Reines Judenfett (Pura Grasa Judía). Consecuencia: la morbosidad de los alemanes es monstruosa. Es un pueblo a quien la "humanidad" debe condenar a perpetuidad.

(Véase también: Robert Faurisson: Le savon juif, en http://www.abbc.net/aaargh/fran/archFaur/RF8703xx3.html.

12.- Ernst Nolte, Streitpunkte. Heutige und künftige Kontroversen um den Nazionalsozialismus, Propyläen, Frankfurt Main, 1994 (no hay traducción española).

13.- La vieja 'Gedächtniskirche' fue inaugurada en 1895. En 1961, se construyó la nueva 'Gedächtniskirche' bajo la dirección de Egon Eiermann.

14.-  Julio Caro Baroja, Los Judíos en la España Moderna y Contemporánea, Istmo, Madrid, 1987, Vol 1. p.177.

15.-  Cuyo título en español es "Los verdugos voluntarios de Hitler". Utilizamos la versión francesa: Les bourreaux volontaires de Hitler, Seuil, París, 1997.

16.-  Pierre Vidal-Naquet, Los judíos, la memoria y el presente, FCE, Buenos Aires, 1996.

17.-  El tema de la "muerte por el fuego" es altamente significativo. Se origina en los llamados "quemaderos" de la Inquisición y es, indudablemente, el elemento simbólico que une a los Tribunales del Santo Oficio con el "Holocausto", en la fantasía de la conciencia occidental.

* Esta situación se ha modificado, sólo parcialmente, hacia comienzos de 1998.

18.-  Que es lo que implícitamente sostuvo el Papa Católico Romano en Beirut el 11 de mayo de 1997, quien equiparó la ocupación israelí del sur del Líbano con la presencia de fuerzas sirias en ese país, absolutamente vitales para la defensa del mundo árabe en general. El tono empleado por el Papa polaco contrasta notoriamente con el del Secretario general de Hezbollah, Hasán Nasrala. Ver: Norberto Ceresole, Geopolítica del Conflicto en el Mediterráneo Oriental y el Asia Central. Esta obra será publicada próximamente.

19.-  Según mapas ya elaborados por el Estado Mayor del ejército judío, el "Estado de Palestina" futuro sólo estaría asentado en varios bantustanes dentro del 40% de lo que hoy es el espacio cisjordano.

20.- La decisión del gobierno israelí es no sólo de continuar con la instalación de nuevos asentamientos, en la Jerusalén ocupada y en el West Bank (Cisjordania), sino que además ha puesto a punto un proyecto para "crear una nueva situación demográfica" en todas las regiones ocupadas. La pregunta es: ¿Cuánto tiempo necesitará la "conciencia europea" para recuperarse del shock del mito del Holocausto y volver a pensar la realidad, que indica a cada paso las verdaderas dimensiones del proyecto judío nacionalista en Medio Oriente y otras regiones del mundo? La Europa cristiano-occidental debería asimismo prestar más atención a las opiniones de las Iglesias cristiano-orientales, que recientemente se han reunido en Damasco, pocos días antes de la llegada del Papa romano a Líbano. El Papa Shnuda III, cabeza de la Iglesia de Alejandría y Patriarca de la Iglesia copto-ortodoxa de Egipto, sostuvo que la paz en Oriente Medio y las relaciones con el pueblo judío resultan inaceptables con una Jerusalén ocupada. "Una normalización en estas condiciones es una contradicción... Los judíos diferencian la ‘patria’ de la ‘residencia’. No puede haber normalización sin un Estado palestino, lo que es imposible bajo ocupación israelí. El problema del Líbano, que recibe agresiones permanentes por parte de Israel, no es una reconciliación interior ya lograda. El problema del Líbano es su frontera con Israel. Es aceptable que exista una seguridad israelí, pero asimismo debe haber una seguridad para el Estado palestino, para Líbano, para Siria y para todos los Estados de la región. Israel no tiene derecho a permanecer en el Golán por razones de seguridad, ya que ello afecta a la seguridad de Siria. Los reclamos territoriales israelíes son inaceptables". (Declaraciones del Papa Shnuda III a la televisión siria, el 9 de mayo de 1997, reproducidas por "Syria Times", 10 de mayo, p, 1). Sabemos que en última instancia existe un enfrentamiento teológico entre las Iglesias cristiano-orientales y Roma, que es abarcante de una discusión aún no definida sobre el origen -judío o arameo- de Cristo. Ese enfrentamiento está en el núcleo de la actual crisis política y estratégica entre la Iglesia cristiana original oriental, y su posterior desarrollo occidental romano-imperial.

21.- Charles S. Liebman y Eliezer Don-Yehiya, La religion civile en Israël, en Religion et Politique en Israël, Cerf, París, 1990, p.79.

22.- Op. Cit. p. 82.

23.- Boaz Evron, El Holocausto: un peligro para la nación, ETON 77 -revista mensual en lengua hebrea-, mayo-junio de 1980. Nosotros utilizamos la versión española editada por Estudios Árabes, año 1, Nº3, Buenos Aires, julio-septiembre de 1982.

24.- Véase: Historia de una invasión. Cómo nació y se mantiene el Estado de Israel. En Roger Garaudy, Palestina, tierra de los mensajes divinos, Fundamentos, Madrid 1987, pgs. 315 y ss.

25.- Raul Hilberg, La politique de la mémoire, Gallimard, París 1996, p. 117,118.

26.- Entre otras formas, produciendo un hipergenocidio sobre el pueblo iraquí, como advertencia "simbólica" a todo intento de rebeldía árabe.

27.- "Lo más increíble de todo es que Menahem Beguin sea Premio Nobel de la Paz... (lo que) le ha permitido la ejecución metódica de un proyecto estratégico que aún no ha culminado, pero que hace pocos días propició la masacre bárbara de más de un millar de refugiados en un campamento de Beirut. Si existiera el Premio Nobel de la Muerte, este año lo tendría asegurado sin rivales el mismo Menahem Beguin, y su asesino profesional el general Ariel Sharon". Gabriel García Márquez, en el "Expreso", de Guayaquil, el 3 de octubre de 1982.

28.- Véase: las memorias de Elie Wiesel: ... Et la mer n'est pas rempli, Seuil, París, 1996.

29.- Edwin S. Cochran, Deliberate Ambiguity: an analysis of Israel’s nuclear strategy, The journal of strategic studies, Vol. 19, Nº 3, Londres, setiembre de 1996, pgs. 321-342. El autor, oficial del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica, sostiene que Israel (el hiperjudaísmo mesiánico gobernante) dispone actualmente del equivalente a unas 300 grandes cargas nucleares estratégicas, distribuidas en diferentes sistemas de armas tácticas: proyectiles lanzables desde aeronaves, sistemas de misiles tierra-tierra y munición de artillería.

30.- Julio Trebolle Barrera, La Biblia Judía y la Biblia Cristiana, Introducción al Estudio de la Biblia, Trotta, Madrid, 1993, p. 45. Véase también: César Vidal Manzanares, El judeo-cristianismo palestino en el siglo I. De Pentecostés a Jamnia, Trotta, Madrid, 1995. "Las relaciones entre ambas religiones no pueden ser descritas precisamente como históricamente plácidas, pero, aun así, no puede negarse que Jesús fue un judío, que lo fueron sus apóstoles y primeros seguidores durante décadas, que tanto el uno como los otros utilizaron categorías de pensamiento eminentemente judías y que dirigieron, inicialmente, su predicación al pueblo de Israel. El origen de la ruptura y el desarrollo de la misma no se produjo... a partir de unas coordenadas gentiles sino, por el contrario, en un marco judío..." (p. 23). 

31.- La Siria prehistórica. Las huellas más antiguas dejadas por el hombre en Siria, "homo erectus", se han encontrado en la costa mediterránea, en el valle de Oronte. Estos hallazgos tienen una antigüedad de aproximadamente un millón de años, un período que corresponde al principio del Paleolítico Inferior. Todavía no se sabe con certeza si otras regiones de Siria hayan sido habitadas en una fecha tan temprana. No obstante, parece ser cierto que el hombre llegó al interior del país, a las zonas desérticas del Eufrates, hace 600.000 años. Podemos observar que con el tiempo los emplazamientos y los vestigios se multiplican y se diversifican y que la presencia del hombre se desarrolla, como lo muestran las artesanías líticas que en aquella época son extraordinariamente ricas y variadas. De esa época datan las primeras huellas de cabañas construidas al aire libre y los primeros hogares (hornos). Hace 250.000 años, Siria ha conocido nuevas poblaciones y civilizaciones que han coexistido en los mismos espacios. En el Paleolítico Medio, hace aproximadamente 200.000 años, el hombre de Neandertal sustituyó al homo erectus. Los vestigios son mucho más ricos y variados. Se encuentran en emplazamientos al aire libre, pero también en grutas y refugios bajo las rocas, como p.e. en la región de Palmira y en los alrededores de Damasco y en la gruta de Deideriyeh, en el valle de Afrin. En esta última, se ha encontrado el esqueleto de un niño neandertaliense de 2 años de edad. Es el esqueleto más completo que se ha hallado hasta la fecha. Corresponde a los restos humanos más antiguos encontrados en Siria. Hace 40.000 años, al principio del Paleolítico Superior, el Homo Sapiens, el antepasado directo del hombre moderno, sustituye al hombre de Neandertal. En esta época, y no se sabe todavía por qué, la presencia humana llega a ser más escasa y más pobre. Sólo a partir de la última fase del Paleolítico Superior, con la llegada de los Kebarienses, hace 16.000 años, Siria se convierte de nuevo en el centro de una importante y rica presencia del hombre. Hace aproximadamente 12.000 años, los Natufienses sustituyen a los Kebarienses. Al principio del 9º milenio aC., en la época del Neolítico Pre-Cerámico, Siria fue el centro de un cambio revolucionario. Aparecen los primeros pueblos sedentarios. Se cultiva por primera vez el trigo y la cebada y se domestican las cabras, las ovejas y las vacas. Construcción de las viviendas: de diseño redondo o rectangular. Renovaciones en todos los ámbitos: técnicos y económicos, pero sobre todo en el ámbito de la ideología y la religión. En diversos emplazamientos, desde el Eufrates hasta Damasco, se han encontrado huellas sobre los cultos rendidos a la Diosa Madre y al Toro y a los antepasados. Durante todo el 8º y 7º milenio, las comunidades neolíticas seguían transformándose económica y socialmente. Los pueblos se construían más grandes, a veces fortificados como Halula y Jaada a orillas del Eufrates. El proceso neolítico se completa en Sira en el 7º milenio con el invento de la cerámica. Durante el 6º milenio, una nueva cultura original se expande sobre gran parte de Próximo Oriente (cultura Halaf). Durante el 5º milenio, la cultura Obeid sustituye a los Halaf, y todavía no hay ningún dato ni arqueológico ni mucho menos histórico sobre la presencia de tribus hebreas en el espacio geográfico sirio-cananeo (Fuente: Syrian-European Archaeology Exhibition, Damasco, 1996).

32.- Para el especialista inglés E.O. James, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de Londres, la influencia del zoroastrismo persa sobre la conformación del judaísmo en Canaán fue decisiva. "Surgió entonces en la literatura judía un nuevo género, el llamado apocalíptico, cargado de huellas inequívocas de las principales doctrinas del zoroastrismo sobre el cielo y el infierno, el juicio después de la muerte y el fin del mundo, la jerarquía angélica, un dualismo del bien y el mal bajo dos ejércitos opuestos con sus respectivos caudillos, Miguel y Satanás, y un reino mesiánico en el que prevalecería el bien" (E.O. James, Historia de las religiones, Alianza, Madrid, 1975, p. 137). Es en el Libro de Esdras, del Antiguo Testamento, donde con más claridad se ve la enorme influencia que tuvo la cultura persa-zaratustrana sobre el proceso de construcción del "Segundo Templo".

33.- Jesús-Luis Cunchillos, Visto desde Ugarit, El desciframiento de la escritura cuneiforme y otros relatos, Ediciones Clásicas, Madrid, 1994, pgs. 182, 183, 184.

34.- El vespertino francés Le Monde (2/3 de noviembre de 1997, p. 3) publicó un artículo sobre el reciente simposio celebrado en el Vaticano, bajo el título: "Juan Pablo II avanza un paso más hacia el arrepentimiento con respecto a los judíos. (El Papa) empieza a reconocer la especificidad de la shoah" (Holocausto). Por la trascendencia del discurso papal, se transcribe a continuación un resumen exhaustivo. "El día en que los polacos comprendan que la 'reina de Polonia' (María) era judía, habrá menos antisemitismo y un progreso en la teología cristiana". Esta "ocurrencia fuera de lugar" fue recogida en los pasillos del simposio sobre "Las raíces cristianas del antijudaísmo", por Le Monde. Ello "ilustra mejor que cualquier discurso la dificultad del examen de conciencia con que la Iglesia católica está comprometida", comenta Le Monde. Antes de elaborar el documento sobre la shoah (Holocausto) que el Papa había prometido a los judíos hace 10 años (y que debe entregar antes de que acabe este milenio), tiene que intentar convencer a su propio equipo de que el judaísmo y el cristianismo son parte de la misma historia y que el reconocimiento del pueblo judío como "pueblo elegido" por Dios forma parte de la identidad de cada cristiano. En su discurso del 31 de octubre (de 1997), el Papa Juan Pablo II invitó a sus fieles (obispos, teólogos e historiadores) a esa "revolución mental". El simposio se celebró estrictamente a puerta cerrada, con la exclusión de cualquier representante judío, lo que, como comenta Le Monde, puede hacer pensar en un retorno a los peores métodos de la Iglesia preconciliar. "Pero el Papa había deseado que este examen de conciencia se hiciese primero ‘en familia’ para recordar lo que los errores de interpretación del Nuevo Testamento han podido acarrear como estereotipos contra los judíos (calificados como 'pueblo deicida' hasta el Concilio Vaticano II en los años 60), debilitando así cualquier resistencia ulterior a la persecución de los judíos, hasta la shoah (Holocausto)". Esta "revisión" de la historia cristiana no es compartida unánimemente, y si en el simposio de Roma se ha conseguido un consenso, esto se debe -como dijo uno de los participantes- "a que no se había invitado a ningún teólogo conservador o árabe." Un teólogo conservador vería en este examen de conciencia un ataque insostenible a la tradición de la Iglesia, y un teólogo árabe una nueva concesión del Vaticano a Israel. Jamás el tono del Papa condenando el antisemitismo y todas las "teorías racistas" había sido tan firme, ni había confesado tan claramente la responsabilidad de la enseñanza y de la tradición cristiana. El Papa ha dado también un paso más hacia el reconocimiento de la especificidad de la shoah, distinta de otros genocidios porque "se trata de un odio que arremete contra el plan de salvación de Dios en la historia de los hombres". Sin embargo, el Papa supo poner ciertas barreras infranqueables -p.e. la apertura de los archivos de Pio XII solicitada recientemente de nuevo por el Centro Simón Wiesenthal- saliendo en defensa de la memoria de su predecesor. Según Juan Pablo II, Pio XII defendió "la ley de la solidaridad humana y de la caridad hacia todos los hombres independientemente del pueblo a que pertenecían". Igualmente recordó que también la Iglesia "había sido apuntada directamente" por los ataques nazi que acabaron en el genocidio. Estas puestas a punto serán acogidas de manera diferente en la comunidad judía. Pero se buscará en vano la causa del proceso que se ha hecho ayer al Papa polaco por querer "anexionar cristianamente" la shoah. En los veinte años de su pontificado, el discurso de Juan Pablo II sobre el judaísmo se ha consolidado y centrado en lo esencial: el antisemitismo "deforma", dice, "el rostro de la Iglesia. El cristianismo y el judaísmo forman parte de la misma historia de salvación. 'El amor' del judío no es sólo una exigencia de justicia y de caridad, sino que es ordenado por el designio mismo de Dios sobre la humanidad". Recordando el "lazo vital (del cristianismo) con el Antiguo Testamento, sin el cual el Nuevo Testamento es vaciado de su sentido", el Papa añade: "Aquellos que consideraban el hecho de que Jesús era judío y que su mundo era el mundo judío como simples hechos culturales y contingentes que podrían ser sustituidos por otra tradición religiosa (...), no sólo desconocen el sentido de la historia de la salvación, sino, más radicalmente, arremeten contra la verdad misma de la Encarnación". "La Iglesia", concluye Juan Pablo II, "condena con firmeza todas las formas de genocidio, así como las teorías racistas que las han inspirado y que han pretendido justificarlas. El racismo es una negación de la identidad más profunda del ser humano creado a la imagen y semejanza de Dios. A la maldad moral de cualquier genocidio se añade, con la shoah, la maldad de un odio que arremete contra el plan de salvación de Dios. La Iglesia se sabe también directamente apuntada por este odio".

También el periódico libanés L'Orient-Le Jour, en su edición del 1 de noviembre de 1997 (p. 14), se ocupa del mismo tema: "Juan Pablo II condena 'los sentimientos de hostilidad' de los cristianos hacia los judíos, que han impedido una resistencia contra las persecuciones antisemitas nazi". "Estos sentimientos", dijo el Papa, "han contribuido a adormecer muchas conciencias". "De modo que, cuando se desencadenó en Europa la ola de persecuciones inspiradas por un antisemitismo pagano (...), la resistencia espiritual de muchos no ha sido la que la humanidad tenía derecho a esperar de los discípulos de Cristo", añadió.

Durante siglos, la idea de que el pueblo judío era culpable de la muerte de Cristo ha circulado no sólo en la cultura cristiana, sino incluso en los textos litúrgicos, lo que fue borrado en la época de Juan XXIII, en el Concilio Vaticano II en los años '60. Sin embargo, el Pontífice ha subrayado en su discurso, pronunciado en francés, que hubo "cristianos que hicieron todo para salvar a los perseguidos hasta poner en peligro su propia vida". El Papa evocó "la elección divina" del pueblo judío, "convocado y conducido por Yahvé, creador del cielo y de la tierra". "Su existencia" (la del pueblo judío), continuó, "no es por lo tanto un puro hecho natural o cultural (...). Es un hecho sobrenatural". Insistió, además, en el deber de los cristianos de albergar "sentimientos fraternales" hacia los hijos de Israel. La reunión debe aportar al Papa "un material de calidad científica indiscutible que pueda servir al examen de conciencia de los cristianos que él ha invitado con ocasión del gran Jubileo del año 2000", indicó el teólogo del Papa, el dominico francés Georges Cottier. Una vez más, el Centro Simón Wiesenthal, de Viena, especializado en la caza de antiguos nazis, aprovechó la ocasión del simposio para reclamar la apertura de los archivos del Vaticano sobre el pontificado de Pio XII. Pero el Padre Remy Hoechman, secretario de la comisión del Vaticano para las relaciones con los judíos, respondió que este tema no figuraba en el orden del día del simposio.

35.-  Julio Trebolle Barrera, op. cit, p. 608, 609. La insistencia en el símbolo y en la alegoría se debe a que: "La cultura israelita anterior al exilio, si se compara con los restos del Oriente Próximo antiguo, se caracteriza por la pobreza de datos. No sólo las grandes culturas de Egipto y Mesopotamia, sino también el resto de la franja siropalestina han proporcionado a la investigación arqueológica unos restos mucho más significativos que Israel. Sin embargo, en Israel ha habido una investigación más intensa que en cualquier otra región de Oriente Próximo y puede que del mundo. Si la historia política y cultural de Israel tuviera que ser reconstruida sobre la base de estos hallazgos arqueológicos, tendríamos sobre ella una visión muy escueta y pobre... Los fenómenos políticos, culturales y de población son de escasa envergadura, comparados con las áreas vecinas, sobre todo en la Edad de Hierro... Tratándose del período de los 'orígenes' de Israel, la divergencia entre el relato bíblico y la realidad histórica es prácticamente total, por la falta de fuentes creíbles, las distancias en el tiempo (entre la redacción del Antiguo Testamento y los hechos a los que se refiere) y las fuertes interferencias de las intensiones 'fundadoras'. A fin de cuentas nuestra documentación arqueológica y contextual referente a este período es más fiable que la que los autores del siglo VI (aC, los escribas hebreos del AT) tenían a su alcance: antiguas historias de cariz legendario, genealogías transmitidas de memoria y etiologías". Mario Liverani, El Antiguo Oriente: historia, sociedad y economía, Crítica, Barcelona, 1995.

36.- El progresivo proceso de control institucional del judaísmo sobre el cristianismo lo relata David Rosen en su trabajo La familia de Abraham: pasado, presente y futuro. David Rosen, rabino, coenlace ante el Vaticano de la Liga Contra la Difamación y director de la sede en Israel de Relaciones Interreligiosas. Participa en el Comité de Enlace Judeo-Católico (interreligioso), así como en la Comisión Bilateral Permanente entre el Estado de Israel y la Santa Sede que negoció el acuerdo bilateral. Es profesor de Estudios Judíos en el Centro de Jerusalén para Estudios de Oriente Próximo y ex rabino principal de Irlanda. Política Exterior, Vol. XI, Madrid, Julio/Agosto 1997, Núm. 58.

37.- La antropología, en estos tiempos de posmodernidad, al igual que muchas otras ciencias llamadas "humanas", ha sufrido un proceso de re-fundación ideológica acorde con la búsqueda de un mundo in-diferenciado. El canon, ya lo hemos visto, señala a toda diferenciación como un pecado; o más bien ella está originada por el pecado (Génesis, La Torre de Babel).









"Israel en tanto que estado judío constituye un peligro no sólo para sí mismo y sus habitantes sino para todos los judíos y para todos los demás pueblos y estados de Oriente Medio y de más allá de esta región."

- Prof. Israel Shahak, autor antisionista israelí.


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